Revista Opinión

Leemos y escribimos

Publicado el 08 diciembre 2014 por Jcromero

Leemos para aprender, para evadirnos y estar informados, para buscar respuestas imposibles, para disimular nuestra ignorancia. Leemos, como escribiera Cesare Pavese, para confirmar lo que ya pensamos. Necesitamos confluir, coincidir; que alguien ponga el sello de confirmación a nuestras elucubraciones. En la lectura buscamos el aval de lo que pensamos; la certificación de que nuestro pensamiento no es tan descabellado. 

Leemos para encontrar las palabras que nos faltan, aquellas que nos alentarán y las que medirán nuestras limitaciones. Leemos para oír, escuchar y, llegado el caso para dejarnos convencer o para confirmar nuestras convicciones. Leemos para idear aventuras imposibles, para desbrozar los caminos de cuanto nos rodea, para viajar a donde nunca iremos o experimentar, sin riesgos, las audacias que no tenemos. Leemos para fisgonear en la vida de otros aunque esas vidas sólo existan para el escritor y sus lectores. Leemos para entretenernos, para comprender la convulsiva actualidad de los informativos y de la calle. Leemos para informarnos, como si los datos pudieran radiografiar la realidad, aunque sepamos que la información no es siempre veraz, ni ajena a intereses y negocios de las empresas que nos moldean. Leemos para encontrarnos, para no ser como esos tipos que detestamos, los que nunca quisimos ser o como los que aún estamos a tiempo de ser. Leemos, también, para contrastar y reflexionar, para librarnos de la tiranía de los embaucadores del poder y los manipuladores de la palabra. Leemos para escapar de la ignorancia, para pensar por nosotros mismos; para estar alerta cada vez que alguien nos diga cómo tenemos que pensar.

Tal vez sea por eso, de vez en cuando también escribimos. Porque escribir es pensar y precisar. Escribimos porque en ocasiones leemos textos que nos gustaría haber escrito, porque buscamos nuestro encaje en esta realidad que tratan de relatarnos. Escribimos como terapia y desahogo, para buscarnos y encontrarnos. Escribimos para olvidar y recordar; para manipularnos a nosotros mismos, para denunciar, resistir y luchar. También para ordenar este desorden establecido, ¿o es al contrario? Para contradecir a Oscar Wilde, porque muchas veces no tenemos nada que decir y nos emperramos en juntar palabras aunque ya todo esté dicho y escrito mil veces o más. Escribimos para encontrar una palabra, conjugar un verbo y construir una frase que nos parezca ingeniosa o nueva, aunque sepamos que es antigua y torpe. Escribimos, para engañarnos y leernos a nosotros mismos; para, pasado un tiempo, comprobar lo ignorantes que somos en pasado, presente y futuro. Escribimos para dejar constancia de lo que tenemos claro aunque al comenzar un escrito dudemos de todas esas certidumbres. Escribimos para nosotros mismos; para compartir, con quien se tercie, para dejar constancia de que somos tan estúpidos, mezquinos o amables, como esos que viven de esto que hacemos sin otra pretensión que distraernos y, si acaso, encontrarnos, entre tanta palabrería.

Es lunes, escucho a Christian McBride:

 


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