Revista Homo

Lesbianismo

Por Gonzalo

Lesbianismo es el término empleado en español para hacer referencia a la homosexualidad femenina. La palabra lesbiana se utiliza para hacer referencia a una mujer homosexual, es decir, una mujer que se identifica a sí misma, o a la que otros caracterizan, por su deseo hacia otras mujeres.

El concepto de lesbiana empleado para diferenciar a las mujeres que comparten una orientación sexual es un constructo del siglo XX. Aunque la homosexualidad femenina se ha encontrado en muchas culturas a lo largo de la historia, no ha sido hasta recientemente cuando la palabra lesbiana ha comenzado a describir a un grupo de personas.

A finales del siglo XIX los sexólogos publicaron sus observaciones sobre el deseo y conducta hacia personas del mismo sexo, y distinguieron a las lesbianas en la cultura occidental como una entidad distintiva. Como resultado, las mujeres que se dieron cuenta de su nuevo estatus médico formaron subculturas underground en Europa y Norteamérica.

El término lesbiana fue ampliado en la década de 1970 con la influencia de la segunda ola del feminismo. Desde entonces los historiadores han reexaminado las relaciones entre las mujeres, y cuestionan qué es lo que hace que una mujer o un relación puedan calificarse de lesbianas. El resultado de este debate ha introducido tres componentes a la hora de identificar a las lesbianas: conducta sexual, deseo sexual, o identidad sexual.

LESBIANISMO

La sexualidad de las mujeres a lo largo de la historia ha sido en su mayor parte construida por varones, los cuales han limitado el reconocimiento del lesbianismo, como posibilidad o expresión válida de sexualidad, debido a la ausencia de varones en una relación lésbica. Los primeros sexólogos basaron sus caracterizaciones de las lesbianas en sus creencias de que las mujeres que desafiaban sus estrictamente definidos roles de género estaban mentalmente enfermas. 

Desde entonces, muchas lesbianas han reaccionado a su designación como marginadas inmorales mediante la construcción de una subcultura basada en la rebelión de los roles de género. El lesbianismo ha estado en ocasiones de moda a lo largo de la historia, lo que afecta a cómo las lesbianas son percibidas por los demás, y cómo se perciben a sí mismas. Algunas mujeres que realizan conductas homosexuales pueden rechazar la identidad lésbica por completo, y rechazar definirse a sí mismas como lesbianas o bisexuales.

Las diferentes maneras en las que las lesbianas han sido representadas en los medios de comunicación sugiere que la sociedad occidental en su conjunto ha estado simultáneamente intrigada y amenazada por las mujeres que desafían los roles de género femeninos, y fascinada y asombrada con las mujeres que se relacionaban románticamente con otras mujeres.

Sin embargo, las mujeres que adoptan la identidad lésbica comparten experiencias que conforman un panorama similar al de la identidad étnica: como homosexuales, están unidas por la discriminación y el rechazo potenciales que sufren por parte de sus familias, amistades y otros.

Como mujeres, tienen preocupaciones distintas a las de los varones. Las lesbianas tienen la posibilidad de encontrarse con problemas de salud específicos. Las condiciones políticas y las actitudes sociales también continúan afectando la formación de relaciones y familias lésbicas.

Las lesbianas, en particular en la cultura occidental, a menudo consideran que tienen una «identidad» que se define por su propia sexualidad individual, así como por la pertenencia a un grupo que comparte características comunes.

A través de la historia, las mujeres de muchas culturas han tenido relaciones sexuales con otras mujeres, pero rara vez eran consideradas como parte de un grupo específico de personas que se definía por el tipo de relaciones sexuales. Debido a que las mujeres han sido una minoría política en las culturas occidentales, la designación adicional como homosexuales produjo el desarrollo de una identidad subcultural entre las lesbianas.

Para algunas mujeres, darse cuenta de que participaban en comportamientos o relaciones que podían clasificarse como «lésbicas» provocó que las rechazaran u ocultaran, como la catedrática Jeannette Marks en el Mount Holyoke College, que vivió con la directora del College, Mary Woolley durante 36 años.

Marks desaconsejaba a las mujeres jóvenes tener «amistades» anormales e insistía que la felicidad sólo podía ser alcanzada con un varón.  Otras mujeres, sin embargo, aceptaron la distinción y emplearon su singularidad para distinguirse de las mujeres heterosexuales y los varones gays.

Berlín tenía una vibrante cultura homosexual en la década de 1920, existiendo incluso un himno, Das lila Lied, que las lesbianas también sentían como propio. Había unos 50 clubs y bares para mujeres, que iban desde los grandes y lujosos cabarés y cafés, como el famoso «Eldorado», visitado por estrellas como Marlene Dietrich, o «Chez ma belle-soeur», pasando por los mixtos, con todo tipo de público, como el «Dorian Gray» en la Bülowstrasse, y populares como el «Club des amies», que realizaba fiestas tres veces por semana, hasta los más sórdidos, como el «Café Olala», al que también acudían varones travestidos, o el «Tavern», que tenía una habitación reservada para las damas.

En 1928, un libro titulado Berlins lesbische Frauen («Las mujeres lésbicas de Berlín») de Ruth Margarete Roellig popularizó la capital alemana como centro de la cultura lésbica europea. Las fiestas y eventos eran publicados en diversas revistas, que funcionaban como vínculo de unión para la comunidad.También se produjo una auténtica explosión de la cultura lésbica como dan muestra artistas de la talla de Claire Waldoff, Jeanne Mammen, Christa Winsloe o Anna Elisabet Weirauch, autora de la trilogía Der Skorpion, la novela lésbica por excelencia de la época.

La homosexualidad masculina estaba prohibida por el artículo 175, pero la policía de ciudades como Berlín y Hamburgo solía mirar hacia otro lado. La lucha por la eliminación del artículo permitió articular el primer movimiento homosexual, del que las mujeres, menos afectadas, formaron sólo una parte marginal. Aún así, las mujeres del entorno del Comité Científico Humanitario realizaron una contribución notable a la lucha por la emancipación tanto de la mujer como de los y las homosexuales, pudiéndose mencionar a Theo Anna Sprüngli, la primera activista lesbiana de la historia,Johanna Elberskirchen y Emma (Külz-) Trosse.

En los Estados Unidos, la década de 1920 fue de experimentación social, especialmente en cuestiones de sexo. El hecho estaba muy influido por las teorías de Sigmund Freud, que afirmaba que el deseo sexual se expresaba de forma subconsciente, a pesar de la voluntad del individuo de ignorarlo. Las teorías de Freud eran mucho más populares en Estados Unidos que en Europa.

Durante las décadas anteriores a la Guerra Civil Española también hubo un cierto florecimiento de la cultura y la visibilidad lésbica en España. Cipriano Rivas Cherif estrenó en 1929 con su grupo de teatro El Caracol en Madrid su obra Un sueño de la razón  sobre una pareja de mujeres que buscan un varón para tener un hijo.

Lucía Sánchez Saornil, la fundadora de la sección feminista de la CNT, Mujeres Libres, también publicó algunos poemas dedicados a mujeres bajo el seudónimo «Luciano de San-Saor». En novela fue Carmen de Burgos quien introdujo el lesbianismo en sus tramas. Incluso se llegó a formar un círculo sáfico en Madrid en torno a Victorina Durán, como lugar de encuentro y tertulia para mujeres.

Entre las lesbianas que tuvieron una cierta relevancia en la época se pueden mencionar a Victoria Kent, primera mujer en actuar como abogada en un juicio en España, Carmen Conde, primera académica de la lengua, Ana María Sagi o Irene Polo.A ellas hay que unir a la famosa bailarina y musa de las artes Carmen Tórtola Valencia, que vivió casi treinta años, hasta su muerte en 1955, con su amante Ángeles Vila-Magret, a la que adoptó para cubrir las apariencias.  Ninguna vivió su homosexualidad de forma abierta o pública, aunque en algunos casos era un secreto a voces.

El principal componente necesario para animar a las lesbianas a tener vida pública y buscar a otras mujeres era la independencia económica, que prácticamente desapareció en la década de 1930 con la Gran Depresión. La mayoría de las mujeres en los Estados Unidos creyeron necesario casarse con un varón para mantener la «fachada», a menudo un varón gay, para que ambos pudiesen mantener relaciones homosexuales con discreción, pero también con un varón que esperaba a una mujer tradicional.

A las mujeres independientes en la década de 1930 se les echaba en cara que mantenían trabajos que debían realizar varones.Esta actitud social produjo comunidades pequeñas, estrechamente relacionadas en grandes ciudades, centradas en torno a bares, mientras que las mujeres de otros lugares permanecían aisladas.

Hablar de homosexualidad en cualquier contexto era tabú y las mujeres rara vez discutían el lesbianismo incluso entre ellas; se referían a las personas abiertamente gays como in the Life («en la vida»).La teoría psicoanalítica de Freud era omnipresente en la comunidad médica, teoría que consideraba la homosexualidad como una neurosis que afectaba a mujeres inmaduras.

En Alemania, la situación social con respecto a las mujeres lesbianas era similar, aunque todavía más opresiva. El partido nazi ya había conseguido en 1930 ser la segunda mayor fuerza en el parlamento y las SA comenzaban a actuar en las calles, amenazando a todo aquel que no fuese conforme a sus ideales.

A finales de la década de 1920 el movimiento homosexual estaba en decadencia y con la llegada de Hitler al poder en enero de 1933 se precipitaron los acontecimientos: en febrero, el Ministerio del Interior de Prusia ordenó el cierre de todos los locales y revistas que estuviesen relacionadas con los homosexuales; en mayo el Institut für Sexualwissenschaft fue cerrado, saqueado y su biblioteca ardió junto a otras obras «contrarias al espíritu alemán» el 10 de mayo de 1933. En junio se disolvieron definitivamente las asociaciones de homosexuales.

El inicio de la II Guerra Mundial produjo un enorme cambio en la vida de los estadounidenses, ya que la movilización militar implicó a millones de varones. Las mujeres también fueron aceptadas en el ejército, el Women’s Army Corps (WACs) y la marina, el Women Accepted for Volunteer Emergency Service (WAVES), de los EE.UU. Al contrario que el procedimiento implementado por el ejército estadounidense desde el inicio de su creación para eliminar a los homosexuales masculinos, no se introdujeron métodos equivalentes para eliminar a las lesbianas; se fueron introduciendo poco a poco durante la Guerra.

De todas formas, la actividad sexual estaba prohibida y las «licencias azules» (blue discharge) eran casi seguras si una mujer se identificaba como lesbiana. Según se iban encontrando unas a otras, las lesbianas formaban grupos compactos en la base, socializaban en clubes de servicio y comenzaron a usar palabras en clave.

El historiador Allan Bérubé documenta que los homosexuales en las fuerzas armadas consciente o inconscientemente rechazaban identificarse como homosexuales o lesbianas, y tampoco hablaban sobre la orientación sexual de los demás.

Tras la II Guerra Mundial, en EE.UU. hubo un deseo general de volver a la situación social de la preguerra tan pronto como fuese posible.Unido a la creciente paranoia sobre el comunismo y la teoría psicoanalítica que se había convertido omnipresente en la comunidad médica, en 1950 la homosexualidad se convirtió para el Gobierno estadounidense en una característica indeseable para sus funcionarios. Se creía que los homosexuales eran vulnerables al chantaje y el Gobierno eliminó de sus filas a todos los homosexuales conocidos, comenzando un amplio esfuerzo por conseguir información sobre la vida privada de los empleados.

Los gobiernos de los estados y ciudades siguieron el ejemplo, arrestando a personas en bares y parques, y publicando leyes contra el travestismo tanto masculino como femenino. El ejército y el gobierno realizaron numerosos interrogatorios, preguntando a mujeres si habían tenido relaciones sexuales con otras mujeres y básicamente identificando experiencias únicas en una identidad criminal, separando de forma estricta heterosexuales y homosexuales.

En 1952 la American Psychiatric Association incluyó la homosexualidad en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales entre los desequilibrios emocionales patológicos.La opinión de que la homosexualidad era una enfermedad curable estaba muy extendida en la comunidad médica, la población en general e incluso entre muchas lesbianas. Las actitudes y prácticas para descubrir a homosexuales entre los funcionarios públicos se extendió a Australia y Canadá; el lesbianismo había sido prohibido en el Reino Unido en 1921.

Había muy poca información sobre el lesbianismo, aparte de los textos médicos y psiquiátricos. Los encuentros de la comunidad lésbicas se reducían a los bares, que eran asaltados a menudo por la policía (una vez al mes de media), con la consiguiente publicidad en los periódicos para aquellos que habían sido arrestados.

En respuesta, ocho mujeres de San Francisco se encontraban en sus salones en 1955 para socializar y tener un lugar en el que bailar. Cuando decidieron hacer de ello una reunión regular, se convirtieron en la primera organización lésbica de los Estados Unidos, llamada Daughters of Bilitis (DOB).

DOB comenzó a publicar una revista llamada The Ladder en 1956; en la primera página se encontraba la declaración de objetivos, el primero de los cuales era «educación de la variante» y que pretendía dar información sobre la homosexualidad a las mujeres, específicamente sobre el lesbianismo, y sobre lesbianas famosas en la historia. Sin embargo, hacia 1956, el término «lesbiana» tenía un significado tan negativo, que DOB rechazaba su uso como descripción, empleando la palabra «variante» (variant) en su lugar.

DOB se extendió a Chicago, Nueva York y Los Ángeles, y The Ladder era enviado por correo a cientos —incluso a miles— de miembros de DOB, con discusiones sobre la homosexualidad, a veces desafiando la idea de que era una enfermedad, con lectoras ofreciendo sus propias razones de por que eran lesbianas y sugiriendo formas de llevarlo o de sobrellevar el rechazo social. Las lesbianas británicas siguieron con la publicación de Arena Three en 1964, con una misión similar.

Los modelos de socialización butch y femme estaban integradas de tal forma en los bares lésbicos, que las mujeres que se negaban a elegir entre uno de los dos modelos eran ignoradas o por lo menos no conseguían citas; no era aceptable que mujeres masculinas, butch, tuvieran relaciones románticas con otras mujeres masculinas, al igual que no era aceptable que mujeres femeninas, femme, tuvieran relaciones con otras femmes.

Las mujeres masculinas no eran una novedad de la década de 1950, sin embargo, los roles eran omnipresentes en las décadas de 1950 y 60, y no estaban limitados a Estados Unidos: de 1940 a 1970, la cultura butch/femme floreció en el Reino Unido, aunque había menos distinciones de clase. La distinción entre lesbianas masculinas y femeninas era considerada como basta por las lesbianas estadounidenses de clase alta de la época. Muchas mujeres ricas se casaban para satisfacer las obligaciones familiares y otras escapaban a Europa para vivir como expatriadas.

La rigidez social de la década de 1950 y principios de los 60 produjo una respuesta de movimientos sociales que trataban de mejorar la situación de los afroamericanos, los pobres, las mujeres y los gays. Los dos últimos, el movimiento de liberación gay y movimiento feminista, conectaron tras los violentos disturbios de Stonewall ocurridos en Nueva York. Lo que siguió fue un movimiento que se caracterizó por un surgimiento del activismo gay y de la conciencia feminista que transformaron la definición de lesbiana.

Durante la revolución sexual de la década de 1970 se produjo la diferenciación entre identidad y comportamiento sexual para las mujeres. Muchas mujeres aprovecharon sus nuevas libertades sociales para tener nuevas experiencias. Las mujeres que anteriormente se habían identificado hasta el momento como heterosexuales, probaron acostarse con otras mujeres, aunque muchas mantuvieran su identidad heterosexual.

Sin embargo, con la llegada de la segunda ola del feminismo, el lesbianismo creció hasta convertirse en una identidad política que describía una filosofía social entre las mujeres, a menudo haciendo sombra a los aspectos sexuales como característica definitoria. Una organización feminista militante llamada Radicalesbians publicó en 1970 un manifiesto titulado The Woman-Identified Woman («La mujer identificada con la mujer») que declaraba que «una lesbiana es la rabia de todas las mujeres condensada hasta el punto de la explosión».

Las feministas militantes expresaron su desdén por una sociedad intrínsecamente sexista y patriarcal, y concluyeron que la forma más efectiva de superar el sexismo y llegar a la igualdad de las mujeres era negar a los varones cualquier tipo de poder o placer sobre las mujeres, incluyendo la sexualidad.

En 1980, la poetisa y ensayista Adrienne Rich expandió el significado político de lesbiana proponiendo un continuo de la existencia lésbica basado en la «experiencia identificada con la mujer» (woman-identified experience).Todas las relaciones entre las mujeres, proponía Rich, tienen algún elemento lésbico, independientemente de si reivindican una identidad lésbica: madres e hijas, mujeres que trabajan juntas y mujeres que se cuidan unas a otras, por ejemplo.

Esa percepción de las relaciones entre mujeres las conecta a través de la historia y las culturas, y Rich consideraba la heterosexualidad una condición que había sido impuesta por la fuerza por los varones a las mujeres.Varios años antes, las fundadoras de DOB, Del Martin y Phyllis Lyon, relegaron de igual forma los actos sexuales como innecesarios para determinar lo que es una lesbiana, dando su propia definición: «una mujer cuyos intereses eróticos, psicológicos, emocionales y sociales están principalmente en el propio sexo, incluso cuando ese interés no sea expresado de forma abierta.»

La Constitutio Criminalis Carolina, una de las pocas leyes europeas que condenaba el lesbianismo, tuvo una gran influencia en las legislaciones posteriores. Así, Hirschfeld nombraba en 1914 seis países europeos en los que la homosexualidad femenina era ilegal. Entre estos países se encontraban Suecia (desde 1864) y Finlandia (desde 1889), cuyas leyes contra la sodomía estaban redactadas de forma neutral.

Las cifras de persecución eran mucho menores que las de los varones: en Suecia, entre 1880 y 1944, un 0,8% de las personas juzgadas fueron condenas por lesbianismo y en Finlandia, entre 1894 y 1971, un 5%. Dinamarca modificó sus leyes en 1933 para incluir a las mujeres en las leyes anti-homosexuales, al igual que hizo Islandia en 1940. En Noruega el lesbianismo nunca estuvo prohibido y a partir de 1854 no se persiguió a mujeres por este delito.

Los países escandinavos fueron de los primeros en Europa en legalizar los actos homosexuales consentidos entre adultos a mediados del siglo XX: Dinamarca y las Feroe en 1933, Islandia en 1940, Suecia en 1944; Finlandia en 1971 y Noruega en 1972, lo hicieron algo más tarde.

La equiparación en la edad legal de consentimiento se hizo en los países nórdicos con un retraso de 30 a 40 años, respecto a la legalización de los actos sexuales entre adultos. Con la excepción de Noruega, estas legalizaciones se hicieron sin que el movimiento de liberación LGBT ejerciese mucha influencia política. Desde mediados del siglo XIX, Dinamarca ha sido la pionera y Copenhague el centro cultural de los homosexuales escandinavos.

En Francia, la homosexualidad femenina fue «capaz de evitar una condena moral seria» al mantenerse en privado y «habitando en las áreas prohibidas entre los límites éticos» de la sociedad, como hace notar Catherine van Casselaer. No es que pudiesen librarse de la regulación social, ni de la censura homófoba, pero desde la Revolución Francesa se beneficiaban de una fuerte tradición de libertad individual.

Una interpretación alternativa a la relativa falta de persecución de las lesbianas podría ser debido a la poca importancia dada culturalmente a la mujer y la negación general a tomar la sexualidad femenina en serio. En la década de 1970 lesbianas y gay se unieron en organizaciones como la Frente Homosexual de Acción Revolucionaria para luchar, entre otras cosas, por la equiparación de la edad de consentimiento sexual, la única ley discriminatoria que permanecía vigente en Francia.

Nombres importantes del feminismo y lesbianismo francés de la segunda mitad del siglo XX fueron Françoise d’Eaubonne, Colette, Simone de Beauvoir, Monique Wittig y Geneviève Pastre.

En Alemania Occidental, el movimiento LGBT moderno surge de la película Nicht der Homosexuelle ist pervers, sondern die Situation, in der er lebt (1971) de Rosa von Praunheim, tras la que se formaron, entre otros, el Homosexuelle Aktion Westberlin (HAW). El HAW formó en 1972 una sección de lesbianas, que en 1973 realizaron la primera manifestación de lesbianas del país, protestando por una serie de artículos en los periódicos que las difamaban.

Los grupos lésbicos fueron creciendo en número y visibilidad y en la década de 1990 el movimiento estaba completamente articulado. Alemania es en la actualidad uno de los lugares más liberales y tolerantes del planeta, en los que lesbianas están protegidas por leyes contra la discriminación y, aunque todavía no existe el derecho a matrimonio para los homosexuales, existe la posibilidad de la unión civil.

En América Latina la consciencia y el asociacionismo lésbico apareció en la década de 1970 y ha ido ampliándose a medida que los diversos países han alcanzado la democracia o, en el caso de los que ya la tenían, la reformaron. Pero aun así, hasta finales del siglo XX, ningún régimen de la zona, democrático o no, ha respetado los derechos de gays o lesbianas.

Pese a ser legal en la mayoría de los países, durante mucho tiempo se han empleado tácticas de intimidación y acoso, cuando no se empleaban las leyes de «corrupción de menores» o de «faltas a la moral o las buenas costumbres» para perseguir a homosexuales.En el ámbito hispánico, el conflicto con la lesbofobia de las feministas y la misoginia de los gays ha generado una trayectoria difícil para las lesbianas y sus asociaciones.

Argentina fue el primer país de Latinoamérica en contar con un grupo LGBT, Nuestro Mundo (NM), organizado en 1969. NM creó en 1971 el Frente de Liberación Homosexual (FLH), junto con otras cinco organizaciones, todo de forma clandestina y en casas particulares. Hacia 1972-73, entre sus formantes se encontraba la organización lésbica Safo. De la actividad inicial en Buenos Aires, se pasó pronto a colaborar con las feministas en Córdoba, Mendoza y Mar del Plata, e incluso en Tucumán.

Las persecuciones y el acoso fueron constantes y se agravaron con la llegada de la dictadura en 1976, cuando se disolvieron todos los grupos a causa del Terrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980. El movimiento lésbico autónomo comenzó en 1986 con la creación del Grupo Autogestivo de Lesbianas (GAL) y la revista Codo con codo, ambos de poca duración.

En 1987 comenzaron a publicarse los Cuadernos de Existencia Lesbiana, que seguían publicándose en 2000. El V Encuentro Feminista fue el catalizador para la creación en 1990 de los grupos Frente Sáfico (Fresa), Las Lunas las Otras y el Grupo de Reflexión de Lesbianas.

La aparición en la televisión de Ilse, fructificó en la creación en 1991 de Convocatoria Lesbiana, del que más tarde surgieron los grupos Buenas Amigas y Sentimientos. Los grupos lésbicos se unieron posteriormente en el Frente de Lesbianas para superar sus dificultades con el heterofeminismo y colaborar con la Comunidad Homosexual Argentina.

México ha sido el país de América Latina en el que el movimiento lésbico ha estado más vivo. Una de sus figuras principales fue Nancy Cárdenas, vocera del Frente de Liberación Homosexual (FLH), la primera organización LGBT del país, aún a pesar de que la mayoría de los miembros del FLH fueran gays. Cárdenas también fue protagonista en 1973 de la primera entrevista a una persona homosexual en la televisión pública mexicana.

La primera organización lésbica de México se llamaba Lesbos y se fundó en 1977, surgida de la necesidad de defender sus intereses dentro del movimiento feminista, que, a pesar de intentos de acercamiento de la nueva organización, las rechazó por miedo a ser identificadas con ellas.

En 1978 surgió Oikabeth, una organización más agresiva, que luchaba por la visibilidad de las lesbianas y que, tras una breve colaboración, se separó del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria a causa de su misoginia, convirtiéndose en el primer grupo independiente tanto del movimiento homosexual como del feminista, que abrió las puertas a numerosos otros.

Las tendencias separatistas siguieron siendo evidentes en el primer Encuentro de Feministas Lesbianas de América Latina y el Caribe, celebrado en 1987 en México, de cuyas polémicas nació la Coordinadora Nacional de Lesbianas (CNL), que se asoció más tarde con la Coordinación de Feministas de la Ciudad de México. A principios de 1997 existían 13 grupos lésbicos en la Ciudad de México, pero, a pesar de todo, las organizaciones lésbicas han tenido poca influencia tanto en el movimiento homosexual, como en el feminista.

En Chile, la dictadura impidió la creación de una asociación lésbica hasta 1984, fecha de la creación de Ayuquelén, el primer grupo de su tipo. El punto de inflexión fue el asesinato a golpes de una lesbiana en plena calle y ante numerosos testigos, a grito de «¡Maldita lesbiana!». La asociación estuvo desde sus inicios ligada al movimiento feminista, aunque sus relaciones fueron difíciles.

En 1987 realizaron su primera entrevista en un periódico, que les dio visibilidad, pero produjo problemas con las feministas que temían una identificación de ambos movimientos. En esa época entraron en contacto con el ILIS y el ILGA y más tarde colaboraron con el MOVILH en algunos temas como la abolición de artículo 365 del código penal. Hoy existe una Coordinación de Lesbianas que edita la revista Amazonas.

En Nicaragua comenzó a formarse la consciencia lésbica todavía más tarde, en 1986, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) expulsó de sus filas a gays y lesbianas. La persecución del estado evitó que se formaran asociaciones, hasta la aparición del sida, cuando los esfuerzos educativos del gobierno impulsaron el asociacionismo.

La primera organización lésbica fue Nosotras, fundada en 1989. Un intento de visibilización del colectivo LGBT en 1991/92 llevó al gobierno a ilegalizar la homosexualidad en 1994. El golpe dejó al movimiento exhausto y no volvió a recuperarse hasta 2004, con la creación de Grupo Safo / Grupo de Mujeres Lesbianas de Nicaragua, cuatro años antes de la legalización de la homosexualidad.

Los Encuentro de Feministas Lesbianas de América Latina y el Caribe, a veces simplificado como Encuentros de Lesbianas, han sido desde finales de la década de 1980 un importante centro de intercambio de ideas para las lesbianas latinoamericanas. De sede cambiante y ritmo bianual, sus principales fines son la creación de redes de comunicación, cambiar la situación de las lesbianas en Latinoamérica, tanto desde el punto de vista legal como social, aumentar la solidaridad entre las lesbianas y tratar de destruir los mitos sobre ellas.

Mientras el comportamiento homosexual femenino puede estar presente en todas las culturas, el concepto de lesbiana como mujer que se junta exclusivamente con otras mujeres no lo está. La actitud frente al comportamiento homosexual femenino depende del rol de la mujer en cada sociedad y de la definición que cada cultura hace del sexo.

Un tratado de 1978 sobre la represión en Irán afirmaba que las mujeres eran silenciadas por completo: «En toda la historia de Irán, [a ninguna mujer] se le ha permitido hablar sobre estas tendencias [...] Admitir deseos lésbicos sería un crimen inaceptable.»

Aunque los autores de Islamic Homosexualities («Homosexualidades islámicas») afirmaban que esto no implica que las mujeres no pudieran tener relaciones lésbicas, una antropóloga lésbiana visitó en 1991 Yemen e informó que en la ciudad que visitó las mujeres no eran capaces de entender su relación romántica con otra mujer.

De las mujeres de Pakistán se espera que se casen con un varón; aquellas que no lo hacen son marginadas e ignoradas socialmente. Las mujeres, sin embargo, pueden tener relaciones íntimas con otras mujeres mientras cumplan con sus deberes conyugales, mantengan sus asuntos privados con discreción y la mujer con la que están involucradas esté relacionada de alguna forma lógica o sea de la familia.

Los roles transgénero y los matrimonios entre mujeres también han sido documentados en más de 30 sociedades africanas.Las mujeres se pueden casar con otras mujeres, criar sus hijos y ser consideradas generalmente como varones en sociedades de Nigeria, Camerún y Kenia. Los hausas de Sudán poseen un término similar al de lesbiana, kifi, que también se puede aplicar a varones, con el significado de «ninguna de las partes insiste en un rol sexual particular».

Cerca del río Congo, entre los nkundo, una mujer que participa en una relación emocionalmente fuerte o sexual con otra mujer es conocida como yaikya bonsángo («una mujer que se aprieta contra otra mujer»). Las relaciones lésbicas también son conocidas en las sociedades matriliniales de Ghana entre los pueblos akan.

En Lesoto, mujeres realizan lo que se considera habitualmente en Occidente como sexo: se besan, duermen juntas, frotan sus genitales y mantienen relaciones exclusivas. Pero como las personas en Lesoto creen que para que exista sexo es necesario un pene, no consideran este comportamiento sexual, ni las mujeres se consideran lesbianas.

La colonización de África ha tenido como resultado un cambio de valores; la sexualidad aborigen ya no era considerada fluida y dinámica, sino binaria y fijada de por vida. Tras la colonización, algunas mujeres que se identificaban como lesbianas fueron sometidas a violaciones con la idea de que el sexo con varones podía «curar» el lesbianismo.

A pesar del cambio de paradigma, el gobierno de Sudáfrica fue el primero del mundo que prohibió la discriminación basada en la orientación sexual en su constitución.Además, Sudáfrica fue el primer país africano (y quinto del mundo) en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Fuente:  http://es.wikipedia.org/wiki/Lesbianismo

 


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