Revista Ciclismo

Leyendas de la Paris-Roubaix (I)

Por Rafael @merkabici

Esta semana se celebra la Paríx-Roubaix, aunque eso tú, que te encanta el ciclismo, ya lo sabes. Lo cierto es que a nosotros también nos resulta esta clásica de adoquines una de las carreras más atractivas de toda la temporada, y por eso vamos a contarte durante estos días de tensa espera hasta el domingo una serie de historias sobre la que seguramente sea la más legendaria de las clásicas. Para que vayas calentando motores antes del Foret d´Arenberg.

Y hoy vamos a empezar hablándote de quien es unánimemente considerado como Monsieur Paris Roubaix (pese a solamente compartir el record de victorias con otro mito del que hablaremos otro día), que no es otro que Roger de Vlaeminck.

Monsieur París Roubaix

Monsieur París Roubaix

Campeonato de Bélgica para amateurs del año 1968. Un joven de Vlaeminck se impone con indudable contundencia. El premio es un maillot de colores negro, amarillo y rojo y, sobre todo, el hecho de que quien se lo impusiera fuera el gran Eddy Merckx, reciente vencedor del Giro de Italia y ya en aquellos momentos el mejor ciclista del mundo. En el pódium un sonriente Eddy se dirige a Roger de Vlaeminck y le felicita por su victoria. Si quieres pasar a profesionales el año que viene puedes hacerlo en el Faema, le dice, y así correrás conmigo. Una oferta irrechazable. Entonces Roger le mira a los ojos y le contesta…sí, pasaré a profesionales, pero no para correr contigo, sino para correr contra ti. Nace en ese mismo momento una de las rivalidades ciclistas más importantes de todos los tiempos, con los flamencos, con De Vlaeminck al frente, haciendo pagar caro a Eddy su asunto con los votos matrimoniales en francés. O al menos intentándolo.

Una posición perfecta, clase a raudales

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Porque efectivamente De Vlaeminck pasa pronto a profesionales, y lo hará en las filas del mítico Brooklyn, con su maillot legendario. Y pronto, muy pronto, quedará enamorado de una carrera, de una por encima de todas las demás…la Paris-Roubaix. Aunque luego el diría que no la amaba, y que sólo se limitaba a ganarla….

El año de 1972 contempla su primera victoria en esta clásica, que ganará hasta en cuatro ocasiones, y que le servirá también para convertirse en el segundo ciclista de la historia con mayor número de monumentos (tras Merckx, claro) y en el tercero en completar los cinco actuales (después del propio Merckx y Van Looy). A esa edición de 1972 le siguen la de 1974 y 1975, sin duda alguna su mejor victoria en el velódromo de Roubaix, la más especial, la más recordada.

Aquel año Merckx está completando la mejor campaña de clásicas de la historia, y ha ganado ya en San Remo, en Gante, en Flandes, en Het Volk. Más tarde lo hará en Amstel y en Lieja. Sólo un lunar, una espina clavada…la Roubaix. Quién sabe si de haberla vencido no hubiera ido con todo a por Lombardía al final del año, pudiendo completar la hazaña inédita de vencer los cinco grandes monumentos en la misma temporada…pero esa es otra historia.


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