Leyendo el juego: El nacimiento de una pasión

Sexta edición de Leyendo el Juego, la sección de Muy Fútbol dedicada a recomendar libros para satisfacer la necesidad del futbolero de ley de consumir material las 24 horas. En este caso se trata de una obra de esas que vale la pena comprar, leer, dejarla cerca de nuestro alcance, volver a leer y luego tenerla a mano como fuente de consulta permanente. Algo así como una enciclopedia, antes de que, primero Encarta y luego Internet, las destruyeran.

Todo hincha que se precie de tal conoce al detalle los orígenes de su club: cómo fue fundado, por quiénes, dónde se erigió la primera cancha, qué colores tuvo la primera camiseta, el porqué del apodo y demás características de cómo se fue forjando la identidad de la institución. Eso sí, difícilmente pueda responder estas mismas preguntas si no están referidas al objeto de su amor.

En El Nacimiento de una Pasión, el prestigioso periodista Alejandro Fabbri se tomó el trabajo de volver el tiempo atrás y rescatar los pormenores de la concepción de los principales equipos del país, aquellos que “hicieron y hacen grande al fútbol argentino”, según explica el autor en uno de los prólogos –el otro es obra de Adrián Paenza–.

Desde las archiconocidas historias de los gigantes Boca y River, hasta desconocidas aventuras de pequeños clubes de Capital y el Interior, Fabbri bucea en los comienzos mismos de la práctica de este deporte para derribar mitos, aclarar versiones encontradas, desenmascarar dirigentes que quisieron manipular la propia historia de sus instituciones, pero también para honrar a esos héroes anónimos que a puro esfuerzo convirtieron en realidad sus sueños.

Tal como uno esperaría de parte de este fanático hincha de Platense, el libro está plagado de datos. Fechas, lugares, nombres, resultados… todo lo necesario para desmenuzar la historia. Para que a los más grandes se les piante un lagrimón, a los más jóvenes se les infle el pecho de orgullo al descubrir a aquellos pioneros, y para que cualquiera pueda presumir de ser “el que más sabe” en esas típicas e interminables charlas de café o sobremesa de asado, tan típicas de la idiosincrasia argentina. De una manera u otra, una obra imperdible, enteramente de colección.