Revista Opinión

Liberalismo y polémicos debates políticos

Publicado el 18 abril 2015 por Vigilis @vigilis
Da igual que Rallo escriba en Vozpopuli o que lo haga en su blog, los comentarios que recibe siguen siendo como irse de picnic por Mordor. Aparecen bucles argumentales constantes, salpimentados por prejuicios, insultos, falsas peticiones de principio y las consabidas falacias habituales de los Uruk-hai que habitan Internet.
Liberalismo y polémicos debates políticos
Algunas de las cosas que dicen esos comentaristas ya la encontramos en Primo de Rivera: "¿que libertad tiene alguien cuya única prioridad es tener algo que comer mañana?". Esta gente tan solo repite argumentos prestados (esta vez del falangismo, pero en sus críticas al liberalismo también encontramos argumentos socialistas, etc). Claro, la cuestión es preguntarnos por qué la única prioridad de alguien es comer mañana. Qué es lo que hace que una persona tan solo piense en comer. Descartado el problema mental, debemos preguntarnos por qué esa persona no tiene cuatro ferraris y plantaciones de algodón, supongo.
Es como si estos falangistas en el armario supieran lo que tiene que necesitar esa persona mejor que esa persona. Podemos pensar que el problema de fondo es el problema de la falta de prosperidad. Este es un tema tan gravoso y pesado que una caquita de comentario en Internet no puede despachar. Como poco podemos apuntar que si defiendes la política de Robert Mugabe, lo que obtienes no es Suíza, sino Zimbabue.

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Andalucía con esteroides (uf, esto no va a gustar nada a la gente).

Otro de los comentarios que recibe Rallo por parte de las huestes de Saruman también es un viejo conocido: "el obrero que busca trabajo y el empresario que contrata no tienen la misma libertad de elección" (otra variación joseantoniana del antiliberalismo habitual que no habla de la evidente asimetría de información, sino de Charles Dickens). Claro que no parten de la misma situación y por eso existen leyes, asociaciones de trabajadores y de empresarios. Y también existen los libros y un mejor conocimiento de las cosas del mundo del que hay en los cuentos de Dickens. Todos conocemos casos de empresarios que tratan a sus trabajadores como poco más que objetos inanimados, cierto, pero ni de lejos esa es la norma porque hoy no vivimos en el siglo XIX. Además, precisamente el liberalismo nace y se desarrolla para combatir la idea de la esclavitud y de la servidumbre.
Pero no es momento de enfangarme en los habituales comentarios antiliberales. Para un liberal siempre es más entretenido discutir con otro liberal y hacer ver como que existen insalvables diferencias de principios. Las discusiones entre liberales siempre acaban siendo diatribas sobre el Derecho Natural y el rol del Estado. Temas emocionantes. Vamos a ello.
Los derechos individuales no son una licencia o una concesión que cada Estado-nación les otorgue a sus súbditos, sino el reconocimiento de la igualdad moral entre todos los seres humanos. En tal caso, no será el Estado el legitimado para decidir quién circula por el interior de sus arbitrarias fronteras políticas, sino que debería ser cada ciudadano quien dispusiera de la potestad para invitar, contratar o relacionarse con cualquier otra persona del globo.

Yo encuentro dificil hablar de derechos sin un código legal donde estén descritos esos derechos y sin legionarios romanos a su alrededor velando por ellos. Reconozco el interés que tiene el debate teórico sobre el derecho de las gentes, pero hacerlo ignorando al elefante en la sala es poco productivo.
Efectivamente el derecho de la persona nace antes que el Estado y no depende del Estado... pero sólo se puede defender dentro de un Estado (un Estado que puede ser una urbanización comunitaria con cuerpo de seguridad contratado, pero Estado al fin y al cabo).

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El principado de Sealand tenía que haber montado un casino.

Reconocer la igualdad moral entre todos los seres humanos es una petición de principio del liberalismo con la que todos los liberales estamos de acuerdo. Pero esta petición de principio sólo cobra sentido en el momento en que la igualdad moral con la que nacen los seres humanos se transforma en igualdad política que comparten los ciudadanos. Cuando en Cádiz votaron la Pepa, los diputados no dijeron "venga, ya está, ya tenemos la Pepa, vámonos a casa", sino que tuvieron que organizarse para defender la nueva comunidad política. Los terroristas franceses de finales del XVIII no se fueron a casa a ver Betty la fea después de cortarle la cabeza al rey, sino que se quedaron en París a organizar el naciente estado.
Es decir, se trata de convertir el principio en ley porque si no lo conviertes en ley ese principio tan solo servirá para adornar una camiseta jipi. ¿Y cuál es la implicación de la ley? La existencia de un estado donde se aplique esa ley (y puedes estirar el concepto de Estado lo que quieras, que seguirá siendo Estado. La Atlantis de John Galt era un estado, un estado de capitalismo jipi, pero estado al fin y al cabo).

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Muros para que la gente no salga. El concepto.

Efectivamente, en el tema de la inmigración que comenta Rallo no es el Estado el que decide quién circula por el interior de sus fronteras, sino cada ciudadano, como miembro de esa comunidad política, el que participa en la creación y defensa de las leyes que luego dicen quién camina dentro de sus fronteras.
A continuación viene el espinoso asunto de la eutanasia o suicidio pactado. Esto no es que sea un asunto liberal, es que ni siquiera es un asunto político. ¿Por qué? Porque en ningún caso se trata de una decisión. Una decisión implica una duda, una alternativa. En la muerte no hay la posibilidad de echarse atrás. Un muerto no puede decir que ya no quiere ser muerto. Si alguien está en las orillas del Aqueronte y no hay nada que hacer, eso lo decidirá un médico, Dios o el inventor del Trivial Pursuit. Lo que ocurra al otro lado de la puerta verde no es un asunto político. No es que esté a favor o en contra de una ley de eutanasia, es que sencillamente es algo que se queda fuera del ámbito de decisiones de la comunidad política. No existe, en tales términos, el concepto de "ley de eutanasia".

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¿Cómo evitar la pendeinte resbaladiza?

Ahora bien, aunque coincida con la conclusión de Rallo, no comparto la idea de la propiedad de la vida (que aquí no comenta, pero es algo que se suele escuchar). Uno no es propietario de su vida porque uno es su propia vida. Si alguien fuera propietario de su vida podría venderla o comprarla a otros. Incluso alguien con mucho poder podría robar las vidas de muchas personas. Eso se llama comunismo. La vida no es un "bien" que posea nadie.
En el asunto de las drogas tan solo llamar la atención sobre el concepto de "restricción razonable" (Rallo comenta lo de no conducir borracho). Aquí sí que tenemos un asunto político: ¿en qué forma el hecho de estar drogado afecta a la libertad de terceros? Alguien drogado que camine por la calle puede andar tropezándose con las señoras. ¿Debemos multar a esa persona o prohibir caminar drogado? Se trata de un asunto que la comunidad política debe administrar. No sé si a nivel municipal, por barrios o a nivel estatal, lo que sé es que la actual legislación sobre drogas sólo beneficia a los narcos. Es más, algo que no se suele decir es que en el momento de legalizar el consumo de alguna sustancia, el número de adictos disminuye. Esta es la típica cosa que todo el mundo sabe pero que nadie arregla porque la economía sumergida ofrece galácticas rentabilidades (echad un vistazo al enlace).

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Ilegalización de las drogas, creando prosperidad en Londres desde los tiempos de las guerras del opio.

Después viene la prostitución. Lo dicho: combatir la esclavitud y proveer el ambiente para que la gente no tome decisiones desesperadas. Más allá no encuentro gran diferencia entre la prostitución y la psicología.
Luego hay una cosa que se llama "gestación subrogada" (vientre de alquiler) que desconozco la razón por la que es un tema de debate. Lo que hagas en tu dormitorio o en tu laboratorio con personas adultas que consientan fuera de la esclavitud y el abuso, es cosa tuya. Ahora bien, si nace un niño de ese arreglo, lo de las abejitas se lo explicas tú.

Liberalismo y polémicos debates políticos

No juzquéis si no queréis ser juzgados.

En general veo que muchos de estos temas tienen el problema de ser o no considerados políticos. Hay algunos otros temas fuera del ambiente económico en los que el liberalismo también ofrece alternativas fuera de las corrientes dominantes. Está el asunto de las lenguas oficiales, el mero concepto de lengua oficial tiene poco sentido. Está el asunto del aborto, en el que jamás habrá un acuerdo y es más fácil encontrar insultos que soluciones. Está todo lo relacionado con la Kultur, que es una gran excusa para crear élites que favorezcan discursos políticos (o simplemente la creación de una religión civil). Está el asunto del papel del deporte en la política, que no parece tener mucho sentido. E incluso más allá el tema educativo, el de la política territorial (el olvidado papel de los ayuntamientos) y por último el asunto de la política internacional, la intervención y el alineamiento.
El problema es que el liberalismo no da una solución compacta a todos estos temas, sino que tan solo aporta ciertas líneas de pensamiento iniciales a partir de las cuales la gente va tomando partido. Esta heterogeneidad es una debilidad intrínseca del liberalismo, pero al mismo tiempo es su fortaleza en el sentido de que el liberalismo requiere de un rigor intelectual más exigente que otras líneas de pensamiento de nuestra época como la del tecnocaciquismo ladrónico, el retrosocialismo católico o el neotradicionalismo bioparticularista.
Retorno a lo clásico


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