Revista Cultura y Ocio

Libra. Don DeLillo

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Libra. Don DeLillo
     "Corría el año en que él viajaba en metro hasta los confines de la ciudad, trescientos veinte kilómetros de vías férreas. Le gustaba instalarse en la parte delantera del primer vagón, con las palmas de las manos apoyadas en el cristal. El tren taladraba la oscuridad. Los viajeros aguardaban en pie en los andenes con la mirada perdida en el vacío, una actitud sustentada por años de práctica. Al pasar a toda velocidad se preguntaba quienes eran en realidad. Su cuerpo se estremecía en los tramos de mayor aceleración. Viajaban tan rápido que a veces creía que estaban a punto de perder el control. El ruido crecía hasta un nivel doloroso que él asimilaba como una prueba personal. Otra curva delirante. Había tanto hierro en el chirrido de esas curvas que casi podía saborearlo, como cuando, de pequeño, te llevas un juguete a la boca."
     Una de las formas que tiene un escritor de demostrar su maestría es escribiendo algo que esté ya contado mil veces, de mil maneras, y conseguir hacerlo propio y único. Pongamos, por ejemplo, la muerte de Kennedy. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Libra.
     Conocemos lo sucedido el 22 de noviembre de 1963. También a Lee Harvey Oswald.
     Nos gustan las fechas. Todas. Google lo sabe y nos dice qué día conmemoramos de forma diaria, porque nos gusta. Las recordamos todas y particularmente aquellas relacionadas con un evento trágico. Y ahí está el 22-N: la fecha del asesinato de Kennedy. Tal vez no la recordemos si nos la preguntan, pero todos sabemos lo que pasó, más o menos ya que en realidad nadie lo sabe a ciencia cierta. Hubo una comisión, Warren, que dijo que un tal Lee Harvey Oswald fue su ejecutor, y años después un comité presentó un informe diferente en el que se hablaba de varios francotiradores e incluso de la posibilidad de una conspiración desde el propio gobierno o la CIA. El caso es que todos conocemos las imágenes en las que se ve al presidente en su coche y lo sucedido segundos después. Y así es como DeLillo utilizando varias voces, incluida la del narrador, nos presenta a Oswald ya sea en la marina, en la URSS o durante su infancia en la que se ve pobreza y la falta de una figura paterna. Así es como crece un Oswald inconforme e incapaz de encontrar su lugar que parece buscar una especie de utopía que le permita sentirse a gusto. Y este será el hilo central que lleve al protagonista a convertirse en uno de los nombres más conocidos de la historia de los Estados Unidos e incluso a ser portada de aquella revista que tanto miró en su juventud.
Libra. Don DeLillo
     DeLillo entra con esta novela en la teoría conspiratoria, introduciendo Cuba, la política, a ex miembros de organizaciones gubernamentales, y todo aquello que tiene al alcance de su mano, para explicar bien en el hilo central o en los satélites de la novela, lo sucedido. Es verdad que las conspiraciones parecen uno de los temas favoritos del género humano, y que en el caso del asesinato de un presidente puede ser, además, resultón, pero hay que saber hacerlo bien. Para ello el autor además de desmontar la credibilidad del Informe Warren, demostrando la presunción de manipulación, se dedica a jugar con el lector. Es decir, todos los datos de los que parte, son reales, pero su obra es ficción, de tal forma que rellena huecos existentes o amplía datos, particularmente conversaciones, ya conocidas para crear un entramado en el que es fácil caer y terminar convencido de aquello que nos está diciendo. DeLillo nos muestra a un Oswald un tanto ambiguo, del que contando apenas, es capaz de situar en planos bastante íntimos y dejar en el lector esa sensación de pobre tonto que no conseguimos despegarnos mientras acariciamos la expresión "tonto útil" en determinados momentos de la novela. Y con todo ello, además, sorprende. Sorprende su capacidad para sorprender, y para ser original en uno de los temas más trillados. La posibilidad de convertir algo tan visto en una gran novela cuya lectura es un placer y que no se percibe como una revisión, sino como una historia en sí misma.
     Hay cosas que requieren oficio para poder hacerlas. Don DeLillo lo demuestra claramente en Libra. Hay que leer a DeLillo. Merece la pena.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.

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