Libros de papel

He salido a la calle con los ojos como platos, y eso que hacía un sol de justicia, pero este cierzo, que va a acabar con mis tímpanos este invierno, me ha obligado a volver a casa para ponerme mi gorrito “minnesotta”, la bufanza, los guantes y esas orejeras dudosamente ergonómicas que venden en los bazares chinos.

MiKe STiLKeY.

Me gustan los rastrillos, sobre todo esos que no van de nada en concreto pero donde puedes encontrar de todo en general. El domingo es mañana de paseos por una avenida poblada de gente de todas clases, con bolsas blancas y verdes, grupos de cuarentonas, parejas jóvenes en busca de gangas, amigas con ganas de pasear y echar un vistazo, vendedores con carritos del sabeco repletos de género que vender en un puesto propio o alquilado, o con mercancía para cambiar, descambiar jugando al trueque…. Son geniales esos puestos desordenados en los que todo se mezcla pudiendo encontrar un catecismo manuscrito al lado de una nancy en pelotas abrazada a una lámpara de minero, de esas que utilizaba mi padre cuando trabajaba en la Mina. Montones y montones de objetos que pasaron a llamarse cosas porque el paso del tiempo hizo que, aunque podían seguir cumpliendo sus funciones, acabaran en una caja del sótano, en almacenes perdidos, o en contenedores habilitados para las mudanzas de algún piso decimonónico y no heredado por nadie físico.Eso, por ponerme “súper happy de la vida”, porque mucha de toda esa morralla que yace en el suelo todos sabemos que ha sido, simple y llanamente, robada.  Es difícil adivinar cuáles de todas esas posibles futuras adquisiciones customizables han sido tiradas al contenedor, que sería lo más tranquilizador. Porque a mí la verdad es que ya hace mucho tiempo que no me supone el más mínimo problema llevarme una mesa de los años 70 a mi casa desde el contenedor de basura donde la haya encontrado. Es una mesa que alguien ha tirado, es decir, no la quiere. (Es inevitable llegados a este punto no hacer caso a esa vocecita dulce que imaginas en la mesa diciéndote porfi porfi, llévame a tu casa que en tu salón quedaré francamente bien, soy la mesa que todo salón querría tener, soy fiel, no tengo titis -carcoma-, y no estoy coja (Nuestra casa tiene reservado el Derecho de Admisión, madera con carcoma no entra, sillas o mesas cojas…..si mi suegro puede arreglar eso perfecto si no a la calle).

Su BLaCKWeLL

El domingo es, pues, ese paseo y todas las reflexiones a las que acompaña ese paseo. Puedes encontrarte, por ejemplo, con dos individuos vestidos de árbol de Navidad, con su espumillón, bolitas doradas y rojas y una estrella apuntando a Belén pegadita en la frente.   Este tipo de personas a las que no quieres mirar del todo porque te da como cosica, pero que por alguna extraña razón  (llamada morbete) no dejas de mirarlos. Y al mirarlos a los ojos inconscientemente (porque soy de esas personas que cuando hablan contigo te miran a los ojos -maldita estupidez de custumbre a veces-) te miran a ti, metiéndose en tus ojos con una profundidad cavernosa mientras te susurran:

“Dios te ama”.

He visto demasiadas películas en las que aparece el típico cabrón que te mira fijamente y sabe lo que estás pensando o , lo que es peor, sabe lo que está pensando un familiar muerto y te lo dice así a bocajarro, sin preparación psicoterapéutica ni nada, argumentando que está ahí, ahora te acaricia la mejilla y te dice una frase que sólo él y yo entenderíamos….Pues esa es la reflexión exacta con la que mis ojos se han vuelto a abrir como platos…

CaRa BaReR

Ya no paseaba, estaba sumida en una suerte de deambulamiento retrospectivo interno que sólo me permitía escuchar a lo lejos la sirena de un coche de policía. Las sirenas de la policía, la de los bomberos…en fin las sirenas de ciudad, tienen el poder de despertarte de cualquier sueño o ensueño o de lo que sea. Así que he descubierto a siete pasos el accidente de un autobús urbano empotrado en una farola, una patrulla de policía, y gente por todas partes hablando, preguntando, mirando, haciéndo fotos con sus iphone fours es (directito que va todo el embrollo a instagr.am). Y a todo esto pasa un buga picando rueda justo delante de los polis como diciéndoles: Mirad lo que hago pitufines porque me sale de los cojones, que ahora como estais ocupaos con algo más gordoooooo. Y dos niños paseando con sus bici recién estrenadas a dos metro de todo este asunto, ajenos a todo, ajenos a ese tontolculo que si no llega a ser porque Dios lo Ama, se los carga y listo.

BRiaN DeTTMeR

Lo del Tío de la Vara no me parece una empresa demasiado descabellada. Yo creo que este país necesita un atractivo y fornido Hombre de la Vara, que recorte, pero en silueta, y nos cruja vivos de vez en cuando…A todos sí, porque ya me dirás a qué fin me he comprado cuatro libros por un euro con el nombre del primer propietario en la primera página, junto a la dedicatoria del autor del libro. Así que no pudiéndome quitar a ese tío de la vara imaginario sobre mi conciencia he pensado lo siguiente: Ahora estoy en paro, como tengo tiempo para hacerlo y mi vida necesita momentos de distracción mental, voy a buscar al propietario de este libro para preguntarle si tiró a la basura este libro, y si es así por qué lo hizo. Si no le interesa tenerlo le daré un euro y le diré: Gracias, esta es mi tarjeta, si tienes más libros autografiados que tirar llámame, te invito a un café. Si no lo tiró y sigue queriéndolo (y mucho), me dará las gracias y espero que me invite por lo menos a una buena conversación mientras nos tomamos un café.

Feliz lunes!!!

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