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Lo bueno y lo malo de ser emprendedor

Publicado el 12 enero 2017 por Marketing News Marketing News @Marketingn
Lo bueno y lo malo de ser emprendedor

Hasta el momento he tenido dos empresas; una firma de búsqueda y selección de ejecutivos durante 7 años y, desde hace 10 años, una firma de consultoría en gestión de innovación. Estas son mis reflexiones alrededor de lo bueno, lo malo y a veces lo feo de ser empresario.

Lo bueno

– ¡Libertad, libertad, libertad, autonomía y flexibilidad! Nunca me sentí del todo cómoda con jefes. He tenido un espíritu independiente desde pequeña y no me gusta que me “controlen”, así que funciono muy bien en ambientes de alta autonomía, en los cuales creas tu propio camino y asumes las consecuencias.

– Obviamente, trabajar las horas que uno quiera y desde donde uno quiera, pero eso ya pasa en muchos trabajos, así que no es exclusivo de ser empresario.

– Ser emprendedor mueve pasiones profundas; desde la euforia más grande hasta la tristeza y sensación de derrota más aplastante.

– Ser empresario te da la oportunidad de juntarte con personas espectacularmente talentosas que comparten tu visión y enriquecen tu vida profundamente.

– Saca el guerrero que llevas adentro, aprendes a hacer dinero y con cada año que pasa afinas la “máquina de hacer dinero” para activarla cuando quieras y donde quieras. La cantidad de dinero que ganas se correlaciona positivamente con la cantidad de valor que ofreces. A medida que te vuelves más experto, generas más valor y las recompensas económicas son proporcionales.

– La velocidad de ser empresario es aturdidora a veces,  pero para el que le gusta la adrenalina este es el mejor estado. Te das cuenta que cuando pisas el acelerador, las cosas se mueven y a veces a una velocidad impresionante.

– Las ideas te atacan en todo momento, en el carro, en la ducha, y  es difícil desactivar la mente.

– Los golazos te generan euforia. La sensación de logro, de sacarla del estadio, es adictiva.

– Hay un momento en el cual te das cuenta que tu compañía ya no es pequeña y que empiezas a entrar en las “grandes ligas” (pocas compañías de consultoría sobrepasan la barrera del millón de dólares anuales). Esto trae grandes retos y satisfacciones que posiblemente no tendrías siendo empleado.

– ¡Los socios! Me encanta tener socios porque siento y confirmo que la unión hace la fuerza. No siempre es fácil, y a veces se mueven pasiones muy profundas en la sala de juntas, pero vale la pena 100% cuando te unes con personas apasionadas,  capaces y luchadoras como tú.

Lo malo

– Esas pasiones y sentimientos profundos que mueve ser emprendedor no siempre son fáciles de entender y manejar.

– Ser líder es una responsabilidad enorme, y a veces uno no tiene ganas de serlo, pero toca. Sabes que hay un equipo de personas para las que debes ser un ejemplo y en ocasiones uno no quiere hacerlo.

– Insomnio, duermes poco y tienes mucho estrés. Eres tan adicto a tu trabajo y eso causa que tu familia, amigos, salud y estado de ánimo sufran.

– Hay una sensación permanente de poco tiempo para hacer todo lo que quieres hacer. Hay que tener mucho foco y saber qué añade valor y qué no. Ser empresario es aprender todos los días a decir NO. Es una habilidad que vas puliendo con el tiempo.

– Requiere una autodisciplina  muy grande. La autonomía que tienes como empresario es fascinante, pero requiere enormes dosis de foco, automotivación y compromiso.

– Tienes que tomar decisiones todo el día, todos los días, y a veces es agotador mental y emocionalmente. Cuando mi empleada me llama y me dice: “Sra. Cristina, ¿qué hacemos de almuerzo’”, me provoca ahorcarla. ¡Lo que sea! ¡No quiero pensar en eso! Igualmente mi forma de vestir se ha deteriorado: jeans, camiseta, una chaqueta cualquiera y chao. No quiero pensar en eso tampoco.

– Caes en cuenta de que una cosa es ser artesano y otra es ser empresario: el cocinero por vocación puede amar hacer pastelería, pero no gerenciar la pastelería. Ambas cosas requieren habilidades, motivaciones y conocimientos distintos.

– Tu negocio se apodera de tu vida: el compromiso con algo tuyo se puede volver obsesivo. Simplemente estás haciendo lo que hay que hacer para sacar adelante tu empresa porque la amas con locura. No importa cuánto te esfuerces, nunca es suficiente. Todo puede hacerse mejor, más rápido y más eficiente.

– Los fracasos duelen en el alma y a veces sacan lágrimas. Los días buenos son espectaculares, pero los malos son una pesadilla.

– No hay días de descanso; el descanso hay que ganárselo y a veces pasan años antes de que uno pueda tomarse unas buenas vacaciones o hasta un sabático.

– Me cuesta trabajo verle lo malo a ser emprendedor. Soy de esas personas que no nacieron para ser empleadas; lo fui durante más de 12 años, fue una etapa maravillosa de la que aprendí montones, pero navegar las aguas políticas y la lentitud en la toma de decisiones de las organizaciones grandes no va conmigo.

En últimas, caes en cuenta de que el gran reto de ser empresario es construir una empresa que trabaje para ti y no tú para ella. Esto toma muchos años, pero vale demasiado la pena. Me siento profundamente afortunada de ser empresaria. Emprender es para valientes, y lo volvería a hacer una y mil veces más.

Por: María Cristina Córdova L.
Directora Unidad de Redes de Innovación de KATHARSIS
Directora Club de Innovación – Colombia

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