Revista Infancia

Lo más maravilloso del mundo es querer·❤

Por Gemmah

Bua, me encantaría poder explicaros la felicidad de salir de casa ilusionada porque vas a por una sorpresa que nadie imagina y que, al volver, vuelvas todavía más emocionada de lo que te fuiste.

Siempre se me dió demasiado bien esto de tramar cosas en secreto pero, no hablo de cualquier cosa, sino de regalos a lo grande, de esos en los que se te queda la cartera temblando y te duele un poco el riñón. ¡Eso que, más que regalos, son locuras que sólo las cometes por quién lo merece!

Y tengo que decir que él, se lo merece más que nadie.

Excepto porque ya no siento casi ni los pies de patearme la ciudad durante toda la tarde, reboso felicidad frente a la pantalla del ordenador, y sonrío cual niña pequeña en un parque de atracciones.

A veces, no se si me entenderéis, pero siento tanto, que no se ni cómo explicarlo. Supongo que es lo que tiene estar enamorada o que no te hubiesen tratado así antes. Es como que, aunque pasen mil cosas malas o que nos entorpezcan el camino, cada mañana me levanto con una sonrisa.

Lo primero que hago es buscarle en la cama y abrazarle. Ahora creo que, ya no podría vivir sin eso. Y hacer mil planes juntos, da igual dónde. Y aunque adoro el tiempo con él, también me encanta cuando trabaja, porque me da la oportunidad de tramar lo que a mi me de la gana durante 8 horas seguidas, sin que se espere absolutamente nada, como hoy.

Espero que le guste el regalo. Yo, al menos, se lo he comprado con todo el esfuerzo y el cariño del mundo. Ahí está, encima de la mesa del salón, si levanto la vista del ordenador, lo veo. En su bolsita, bien cerradito, aunque es cierto que con el logo de la tienda en la bolsa, no cabe duda de que sabrá lo que es antes de que lo abra.

Me tengo que inventar alguna excusa para que vaya hasta la mesa, creo que voy a decirle que me la he cargado, que la he dado un golpe sin querer y que, como es de cristal, que se ha roto. De hecho, se lo voy a decir desde el momento en que abra la puerta de casa y diga “hola amore”, que así causo más inquietud.

Espero que no tarde mucho en cerrar la puerta y llegar hasta el salón, porque no os imagináis las ganas que tengo de ver su cara.

Y mientras, yo aquí, ideando un plan que, seguro que se chafa, bien porque no se crea que he roto la mesa o bien porque se pase por la cocina antes de venir al salón.

Hasta el dolor de tripa que me provocan los nervios en estos momentos, es genial si el resultado es ver su sonrisa al llegar a casa y abrirlo.

En serio, creo que lo más maravilloso del mundo es querer.

LO MÁS MARAVILLOSO DEL MUNDO ES QUERER·❤


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