Revista Cultura y Ocio

Lo poco que me queda

Por Aceituno

Daniel Ramos

Hoy toca cerrar los puños y apretar los dientes, colocar nuestra mirada más agresiva y tensar todos los músculos del cuerpo. Posición de ataque. O de defensa, según las circunstancias. Aunque también puede ser una posición de rabia, de ira, de no entender qué coño está pasando y porqué me pasa a mí.

Así debe sentirse Vilma, con una mezcla de rabia y de incredulidad, de impotencia y de incomprensión, de ira profunda y de enfado perpetuo. Imposible de explicar. Imposible de poner con palabras. Solo ella sabe cómo se siente y tampoco sería capaz de explicarlo porque la tristeza está también presente en la ecuación y no deja que se formen las oraciones. Los textos quedan incompletos y las ideas vagas y vacías, como neutras, escandalosamente amorfas y sin vida.

Lo único que sería capaz de afirmar es que no es capaz de afirmar nada, esa es su única verdad. Su único consuelo es que sabe que no está sola, sabe que hay gente a su lado que está dispuesta a mostrarle su amor, a cuidarla y a dar lo mejor de sí mismos para ella. Gente que no espera nada a cambio, solo una recuperación lo más rápida posible y sin estridencias, lo más silenciosa posible también.

Estamos todos contigo, Vilma, incluso los que no tenemos fuerzas para luchar, las sacamos de donde sea, de un tronco viejo, por ejemplo, para luchar por ti, para verte recuperada lo antes posible y volver a disfrutar de la Vilma de siempre.

Miles de besos y toda la fuerza que me queda van camino a Rancagua para tratar de sumar y aportar un granito de arena más.

Me pongo en posición de ataque y lanzo mi onda con todas mis fuerzas.


Lo poco que me queda


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