Revista Diario

Lo que duele en Afganistán, Duele en todo el Mundo

Por Nasreen_amina
Lo que duele en Afganistán, Duele en todo el Mundo

Comunidad Internacional: ¿Dónde esta la Justicia para las mujeres afganas?

Foto: Courtney Body

Hace unos días, nos horrorizábamos con el video de una mujer acusada de adulterio, que luego de ser maltratada y violada por dos comandantes afganos, fue ejecutada a sangre fría mientras un grupo de 100 hombres vitoreaba e invocaba el nombre de Allah. Terrible, injusto, salvaje, animal… Patriarcal.

Pienso en unas frases que publiqué en mi status de Facebook hace unos dias: ” Soy Feminista, en un un mundo hostil a la palabra mujer. Soy mujer, en un tiempo en que el Feminicidio nos ha vuelto desechables…

Así parece ser, de acuerdo a las imágenes del video. Una mujer que espera su destino, el fin que decidieron otros. Otros que la violentan y luego la hacen responsable de ello. Otros que la ejecutan y luego la acribillan para que no quede ninguna duda de que está bien muerta. Como se hace con las ratas, con las plagas, con los gérmenes… Otros que vitorean su muerte como cuando se caza una presa y que, más encima, atribuyen a Dios la voluntad de quitar una vida.

No es Dios culpable de la violencia contra la mujer, sino lo que el Patriarcado ha hecho con la mujer en nombre de Dios. En el Dios en el que creo, hay una mujer como yo, que ha sido silenciada, robada de la historia, negada como sujeto divino…

Lo que duele de Afganistán es que a pesar de los discursos de supuesto progreso, las mujeres siguen siendo seres sin alma ni derechos.  Lo que duele es que muchos países del mundo parecen estar de acuerdo en este concepto. Según un artículo escrito por Teresa Mollá, en Tokio se han reunido más de setenta países y organizaciones internacionales para donar a Afganistán la nada despreciable cifra de dieciséis mil millones de dólares para la reconstrucción de Afganistán.

A cambio de esa importante cantidad de dinero, los países y organizaciones le han pedido al Presidente del Gobierno de Afganistán, Hamid Karzai, que se combata la corrupción para que el dinero llegue a la ciudadanía, que se elabore un calendario para celebrar elecciones entre 2014 y 2015, que se mejore la gestión pública y que también se mejore la defensa de los derechos humanos.

Ni una sola palabra a la situación concreta de mujeres y niñas en aquella sociedad marcada por las reglas tribales y por las de los talibanes que las consideran poca más que animales. Y son la mitad de la población y las madres y hermanas de la otra mitad!!

No me canso de repetir que no es el Islam el que autoriza la violencia contra la mujer. Sin embargo, se le usa para justificar, ordenar, reglamentar y excusar la más excecrables acciones contra una parte de la humanidad: Lapidación, Mutilación Genital Femenina, Violencia doméstica, Femicidio de Honor, entre otras atrocidades. No es el Islam, sino algunos de los que dicen tener autoridad para hablar en su nombre,  los que promueven el exterminio de las mujeres en nombre de Dios, como si fuésemos una lacra. Lamentablemente, son una minoría poderosa, apoyada por países occidentales debido a la necesidad política de tener un enemigo en discordia, que a la vez sea proveedor de petróleo.

Ellos son la verdadera lacra. Lacra islámica. Lo digo y qué. Ya estoy harta de sus videos, prédicas y artículos con discursos y apologías donde llaman a odiar: Al Judio, al Cristiano, al no árabe… llaman a odiar a la humanidad. Llaman a odiar al ciudadano occidental común y corriente,  se presentan como los únicos portadores de la verdad espiritual y, al mismo tiempo, hacen tratos con los países occidentales que tienen la política anti-humana más perversa, como los Estados Unidos y la OTAN.  Asi, legitiman y financian su discurso de odio.

Hay un dicho famoso, que se repite una y otra vez: “Sigue el Islam y no a los Musulmanes”. Es verdad. Hay que separar el mensaje del Islam basado- como dice Asma Lamrabet- en la Justicia social, la Razón y la libertad, de las lacras que se apropian de él para beneficio propio, ante la indolencia del resto del mundo, porque los seres humanos más afectados por su mal uso son mujeres. No son pozos de petróleo, minas de oro o depósitos de gas natural: Son mujeres.

Lacras como el presidente Kazai de Afganistán que hace poco, sin que nadie poderoso se opusiera, dictó leyes que significan un retroceso en los derechos de las mujeres: Derecho del marido a usar la violencia como medida disciplinar y la autorización a exigir relaciones sexuales a la mujer sin su consentimiento, lo que es igual a decir que el gobierno tolera la violación marital.

Lacras como Mahmud Ahmadineyad, que hace unos días inauguró la conferencia mundial “Mujer y Despertar islámico” en Teherán, diciendo que “las mujeres constituyen una fuerza valiosa en el progreso de la humanidad”. Sí Mahmud, lindo el discurso, pero no te puedo aplaudir porque, mientras tanto, tienes prisioneras en Evin, a relevantes defensoras de los derechos humanos de tu país. como Narges Mohammadi o Nasrin Sotoudeh , sin contar los cientos de mujeres que tienes en prisión por “delitos a la moral” como llaman en Irán a los derechos sexuales y reproductivos o “peligro a la seguridad nacional” como se dice allá, cuando una mujer escribe un blog.

Hipócritas. Hacen de la misoginia un privilegio divino del varón. Predican a favor de la restricción de nuestros derechos, hacen apología de la violencia de género, de todo tipo, en las mezquitas y justifican la violación como medida de “disciplinamiento”; encuentran justo crimen de honor, les excita el matrimonio forzado de niñas y al mismo tiempo, alegan que el Islam elevó la posición de la mujer desde su revelación.

Mienten.

… Y cuando una mujer les pregunta, en que parte del libro Dios ha ordenado todo eso, y porqué disfrazan de revelación divina sus opiniones personales, se quedan callados y desde los altos mandos de su privilegio machista, la tildan de loca o la envían al calabozo.

No obstante, no todo el mundo es Afganistán o Irán y los femicidios, la violencia contra la mujer, la violación, la trata con fines de explotación sexual, siguen aumentando y se convierten en parte del paisaje cotidiano. Un paisaje que se tiñe de sangre, dolor y ausencia por cada mujer que tiene que morir y/o sentir sobre sus hombros, la opresiva carga de un patriarcado legitimado por el sistema socio-económico, por los medios de comunicación y las instituciones; por los estados orientales y occidentales, de todo color y régimen, que se convierten en los asesinos, proxenetas y opresores de la parte de la humanidad a la que pertenecemos, cuando no oyen, o no quieren oir, nuestras demandas por mayor participación; cuando no saben, o no quieren saber, que nos está ocurriendo, como estamos muriendo.

Lo que duele en Afganistán, duele en todo el mundo. Sin importar el Dios en el que creamos- sin importar si creemos en Dios-  le duele a cada mujer consciente de que nuestro destino es común y por ahora, es muy violento. El Patriarcado es aliado de la guerra, de las democracias que reproducen la pobreza y la exclusión, del capitalismo y hasta de la cooperación internacional, que le permite a una parte del mundo legitimar la opresión sin sentirse tan culpables.

Sin embargo, en medio de tanta violencia y desolación, todavía hay mujeres; y como en la caja de Pandora, las mujeres son la esperanza… Una esperanza para sí mismas, para otras mujeres y para la humanidad.

Ayer, cientos de mujeres afganas marcharon en Kabul (fotos), para pedir justicia a favor de la mujer ejecutada y protestar contra la violencia de género. Mujeres que me hacen pensar en unos versos de Alejandra Pizarnik:

“Soy mujer.Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno corazón guerrero.”

Somos mujeres. Estamos aquí. Exigiendo a gritos,la parte que nos corresponde del mundo. Y no vamos a callarnos la boca, ni a desaparecer.

Firma aquí la petición para que los países dejen de dar dinero a Afganistán mientras no se respeten los derechos de las mujeres.


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