Revista Cultura y Ocio

Lo que duele – @KalviNox

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Siempre hay una noche más fría que otra, y no hablo de temperatura.

La de hoy lo es. Preparo el fuego, un cenicero acompañado de varias velas, licor en una copa con hielo, y unas hojas de papel donde escribir las cosas que solemos esconder a los demás.

Dicen que cuando te quedas  a solas contigo mismo, sea de noche o no, con tus pensamientos, es cuando haces balance del día o de tu trabajo, o tal vez de tu vida. Es cuando sacas ante tus ojos esas cosas que te guardas.

Analizas cada momento vivido en tu día a día, y cómo no, a cada persona que se cruza en ella.

Esos ratos en que te relacionas con más o menos afinidad con gente que conoces. Esos trozos de confianza que solemos repartir por ahí, tengamos suerte en ello o no.

De preguntas banales o de aquéllas más personales en las que te das cuenta (a veces no), de esa capacidad que tienen las personas de esconder sentimientos. Cuando preguntas a alguien conocido qué tal le va en el trabajo y notas la esquiva respuesta en un “psss, bien” mientras encoge los hombros. O ese amigo o amiga al que le preguntas por su vida sentimental y te responde con un simple “estoy bien”, cuando de sobra notas y sabes que no lo está. Esas veces que te paras a saludar a esa persona que sabes en soledad, después de haber perdido a alguien importante en su vida, esa media sonrisa al contestarte…

A veces solo nos hace falta mirar a los ojos para saber la verdad.

De las respuestas con aires de dureza cuando sabes que por dentro se está desmoronando la persona, son las que más se notan. Qué buen escondite es el orgullo para lo que nos jode, creemos.

Las preocupaciones, los miedos, esos pequeños o grandes fantasmas que viven en nosotros y que a nadie contamos. Es cuando nos miramos al espejo y sentimos las inquietudes, los fracasos, las ganas de llorar por cosas que pasaron y que quieres enterrar, pero no puedes.

¿Cómo voy a salir de ésta? ¿Qué va a ser de mí ahora? ¿Qué soy?, y la peor de todas, la que más daño que creo que hace en nosotros: ¿Por qué?

Qué duro y difícil es contar todo eso.

Si amaste y se terminó, si entregaste lo mejor de ti a la persona equivocada, lo que duele a veces no es el tiempo perdido, sino lo que nunca vio en ti, o lo que nunca te reconoció. Son todas esas cosas, cuando tocas esos temas con alguien dependiendo de la confianza que tengas, puedes notar en su gesto lo que le pasa. Bajar la mirada, girar la cabeza para mirar hacia otro lado, lo puedes palpar. Todo eso, lo que duele.

Cambiar de conversación es una buena salida, pero solo un paréntesis en lo que pensarás tarde o temprano. Quieras o no, lo asumas o no, pasar página pesa. Y duele.

Solo queda superarse y avanzar, cueste lo que cueste. O rendirse, pero eso duele más.

Con suerte, siempre habrá alguien dispuesto a echarte un cable, sí, esa gente que te conoce bien, esa que te ha vivido y sigue contigo pase lo que pase. Una parte de nosotros es de aquéllos que, sabiendo lo que nos duele, van ayudando a enterrarlo con nosotros.

Los que merecen tu sonrisa. Los que están.

Cuídalos.

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