Revista Opinión

Lo que la Masonería ha producido en mí

Publicado el 27 febrero 2015 por Habitalia
Hermanos, queridísimos hermanos, hoy toca hablar de la parte del cerebro que confundimos con el corazón, que no hace sino que alterar sus ritmos ante emociones impactantes o fútiles, según su relevancia.

No os descubro nada nuevo diciéndoos qué magia interna es la que implosiona de manera incontrolada, el tobogán rizado de sensaciones que nos atraca el organismo con balas de muerte y renacimiento, es una espiral contínua de reencarnación de uno mismo al ser iniciado.

Sólo unos cuantos la experimentan y jamás la olvidan. Y cómo describir la paz que se nos injerta con las manos dentro de unos guantes que nos acompañarán toda una vida, escuchando la bienvenida del Orador. Unos guantes que jamás nos quitaremos en la inmensa tarea que supone ser masón.

Me siento orgulloso, me siento satisfecho.

Por fin encontramos las preguntas. De vez en cuando algunas respuestas que conducen a preguntas nuevas. La curiosidad del aprendiz siempre insatisfecha, aún profundizando en los Augustos Misterios de la Orden, avanzando en grados que no hacen sino retornarte al origen de la iniciación. Todo conduce a ese momento, a la muerte. En masonería la muerte es pasado, y el futuro deceso sólo será un trámite a un Oriente algo más conocido por los que sabemos que al evolucionar, al saber la reducida dimensión de nuestros conocimientos adquiridos en la masonería, nos acerca de nuevo a aquella habitación reflexiva.

La evolución intelectual y espiritual paradójicamente nos lleva siempre al principio, a la " insabiduría". La masonería tiene la habilidad de proporcionarte las herramientas necesarias para hacerte recordar lo pequeño que eres y el poco lugar que ocupas en el Orbe fraterno del maravilloso mundo fraternal que te arropa una vez en él.

Sólo puedo hablar de mi Logia. Pues no conozco mucho más. Siquiera sé si me interesa. Hablo de ella y posiblemente algunos hermanos se sientan identificados, aunque evidentemente no será revelada su identidad.

El pasado año, hemos tenido problemas de perspectiva y concepción de cómo debían dirigirse los designios del Taller. Hubo dos facciones bastante diferenciadas y cada uno, como en cualquier grupo humano, utilizó los recursos necesarios para que su visión fuese la dominante.

Ciertamente no voy a entrar en los detalles por los que postulaba cada facción, pero sí voy a entrar en los que me interesan y pienso que al lector también pueden resultarles más importantes.

He de confesar que un servidor estaba en el sector que perdió, dado que se presentaron dos candidaturas a la veneratura del siguiente curso masónico. Al encontrarme en la tesitura de dejar todo (es el primer impulso lógico), decidí no hablar, solo escuchar. Darme el tiempo que el período vacacional me proporcionaba, repensar las cosas, examinar mis sensaciones.

Ciertamente, al principio del siguiente curso, no fueron buenas. Más bien me sentía un poco fuera de lugar. Como es evidente, las tensiones generadas no habían terminado de cicatrizar entre uno y otro bando. Aunque todos hicimos un esfuerzo conciliador a base de silencio.

Bien, vamos a lo que interesa. Cuando he dicho anteriormente que me sentía orgulloso, no es por haber superado casi totalmente la decisión de irme, ni por haber acudido casi forzándome a las tenidas.

Me siento orgulloso porque no siento absolutamente ningún rencor ni odio o rencilla alguna hacia ningún Hermano. Aún a día de hoy los hay que no están de acuerdo con mis planteamientos masónicos, y se encargan de recordármelo siempre que pueden, a veces de manera vehemente. Pero ¿saben?, entiendo que defienden su idea como yo lo hice en su momento, pero no pienso repetir el enfrentamiento que nos condujo a esa situación tan desagradable.

Cuando interiorizas la ausencia de rencor, cuando eres consciente de que tus postulados sólo te sirven a ti, y a veces ni siquiera eso, cuando el ego se reduce a la mínima expresión, y empatizas con cualquier Hermano sólo por el hecho de serlo, piensas en cómo la masonería ha actuado en ti, en como tu piedra se ha ido puliendo hasta el punto de querer a un Hermano radicalmente distinto a ti, y piensas que has logrado un pequeño objetivo: ser mejor persona.

Por eso, cuando me preguntan por qué estoy en ella siempre respondo lo mismo: por mis Hermanos.

Salud, Fuerza y Unión. Libertad, Igualdad y Fraternidad

Pero de verdad, sin eslóganes.

He dicho QQ.·. HH.·.


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