Revista Deportes

Lo que no cuenta la palangana mecánica (iv)

Publicado el 16 junio 2012 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

La dignidad no consiste en nuestros honores sino en el reconocimiento de merecer lo que tenemos. Aristóteles.

3.- LA UTILIZACIÓN DEL PODER EN BENEFICIO PROPIO Y CONTRA EL RIVAL.

Una vez desenmascarado el Sr. del Castillo viendo la forma en que manipula y miente, entraremos en materia sobre las idiosincrasias de los equipos sevillanos. Nosotros no nos andaremos con chiquitas, no seremos hipócritas, como nuestro contertuliano, no pediremos perdón previamente pues lo único que haremos es ser fieles a la historia y no hay que pedir perdón por ello. Pero no se dejen engañar, porque en su escrito no deja de repartir estopa a diestro y siniestro, y si dijo que hablaría de los dos clubes, en realidad prácticamente solo habló del Sevilla FC.

Como dijimos en el capítulo anterior, no se trata de ver quién expone la lista más larga y sobre todo, más enjundiosa, que la expondremos nosotros sin duda alguna además. El tema no es que un alto mando militar fascista se pasase por la dependencias sevillistas y se le impusiese una medallita, que era lo normal pues eran las autoridades en ese momento, o que se nombrase a un cargo con relación con algún personaje fascista en tiempos de fascismo. El problema real, el de verdad,  en el que no quiere entrar nuestro contertuliano, pese a conocerlo, es la utilización del poder militar-conservador/fascista en beneficio propio y lo que es más grave, en contra del rival. Ese es el quid de la cuestión que el Sr. del Castillo obvia y no nos quiere contar, precisamente él, el autor de “Lo que no cuenta La Palangana Mecánica”, el prototipo del rigor histórico.

“No se trata de ver quien tuvo más fascistas, es cómo se utilizó el fascismo en beneficio propio y contra el rival”

Desde muy temprana edad, el estamento militar posibilitó al Betis, además de pingües subvenciones iniciales por parte de las autoridades, poder estar pendientes de aquellos jugadores del elenco nacional que por motu del servicio militar les tocaba en Sevilla. Así, por nombrar a los más célebres y como ya hemos hecho referencia en este blog, nos encontramos a mediados de los años 10 del siglo pasado a Canda, Artola, Barzanallana y Balbino, jugadores de la Real Sociedad, Fortuna de Vigo y Español de Cádiz.

De por sí esto era jugar con ventaja sobre el rival, ya que suponía un fichaje encubierto en una época donde esto estaba totalmente prohibido debido al amateurismo obligatorio. La profesionalización del fútbol era algo ilícito, prohibido por la Federación española, aunque todos los equipos lo practicaron sin excepciones de manera encubierta, llegando a denominarse a esta época como la del  “amateurismo marrón”.

No sabemos bien en qué condiciones jugaban estos soldados en el equipo bético, lo que sí está claro es que no eran béticos desde chiquetitos como bien comprenderán y que jugarían a cambio de algo, bien a cambio de un estatus y una vida militar más placentera y suave, o bien por una compensación económica.

Así, “reclutar” jugadores importante de otros equipos españoles, que pasaban haciendo el servicio militar en Sevilla,  le suponía igualmente al Betis una ventaja económica, puesto que a la hora de negociar retribuciones a los mismos, contaban con una posición predominante por ser superiores en el rango militar, un dinero que en teoría debía notarse al cabo del ejercicio anual. Era una clara utilización del estatus y de su poder en beneficio propio y por supuesto contra el rival.

Tendría que llegar un presidente al Betis la temporada siguiente para poner cierto orden y confirmarnos todo esto que exponemos en este artículo:

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Otras cuestiones pasan por los terrenos de juego. Así nos encontramos a un Real Betis Balompié con un alquiler a bajo coste que debía aportar al mantenimiento y alquiler del estadio cedido por el Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, el Patronato Obrero, por el que pagaba 500 pesetas anuales, una auténtica ganga.

El tiempo sucedido entre 1918 y 1924, es un período muy delicado en la Historia del Real Betis. Se padece la más absoluta ruina económica. Según Gil Gómez Bajuelo: "Los jugadores tenían por cielo el techo del Patronato"...."las tablas se venían al suelo cuando llovía o hacia fuerte viento", es decir, estaban en la más absoluta ruina.

Sin embargo, a partir de 1924, bajo el mandato del Capitán del Regimiento Soria, Ramón Navarro Cáceres, la entidad empezará a despegar.

Y de la noche a la mañana

En el anuncio publicado el 5 de septiembre de 1924 por el Correo de Andalucía, se dice textualmente: “Hace varios días comenzaron las importantes reformas que el Real Betis Balompié tiene proyectadas para su  Campo de Sport del Patronato, que consistirán, según dos dicen elementos del Club bien informados, en circundar el Campo con vallas de material e instalar tribunas y gradas de madera”.

¿Quién y cómo se pagó eso si estaban en la ruina?

Transcurridos 15 días al anuncio anterior, el 20 de septiembre de 1924, El Correo de Andalucía informa en su sección de deportes:
El R.Betis Balompié da los últimos toques a su amplio y hermoso Campo. Dicho campo, operará tal metamorfosis, que de la nada –porque aquello daba pena de verlo- quedará transformado en uno de los mejores de España, haciéndose con tal solidez las obras, bajo la dirección de hombres expertos, que no habrá temor a temporales ni a nada.

¿Quiénes eran los hombres expertos que hacen las obras? ¿pusieron a todos en el cuartel con mano de obra y materiales al servicio del club quizás?

En marzo de 1924 el Betis elige nueva junta directiva, repleta de militares de los tiempos fundacionales y todos ya con estrellas en la bocamanga. Recordemos el giro que da la entidad con importantes reformas en el campo. De la noche a la mañana y sin un duro dan alas al club.

Curiosamente unos meses antes, en septiembre de 1923 un tal Primo de Rivera, D.Miguel, da un golpe de estado e implanta una dictadura militar. ¿Casualidad? No podemos hacer juicios de valor pero sí reflejar el dato para conocer el contexto social y político español en aquellos años.

m.sPORT, 13.03.1924 Directiva

Madrid Sport 13-3-1924

Como reacción a esta situación, agravada entre los militares por el Desastre de Annual (en el que había muerto su propio hermano, el teniente coronel Fernando Primo de Rivera y Orbaneja), y al Expediente Picasso, Primo de Rivera, de ideales militaristas, nacionalistas y autoritarios, dio un golpe de Estado (13 de septiembre de 1923) con el apoyo de diversos sectores de la sociedad española (militares, industriales y sectores conservadores en general), suspendiendo la constitución de 1876, prohibiendo la libertad de prensa, disolviendo el Gobierno y el Parlamento e implantando un régimen dictatorial dirigido por un Directorio Militar.

Pero el pelotazo, el de verdad, fue el estadio de la Exposición Iberoamericana, posterior estadio municipal de Heliópolis, hoy, tras  nombres de quita y pon, nuevamente estadio Benito Villamarín.

A pesar de que la leyenda urbana por parte sevillista decía que el estadio bético estaba alquilado por una peseta, eso es una falacia. Mejor dicho, una falacia en la letra, que no en el espíritu. En realidad, tras un episodio que algún día contaremos de tejemanejes en el Ayuntamiento, oh arte de la prestimancia!, nada por aquí, nada por allá, ¿dónde esta el garbanzo, que dijo Curro y tenía un golondrino?, el Betis compró el estadio por poco más de catorce millones de pesetas, con todo su boato, bendición y pago que harían, suponemos. Hasta disfrutaron de la presencia del máximo representante en Sevilla del nacional-catolicismo franquista, el Cardenal Bueno Monreal, jefe del escalafón, nada que ver con el modesto padre Teruelo que puso el agua bendita con su hisopo del todo a cien en el Sánchez-Pizjuán.

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Pero claro, el problema viene cuando se compara el precio que pagan con el valor de otros estadios de la época. Veamos qué dice al respecto la web “Ayer y Hoy sevillista” en su entrada “El regalo de Heliópolis”.

(…)

“Evidentemente no compararemos al tuntún, eso es para otros. Elegiremos para nuestro análisis un par de estadios que vienen al pelo tanto por proximidad geográfica como temporal, el Ramón Sánchez-Pizjuán, en la misma ciudad (¡toma ya!), inaugurado en septiembre de 1.958, y el también municipal estadio Ramón de Carranza, de la vecina Cádiz, inaugurado en 1.955.

Dos correcciones previas se hacen precisas, una vinculada con el aforo, y otra con relación al suelo.

Respecto al aforo, ajustaremos proporcionalmente los valores en función de la cabida.

Respecto al suelo, habremos de incrementar los costes del Sánchez-Pizjuán y del Ramón de Carranza con el valor (aproximado) de los solares, puesto que quienes edificaron los estadios,Sevilla F.C. y Ayuntamiento gaditano, respectivamente, ya eran propietarios del suelo, mientras que en el caso de Heliópolis, el Betis adquirió por un único precio tanto el suelo como el edificio.

De regalo, para que nuestros amigos del verde que te quiero verde no nos tachen de abusones, les perdonaremos la diferencia de precio que resultaría por el incremento del llamado “coste de la vida” entre las fechas de inauguración de los estadios sevillista y gaditano y la de la compra de Heliópolis por el Betis, varios años después.

Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán

LO QUE NO CUENTA LA PALANGANA MECÁNICA (IV)

El proyecto original del Ramón Sánchez Pizjuán nos describe un estadio con capacidad para 60.000 espectadores, y un presupuesto inicial, en cifras redondas, de 50 millones de pesetas, que posteriormente se vio sensiblemente incrementado por problemas de cimentación (que no consideraremos aquí), reduciéndose además su aforo de forma considerable (hasta 1974 no se completó el estadio).

LO QUE NO CUENTA LA PALANGANA MECÁNICA (IV)

ABC 17/07/1956

Ajustando el presupuesto inicial a precio de venta, mediante la suma del valor aproximado del suelo (tirando por lo bajo, el 50% del valor del edificio), llegaremos a un precio total de 75 millones de pesetas de las de 1.958.

Así pues, el Ramón Sánchez-Pizjuán salía en 1958 a un precio de 1.250 pesetas por espectador.

Estadio Ramón de Carranza

LO QUE NO CUENTA LA PALANGANA MECÁNICA (IV)

El estadio Ramón de Carranza era un proyecto municipal que, de acuerdo a las informaciones periodísticas de la época, alcanzó un coste total de 17 millones de pesetas, 11 millones en su fase inicial, en 1955, y el resto, tras la segunda fase ampliatoria, en 1958.

Su aforo era de algo menos de 20.000 espectadores.

LO QUE NO CUENTA LA PALANGANA MECÁNICA (IV)

Entrevista a José León de Carranza, Alcalde de Cádiz (ABC 20/07/1958)

Sumándole el valor aproximado del suelo (al igual que antes, el 50% del valor del edificio), en la cotizadísima zona industrial gaditana (junto a la zona franca y la fábrica de cervezas Skol), el precio de venta del estadio gaditano a finales de los cincuenta alcanzaría como poco 25.500.000 pesetas.

Por tanto, el Ramón de Carranza salía en 1958 a un precio de 1.275 pesetas por espectador.

Estadio municipal de Heliópolis

LO QUE NO CUENTA LA PALANGANA MECÁNICA (IV)

Procedemos a extrapolar los datos obtenidos del Ramón Sánchez Pizjuán y del Ramón de Carranza al estadio municipal de Heliópolis, ajustando las cifras comparativas en función del aforo de cada recinto.

El precio del estadio de Heliópolis, con capacidad en 1.961 para 27.500 espectadores aprox., se calcularía en:

-Un mínimo de 34.375.000 pesetas (atendiendo a los parámetros del Sánchez-Pizjuán).

-Un máximo de 35.062.500 pesetas (atendiendo a los del Ramón de Carranza).

El precio resultante de aplicar la media del valor de los estadios comparados (precio medio de 1.262,50 pesetas por espectador) se antoja a priori como el criterio más objetivo y razonable.

Eso nos llevaría a la cifra de 34.718.750 pesetas como valor real de Heliópolis en 1.961.

La escritura de transmisión del Ayuntamiento al Betis reflejaba un precio de 14.036.550 pesetas.

Repetimos, 14.036.550 pesetas.

Hagamos la resta.

Nada menos que 20.682.200 pesetas de diferencia.

Un importe inferior a la mitad de su valor real.

Un descuentito de sólo el 60% del valor.

Una cifra por la que podía comprarse un lote de figuras futbolísticas de la época del calibre de Luis del Sol, Luis Suárez, Paco Gallego y Amancio Amaro, todos juntitos, o bien al mismísimo "O Rei" Pelé.

Ahí están los números.

Por otra parte según el artículo que adjuntamos se informa que el arrendatario del campo de Heliópolis abonaba en concepto de alquiler 150 pesetas mensuales, es decir 1800 pesetas al año, siendo la duración del contrato de 90 años. Si el contrato se firmo en 1936, sólo habían transcurrido 24 años años, por lo que el contrato duraría hasta el 2026. 90 años con una renta ridícula. 90 años regalados...

Luego tenemos que aguantar el discursito del pobrecito Betis republicano y sus aficionados del proletariado, perseguido por las autoridades de la posguerra, el franquismo y todas las instituciones del mundo mundial, cegadas en favorecer al Sevilla.

Demostrado queda.”

Y no se lo pierdan, el Betis compra un estadio completamente remozado pocos años atrás por parte del poder establecido. Impresionante.

Aún con todas estas ventajas por parte de las autoridades, jamás conseguirían, ni tan siquiera, igualar a su rival. Ya ven que el poder en el fascismo les servía de algo, no hemos comentado nombres todavía, lo dejaremos para el próximo capítulo donde empezaremos a barajar algunos, los que facilitan toda esta labor, pero sin duda, el caso más flagrante de uso y abuso del poder es de lo que les hablaremos ahora.

Un claro ejemplo de favoritismo acreditado y elocuente por parte de la autoridad fascista hacia el Real Betis Balompié es el Caso Antúnez, desarrollado en 1946, en plena posguerra, y del que podemos considerar experto al Sr. Del Castillo. Decimos esto porque, este mismo autor le ha dedicado otro serial con unos cuantos capítulos con un subtítulo que llama poderosamente la atención: “futbol, poder militar y federativo en los años 40”.

Podríamos hacer con este trabajo lo mismo que el Sr. Del Castillo con nosotros, y desarrollar la infinidad de aspectos del referido caso de los que, casualmente, se ha olvidado en algo así como “Lo que no cuenta del Castillo”, aunque dado que en este asunto el que ha despejado sus claves no es un servidor, sino Enrique Vidal, en su libro “Caso Antúnez. Más allá del honor”, pasaremos de puntillas, remitiendo a los interesados a que se lean tan magnífica obra. Del Castillo, sobre el Caso Antúnez, se dedica de forma casi exclusiva a pintar un cuadro de confabulación global federativa contra el Betis, y a este club, como débil víctima del poderoso e influyente Sevilla F.C. Curiosamente, no nos habla de que la trascendencia del tema en el ámbito federativo no se la daba el Betis, sino el título de Liga de Primera División que estaba en juego, si se privaba al Sevilla de los puntos obtenidos por alineación indebida de Antúnez.

El Sevilla pugnaba codo con codo con el Madrid, Barcelona y Athletic de Bilbao, y si la Federación Española (la Andaluza se inhibió) le daba torticeramente la razón, a quien estaba perjudicando no era al Betis, por entonces insignificante, deportivamente hablando, sino a los tres equipos históricos más importantes del país, que además contaban con representantes en la Federación. ¿Se imaginan al representante federativo del Bilbao, Sr. Alzaga, por poner un ejemplo, favoreciendo al Sevilla en la toma de decisión sobre el Caso Antúnez, y privando con ello del título de Liga a su propio equipo? Éste es el paisaje que Del Castillo nos quiere pintar, como si fuéramos imbéciles. Pero lo más grave no es eso, lo más grave es que está demostrado, y el libro de Enrique Vidal lo expone con especial maestría, que el presidente del Betis, Eduardo Benjumea y otros béticos de postín, pertenecientes a Falange, el Ejército y la extrema derecha sevillana durante la República, ejercieron su influencia sobre el general Moscardó reuniéndose con él en Madrid,  para propiciar que éste, una autoridad ilegítima, llegada al poder gracias a un golpe de estado, y por consiguiente, de forma ilegal, dictase una resolución a sabiendas injusta contra el Sevilla y el jugador, saltándose a la torera las reglas legales de procedimiento, que exigían la audiencia al Club y al futbolista antes de resolver.

El Sevilla y Antúnez no fueron oídos, no pudieron defenderse, y Moscardó resolvió manu militari a favor del Club de sus simpatías, el verdiblanco. Imagínense que a cualquiera de ustedes les ponen una demanda y el Juez resuelve directamente en su contra sin escuchar sus argumentos de defensa. Esto fue lo que pasó. Y ello, además de estar perfectamente evidenciado con pruebas de la época, ha sido incluso reconocido por béticos libres de toda sospecha (en cuanto a su beticismo) como el periodista Manuel Rodríguez López, en ABC, sin embargo, para el Sr. Del Castillo nada de esto existe. En un arrojo de valentía (más bien temeridad), se atrevió incluso a decir que todo lo que tenía que decir sobre el caso estaba ahí. ¡¡Pues vaya exhaustividad!!. Tras no sé cuántos capítulos de su “concienzudo” trabajo, nada de esto aparece.

Como tampoco se dan explicaciones reales sobre las dimisiones federativas que en catarata se produjeron después. Como podemos ver, ya no estamos en una batallita sobre si este club o aquel otro tiene a no sé cuantos fascistas en sus filas. Ahora hablamos de lo que hay que hablar de verdad, y con pruebas encima de la mesa. Hablamos de un escandaloso tráfico de influencias mediante procedimientos ilícitos e ilegítimos, por parte de la autoridad franquista, en beneficio del Betis y en perjuicio del Sevilla, y cuyo objetivo, directo o indirecto, era nada más y nada menos que la privación del único título de Liga que luce en las vitrinas sevillistas. Ningún otro rifirrafe de rivalidad entre blancos y verdes ha sido tan ruin, pernicioso y canalla como éste.

¿Se imaginan que hubiera sido de nosotros si sucede al revés? Hay que reconocer que la capacidad bética de manipulación y tergiversación victimista de la realidad, el dominio de la propaganda y la infamia, es histórica, a fin de cuentas, el Sr. Del Castillo no es más que el último eslabón de una cadena con ilustres antecedentes como Olmedo, Bajuelo, Carrillo y tantos otros. La diferencia está en que ahora estamos nosotros, La Palangana Mecánica, para llamar a las mentiras por su nombre y evitar la intoxicación interesada de los datos.

Ya en los años 50 uno de los casos más flagrantes de ayuda política a favor del equipo verdiblanco, con el equipo bético en Tercera división, aparece un personaje muy peculiar que hará que el Betis no termine en un intento de desaparición nuevamente, como es Eduardo Sáenz de Buruaga, que fue Capitán General de la II Región Militar desde el 22 de mayo de 1952 hasta el 27 de marzo de 1957, simultaneando su cargo con su pertenencia a la Junta Directiva del Real Betis Balompié.

El general llegó dispuesto a ayudar al equipo verdiblanco, como así hizo,  y fue nombrado presidente de honor. Aunque socialmente el Betis presenta un encefalograma plano. Cuentan con tan pocos socios que cuando llega el general prometiendo ayuda doblan el número de los mismos, el poder franquista vestido de caqui apoya económicamente, mediáticamente y políticamente al Betis, que pretende hacerle subir lo antes posible inyectándole jugadores de alto nivel, especialmente provenientes del Real Madrid, ante la mirada atónita del resto de los equipos de la categoría, ya que es algo inalcanzable para ellos. Las ayudas provenientes del equipo madrileño impuestas por el poder franquista, refuerzan al equipo bético frente al resto de equipos de Tercera División que no dejan de frotarse los ojos ante lo que está ocurriendo. Desde ese instante, inyectando ayuda material, económica y política, inicia una carrera que terminaría con el ascenso en la temporada 57/58 a Primera División.

¿Cómo era posible que nada más y nada menos que un Capitán general, madridista, que para nada tuvo antes que ver con el Betis,  se detuviese a presidir a un equipo que penaba por Tercera División, prácticamente sin socios y a punto de desaparecer? ¿Por qué no al Algeciras, al Larache o al Utrera?, al fin y al cabo eran equipos de su misma condición y estaban en donde estaban por méritos propios. En próximos capítulos desvelaremos por qué.

Nos habla el Sr. Del Castillo que el general se pasó por las dependencias sevillistas recibiendo los agasajos correspondientes y nos lo cuenta como si eso, precisamente eso, fuese el problema. Lo que hay que leer.

No entraremos, por ser casos menores y a los que damos poca importancia, en otros singulares episodios de apoyo fascista al Real Betis Balompié durante la posguerra como la subvención municipal concedida en 1943 por Rafael Medina Villalonga, Duque de Alcalá de los Gazules, al equipo bético, ni aquélla otra ayudita realizada por el Gobernador Civil de la Provincia, Fernando Coca de la Piñera, para que el Club bético, tieso como la mojama, pudiese depositar el dinero necesario en la FAF para recurrir contra el Sevilla el fichaje de Antúnez, en 1946. Son simples anecdotillas comparadas con los monumentales escándalos de ¿prevaricación?, perfectamente acreditados, que acabamos de exponer.

Tampoco seríamos objetivos si no expusiésemos y reconociésemos aquello que encontremos que de parte sevillista, por pequeño que sea, le pudiera favorecer por parte de las autoridades, y esto no ocurrió hasta mediados de los años 50, cuando comprobamos que tras la aprobación por parte del Ayuntamiento de la licencia de obras del Estadio Ramón Sánchez Pizjuán, se les eximiese de los arbitrios, es decir de los impuestos con los que se arbitran fondos para gastos públicos municipales, teniendo en cuenta que Jerónimo Dominguez y Pérez de Vargas fue presidente sevillista varios años antes. El montante calculado de lo perdonado al Sevilla FC con respecto a la cantidad barajada por el Ayuntamiento, sería en torno a los dos millones y medio de pesetas, (unos 15.000€ actuales), un dinero sin duda para la época.

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Si usted encuentra más casos le ruego los exponga para conocimiento general, nosotros no conocemos más.

No se nos caen los anillos reconocer este tipo de cosas. Pero que nadie lo dude, la construcción del estadio la pagó en su totalidad el Sevilla FC. Sin embargo, no observamos en su escrito, Sr. del Castillo ni un solo atisbo de reconocimiento de lo ocurrido realmente, de aquello que consiguió su club a lo largo de los años permanentemente, y, sobre todo, la utilización del poder contra el rival.

Y ahora, llegado el momento de la verdad, Sr. Del Castillo, me gustaría recordar lo que decía:

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¿Visto este artículo, podría confirmar lo mismo?

Por otro lado, son varios interrogantes los que le planteamos ¿Podría usted demostrar, con pruebas documentales, en qué casos concretos, equiparables de verdad a los protagonizados por su equipo, utilizó el poder franquista el Sevilla FC contra su Club? ¿Cuándo? ¿Quiénes? ¿Con qué calado?

Esteremos a la espera de tan preciado documento, no obstante sigan los siguientes capítulos de esta serie. Profundizaremos en los distintos elementos y componentes del otro equipo de la ciudad en referencia la fascismo y no solo desde 1936.

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