Revista Cultura y Ocio

Lo que siento

Publicado el 16 febrero 2017 por Icastico

Una de las pocas ventajas que puede tener ser mayor es decir lo que se piensa sin temor a consecuencias, o que no importen. Un gustazo. Tanto si se le va a uno la olla como si se ejerce voluntariamente. Estoy deseando que no me importe decir lo que me pasa por la cabeza gravemente, porque en su grado leve lo digo a menudo en este blog, a veces con algo de temor. Lástima que tenga que esperar tanto. Anticipo que casi todo lo grave es políticamente incorrecto, que es como le llaman ahora a la libertad de expresión cuando molesta a la jerarquía canalla. Como se suele decir, la verdad ofende. Por cierto, si es verdadero el dicho “no ofende quien quiere sino quien puede” no entiendo por qué se muestran tan sensibles quienes mandan y legislan cuando les dirigimos nuestras opiniones, será su conciencia la que de verdad puede y por eso dictan leyes mordaza. Será que damos en el blanco.

Ojalá pudiera avisarme la médico. Que en un chequeo rutinario en el centro de salud me dijera “te queda una semana de memoria” (ya tenemos bastante confianza). Antes de perderla dejaría las mías por escrito, con nocturnidad alevosía y con mucho gusto. Con placer inmenso. Si, diría todo lo que siento. Justo antes de iniciar ese triste viaje por el vacío. Y ahora que estoy cuerdo digo, para que conste, que decir lo que siento me llevaría ante un juez y tal vez a la cárcel, bajo no sé qué acusación. O al manicomio, a un hotel de cinco estrellas por haberme hecho famoso o al hoyo porque ya estoy muerto de un tiro. En ese estado de deterioro todo y nada es real, imagino. Y las visitas me dirían ¿sabes por qué estás aquí?, y yo, sonriendo, que ni flowers. Y acto seguido me responderían: pues por decir que fulano merece esto y lo otro y de lindo gusto lo harías tú. Y le seguiría mirando con la misma sonrisa y las mismas flowers, posiblemente feliz, con cara de bobalicón.

Así que a todos los ladrones con nombre y apellidos los tengo escondidos en mi memoria para cuando toque llamarles ladrón a pecho descubierto, aunque todo el mundo sepa quienes son, hasta los mismos ladrones. Espero que llegue el día en que no tenga nada que esconder, incluidos los pensamientos, porque nada me importe. Eso debe ser la auténtica libertad, más o menos.

Un seguidor, comentarista y amigo en mi anterior post decía muchas cosas sin decir nada en concreto, con habilidad. Y entonces pensé que la ley mordaza era maquiavelicamente mejorable en ese aspecto y podrían introducir una enmienda que viniera a decir “todos aquellos que sin decir nada en concreto y de su palabras pudiera inferirse una ofensa a la honorabilidad de un cargo público y tal y cual” Él lo definió como delito de pensamiento. Es posible que no tenga que esperar a ser mayor.


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