Revista Salud y Bienestar

Lo que votarían los niños

Por Pedsocial @Pedsocial

Los que no votanLa organización Save The Children llama la atención sobre el hecho de que los niños, los menores de 18 años, no pueden votar. Y se atreve a enunciar lo que podrían votar los niños si pudiesen votar:

https://www.savethechildren.es/actualidad/los-ninos-no-votan-en-las-elecciones-generales?utm_source=firm&utm_medium=email&utm_content=Boton&utm_campaign=LosQueNoVotan

Los temas incluyen la pobreza, la violencia, la educación , la cooperación internacional, la crisis de los refugiados en Europa y la tragedia de Siria, y ofrecen un medio para dirigirse a los diferentes partidos que se presentan a las elecciones generales del próximo 20 de diciembre, solicitando que tengan en cuenta las propuestas de SavetheChildren.

Esta loable iniciativa si algo peca es de quedarse corta y estar revestida de un cierto grado de ingenuidad. Creer que los partidos van a tomar en consideración unos objetivos como los expuestos no pasa de invitarles a que los incluyan en unos programas electorales que, habitualmente, no tienen la más mínima intención de cumplir. El ejemplo lo da el actual partido en el gobierno que a lo largo de la legislatura procedió a incumplir sistemáticamente la mayor parte de sus promesas electorales. Y los otros partidos, como no ganaron sus respectivas elecciones, tampoco tuvieron oportunidad para cumplir nada.

La mayoría de los niños mantienen una visión positiva de la realidad. Los más pequeños, aún en la fase mágica del desarrollo de la personalidad, esperan siempre un futuro mejor y que los adultos lo harán posible. Los adolescentes, con más experiencia de la vida, suelen tener un alto sentido moral aunque la realidad que les rodea les obliga a mantener un creciente grado de escepticismo. Los más mayores a menudo expresan que su deseo no es tanto votar sino más bien botar a los componentes de las estructuras políticas, aunque sólo sea por un rechazo a las estructuras de poder.

No es predecible lo que votarían los niños. Cuando se ha bajado la edad del voto, como en el ensayo de referendum por la independencia de Cataluña que se celebró el 9 de noviembre de 2014, que se permitió votar a los mayores de 16 años, la mayor parte votó lo mismo que sus padres.

Lo que fácilmente votarían los niños, los menores de 18 años, es una reforma de la ley electoral que equiparase las edades de los derechos de una manera uniforme: que la mayoría de edad fuese la misma para todo.

Así, la edad laboral, la del permiso de conducir, la de poder votar, la de mantener relaciones personales–sexuales u otras–, la de decidir sobre su propio cuerpo, deberían coincidir en el calendario. Ya sabemos que la madurez de los niños (y las niñas) es variable, mediatizada por factores como la educación, la cultura, la fecha de nacimiento durante el año, el nivel social, la geografía o incluso el orden de nacimiento entre hermanos. Y que también tenemos el deber los adultos de evitar que se abuse de los menores por sus propia inmadurez. Todo esto queda abierto a controversias, pero es evidente que la situación actual está envuelta en una arbitrariedad palmaria y carente de soporte científico.

De lo que sí estamos seguros es de que la capacidad de discernir la realidad de las promesas electorales que pueda alcanzarse a los 18 años, va a seguir en una ingenuidad genérica, habitual y continuadamente defraudada por los políticos. Por eso los adultos jóvenes, de entre 20 y 30 años, en su mayoría renuncian a votar.

Educadores y políticos todavía tienen que trabajar mucho para conseguir que los más jóvenes contribuyan con sus votos a la toma de decisiones.

X. Allué (Editor)

(La foto que acompaña este “post” es de SavetheChildren)


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