Gane Susana Diaz, o gane Pedro Sánchez, porque Pachi López es irrelevante, el PSOE está acuchillándose a sí mismo en el corazón con los avales, clavándoselos con la mano derecha de la parlanchina sevillana, y con la izquierda del resentido exsecretario general.
Es posible que después el Partido Socialista Obrero Español, fundado hace 138 años, se descomponga, como le ocurrió a sus hermanos italiano, griego, y ahora francés.
La pequeña diferencia de avales a favor de Díaz es un triunfo para Sánchez, que si reconquista la Secretaría General se entregará a Pablo Manuel Iglesias, y si pierde creará un satélite de Podemos o un nuevo partido también podemita, afirman los socialistas de respeto.
Mantiene un colérico rencor contra los dirigentes que lo despidieron por sus fracasos, veleidad y mentiras negando sus negociaciones con separatistas y Podemos para presidir el Gobierno de una España autodestructiva, tras convertirla en creatura de Frankenstein.
La banda sanchista, pues, incrementaría la ultraizquierda, como la del exsocialista Jean-Luc Mélenchon, hoy bolivariano y compadre del chavista Pablo Manuel Iglesias.
Ahí estará Pedro Sánchez como satélite de Iglesias, repitiendo su única doctrina política, el odio a quienes lo defenestraron, y a Rajoy.
Los restos del PSOE histórico actuarán como nuevo partido centrista parecido a En Marche!, del francés Emmanuel Macron, posible futuro presidente, que representaría en España la previsible alianza del centrista Ciudadanos, y Susana Díaz y los suyos.
Mientras, la derecha no se desmoronaría por la corrupción, como en Francia. Mariano Rajoy tiene la economía como Bálsamo de Fierabrás: a cada denuncia por corrupción responde con cifras económicas positivas, como las de reducción del paro.
Éxitos que tapan los saqueos de los suyos, por lo que los pancistas electores mayoritarios volverían a votar al inmortal, perenne Rajoy
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