Revista Salud y Bienestar

Lola Montalvo: Enfermera. Escritora. Cuidadora.

Por Ana46 @AnaHid46


Lola Montalvo: Enfermera. Escritora. Cuidadora.

Foto de: Lola Montalvo

Hoy quiero presentaros a una gran persona, una amiga, Lola Montalvo, que ha colaborado alguna vez en mi blog. Creo que debéis leer atentamente su historia, llena de fuerza, sabiduría y sinceridad. Y si podéis, leed sus libros que son magníficos. 
Ahora dejo de escribir yo para que Lola explique su historia:
Mi querida Ana Hidalgo me ha hecho una oferta que no he podido rechazar, es más, que me hace mucha ilusión llevar a la práctica: que hable, que explique mi triple personalidad como enfermera, escritora y cuidadora de un paciente con ERC en Hemodiálisis… y ama de casa y estudiante.
* Soy enfermera desde hace ya 25 años. Antes fui también auxiliar de enfermería, aunque trabajé poco como tal, sólo unos meses mientras estudiaba Enfermería en la universidad. También soy Técnico de Laboratorio pero nunca he ejercido de ello.

      Mi profesión de Enfermera es absolutamente vocacional, no me entiendo mi me veo ejerciendo otra labor. Nací para ello y a ello he dedicado mi vida hasta hoy. Mi camino comenzó en Madrid en hospitales: La Paz, El Clínico San Carlos, Virgen de la Torre y 12 de Octubre, la mayor parte del tiempo en servicios de Medicina Interna…  y cinco años en un centro del IMSERSO (CAMF-Leganés); jamás estuve en un servicio de Nefrología ni, menos aún, en Hemodiálisis. Desde hace 15 años mi vida personal y profesional está ubicada en Sevilla; he trabajado en el SAS (varios centros de Atención Primaria y varios meses en Neonatos del Virgen del Rocío), en docencia y en el sitio donde trabajo hoy día como enfermera de Análisis Clínicos, desde hace ya 8 años.

      Mi trabajo actual como enfermera es un poco monótono, no es lo más lucido ni lo más fascinante y estimulante a nivel profesional, pero hubo un día en el que tuve que dar prioridad a mi vida personal sobre mi carrera y nunca me he arrepentido… Necesitaba cuidar a uno de los míos.
* Hace 10 años ya, justo cuando había nacido mi primera hija y estando embarazada de 7 meses del segundo, a mi marido le diagnosticaron una ERC, una nefropatía poco habitual y que ni se podía prevenir ni tenía cura ni se podía frenar. En pocos meses le hicieron su fístula en el antebrazo y comenzó la hemodiálisis. Desde el ingreso al comienzo de su patología (en situación muy grave) hasta que inició diálisis trascurrió poco más de 8 meses. A eso se le puede llamar «caer en picado…» pero siempre hay un paracaídas de emergencia y nosotros lo abrimos con éxito. De corazón digo que a todo se acostumbra uno, a lo bueno, por supuesto. Pero a lo malo… lo malo hay que afrontarlo de cara, saber qué posibilidades existen, qué debes hacer para llevar una vida lo más parecido posible a lo normal y tirar para delante. 

      Desde el inicio mi marido fue puesto en lista de trasplante y a esperar la ansiada llamada. Eso sí, comenzamos una dura andadura de hemodiálisis en centro concertado que empezaba tres días a la semana a las 20:00 horas. Yo me quedaba sola con un bebé de pocos meses y mi nena de un año; baños, cenas, cuento y a la cama. Cena rápida y a esperar que llegara, nunca antes de las 00:30 horas. Le acompañaba mientras cenaba y a dormir. Él nunca ha dejado de trabajar e, incluso, al principio trabajaba mañana y tarde, adaptando sus hemodiálisis a su horario o más bien, al revés… ¡¡tela!! Y yo en mi labor por esos días de docente en cursos de FPO para auxiliares de Geriatría. Pienso hoy día en ello y me entristezco muchísimo. Fue muy duro.

      Es curioso que la vida me haya jugado esta mala pasada... Mi padre fue un hombre enfermo los últimos 15 años de su vida... sus excesos nos amargaron lo suyocréanme. Los últimos 3 estuvo en lista de trasplante para hígado. Le llamaron 2 veces y no llegaron a intervenirle nunca. Los últimos meses estaba tan deteriorado que le sacaron de la lista hasta que murió. Con 55 años. Años después, cuando mi vida recuperó una cierta «normalidad», cuando me decido a irme a vivir con mi marido a Sevilla, tenemos a mi nena y me embarazo del segundo… pasa esto y mi marido debe entrar en lista de trasplante. A veces una mira al cielo esperando que alguien le oiga… y a veces soy yo la que escucho una risita socarrona de alguien cuyo sentido del humor me está hinchando un poco las narices.
      Pero se supone que la vida es esto ¿no? Uno asume lo que llega y sigue viviendo… Pues eso hicimos y eso hacemos.
* A mi marido le llamaron muchas veces para una alerta de trasplante. Una, incluso, le dijeron que fuera al hospital que era para él. Pero una vez allí nos echaron para atrás porque al revisar los riñones no eran aptos para ser utilizados para este fin… Al final una noche (¡siempre de noche, jolín!) fuimos al hospital tras una llamada. El riñón estaba sano y era para él. Ilusión, ingreso, vía y sueros, quirófano… esperar mucho; UCI y habitación de aislamiento. No voy a entrar en detalles aburridos para los que esto puedan leer y dolorosos para mí. En dos semanas le intervinieron tres veces, dos de ellas con riesgo de muerte inminente. Todo fue mal, le quitaron el riñón nuevo y vuelta a empezar. Y hoy día sigue en hemodiálisis, con mucha dificultad para ser trasplantado porque le transfundieron muchas veces y está hipersensibilizado.

      Al poco conocimos la oferta de hemodiálisis domiciliaria y nos apuntamos. Como soy enfermera no me costó aprender a manejar la máquina y a llevar a cabo todo los cuidados que son necesarios para ello, que puedo afirmar casi todo el mundo puede llevar a la práctica si alguien le forma para ello. Por eso animo a los que se lo planteen a que se animen. (hemodiálisis domiciliaria) La vida cambia mucho y los cuidados también mejoran lo suyo, cuando uno sale de los centros asociados de hemodiálisis, porque adaptas la diálisis a tus verdaderas necesidades en horas, en turnos, en días. Mi marido tiene pautadas unas 3 horas al día, 5 días a la semana. Y ha mejorado notablemente desde que empezamos.
* Sufrí una crisis como enfermera cuando estaba embarazada de mi hija. Mis últimos destinos en centros de salud de una comarca de Sevilla me hicieron compartir trabajo con «elementos» humanos que mejor se podrían haber dedicado a picar piedras y que me dejaron con el culo al aire en más de una ocasión. En tres pueblos distintos de tres distritos distintos sufrí varias situaciones que me hicieron añorar el recinto cerrado de un hospital y los turnos horripilantes… Como consecuencia tuve una crisis vocacional brutal. No deseaba ser enfermera más. Un choque para alguien que nació con una vocación como la mía. Me puse a escribir… aún no sé por qué. En unos cuatro años nació mi primera novela. Entre medias, pusimos la máquina de hemodiálisis en casa y yo debía pasar horas junto a él vigilando y administrando medicamentos y tomando tensiones. Ello supuso que tuve tiempo suficiente para escribir dos novelas más y un libro de relatos. Ahora ya no me concibo sin escribir. No entiendo mi vida sin experimentar otras vidas, investigando otras vidas, otros tiempos. Estudiando… porque sigo estudiando. Cuando escribo no existe mundo para mí, ni bueno ni malo. Me ausento sentada a mi mesa, que está junto a la máquina y junto a mi marido. Escribir me ha permitido quizá sobrellevar nuestra situación con otra mentalidad… y a él también. Porque mi marido participa de mi creación corrigiendo mis textos, opinando, puliendo, según él, mis primeros borradores. Lo que es cierto es que mis escritos sin él no serían posibles…
      ¿Habría escrito alguna vez si no hubiéramos tenido diálisis…? Sí, probablemente sí, porque el inicio de mi ansia narrativa fue debido a una crisis en mi vocación profesional, mientras él aún estaba en hemodiálisis en un centro concertado. Pero lo que está claro es que mi nueva vocación como escritora se ha mantenido gracias a estas horas de hemodiálisis domiciliaria, esas interminables horas, a veces, esperando que la máquina pite y diga «fin».
* Hace unos meses, tras muchas negativas, muchísimas, de las editoriales me publicaron mi primera novela (la segunda que escribí) «SANATIO». Debe ir bien, porque ya vamos por la segunda edición. Tengo otras dos: la primera de tema enfermero «A AMBOS LADOS», y la tercera, «A TRAVÉS DEL PASADO», policíaca. Tengo tres blogs: «LOLA MONTALVO. ENFERMERÍA» en este blog complemento con textos de salud-enfermedad y cuidados lo que echo en falta en mi trabajo cotidiano, haciendo mayor hincapié en las patologías renales-ERC. «LOLA MONTALVO. ESCRITORA». En el que comparto todas mis creaciones literarias. Y «UN SACO CON FONDO». En el que me expreso a nivel social, comento la actualidad o protesto-critico lo que veo a diario por esos mundos humanos, que hay muchas injusticias, mucho dolor.
Esta soy yo… a grandes rasgos, como enfermera, como cuidadora y como escritora. Pero en esencia sólo soy una mujer que no se siente indiferente por esta vida en nada de lo que ve. Deseo ser útil a los demás compartiendo mi experiencia personal y profesional en mis blog de enfermera, deseando poder ayudar a otros que pudieran esta tan perdidos y asustados como lo estuvimos mi marido y yo un día, hace ya 10 años. Cuando sabes que lo que te pasa a ti le ha pasado a otros, el miedo se atenúa o se hace más llevadero; me produce una enorme satisfacción el pensar que ayudo en algo a otras personas.
Sí, esta soy yo.
Y, por ahora nada más. Besos miles

     
 

 


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