Revista Política

Lorca

Publicado el 24 agosto 2016 por Alejandropumarino

Lorca

Este viernes, 19 de agosto, se cumplieron exactamente 80 años del asesinato de Federico García Lorca, en 1936. Una vez más – me temo – van a surgir voces que reclaman seguir buscando los restos mortales del poeta y, una vez más, repito mi opinión: dejemos en paz a los muertos; el mejor homenaje a un escritor es leer sus obras.

Dentro del teatro de Lorca, yo siento gran debilidad por una de sus obras menos populares, Doña Rosita la Soltera o el lenguaje de las flores. Después de Bodas de sangre y Yerma, Federico deseaba dejar la tragedia, abrirse a nuevos horizontes. (Y, a la vez, alejarse de los “gitanismos” que tanta fama le habían dado). Por eso escribe esta obra, que subtitula así: “Poema granadino del novecientos, dividido en varios jardines, con escenas de canto y baile”. Está claro: es un teatro poético, de una sensibilidad muy granadina.

Cuenta la historia de una solterona , que espera, durante años, el regreso de su gran amor. A lo largo de la obra, pasamos del año 1885 a 1910; la protagonista, de 20 a 45 años: de la joven Rosita a “Doña Rosita”. Ella ha sido víctima de un engaño: en eso se parece a la también maravillosa Señorita de Trevélez, de Arniches. Comenta Lorca ese aspecto social del drama:

Doña Rosita es la vida, mansa por fuera y requemada por dentro, de una doncella granadina, que poco a poco se va convirtiendo en esa cosa grotesca y conmovedora que es una solterona en España… He aquí la vida de doña Rosita. Mansa, sin fruto, sin objeto, cursi… ¿Hasta cuándo seguirán así todas las Doñas Rositas de España?


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