Revista En Femenino

Los años pesan

Por Peineta

Últimamente estoy aterrada con los kilos extras que llevo en el cuerpo, y no por calorías o ingestas excesivas (que también podría ser), sino por lo años. ¿NO me creen? Yo me he percatado que desde los 30 cada año que cumplo me supo 5 kilos más, pero no en cualquier sitio no, en el ánimo, la moral y la energía. Y ya que estamos, si en esos años además la maternidad llama a tu puerta tengo la sensación que esos kilos aumentan un extra.

No se crean que esta reflexión la he sacado de la manga por arte de magia no….es que este fin de semana tengo una celebración nocturna de cumpleaños, y me he dado cuenta de esas cosa que hace unos años no terminaba de entender de otra gente, la pereza al despiporre. Yo por naturaleza he sido fiestera, no una cosa exagerada, pero lo que es la calle, la gente y la música es algo que me ha llamado mucho. Si les soy sincera puedo contar las borracheras descomunales de mi vida con los dedos de la mano e incluso recordar anécdotas, no lo haré porque tengo amigos que me leen y me supongo que les dará vergüenza recordar la cantidad de tonterías que hemos llegado a hacer. Mi época universitaria no fue nada descomunal (a pesar de estar lejos de mis padres), a veces pienso lo cabal que llegué a ser, eso sí ustedes no saben que lujo es poder tomar churros en el mirador de San Nicolás de buena mañana…o ir a clase de civilización francesa intentado recordar el nombre de los tunos que echaron abajo el timbre de tu casa…pero ya les digo poca cosa fuera de lo usual. Después te haces adulta, empiezas a currar y te independizas y entonces las borracheras y las consecuencias todas corren a tu cargo o a cargo de la persona que te soporte o conviva contigo. Recuerdo una noche en mi casa, sola teniendo que ponerme música a toda leche, me retiré demasiado pronto de la fiesta de mi oficina y yo estaba borracha no tenía moral para dormir sino para bailar, me salieron unas coreografías que ni en fama. Por aquella época en una de las ocasiones que volví a Madridtxikito me pasó igual y ni corta ni perezosa me puse a dar vueltas a la plaza del pueblo caminando eras las cinco y media de la mañana, a pesar de mi elevada edad adulta, no tuve palabras lógicas para explicar al aitona al día siguiente porque zutanita y menganita me habían visto dar vueltas a la plaza cual  peonza.

Por suerte para esta época ya era consciente de que mi cuerpo había cambiado y que ya no era la vasca capaz de ingerir litros de kalimotxo y ginkas como quien bebe agua, sino un híbrido de mujer del mundo, que con dos copas de vino y un buen combinado tenía para horas de desenfreno. Pero claro te juntas con el hombre-fiesta, el hombre que puede beber hasta el agua de los floreros y no inmutarse y principalmente ser hombre de segundas partes. Sí hombre, a las 4-5 cuando todo el mundo está para el arrastre, oh yeahh! el gorila sale a pista, señores es cuando su cuerpo desvela un ápice de desenfreno, eso es resistencia y no la francesa. Los años de convivencia fueron duros, llegándole ver cada amanecer mientas tu hacía horas que te habías retirado del combate, esto deprime mucho cuando él te saca años!!

No negaré que con el paso de los años miro con cierta melancolía fotos de algunas fiestas, o cuando hablo con las amigas y recordamos las hazañas me suelo poner muy valiente y decir eso de venga este finde la liamos. Pero luego llega el viernes y estoy pal arrastre, camino a casa con una mochila colgada de un hombro que lleva forma de animal, un cuerpo destartalado de oficina y una ganas locas de poder estar tumbada y sola. Qué penica para lo que hemos quedau….El caso es que después de que naciera el monillo tuve esa sensación de querer recupera el tiempo e hice alguna que otra fiesta, pero ya no es lo mismo, tu cuerpo no responde igual a los estímulos. Yo ahora me dicen que el viernes o el sábado salgo y pienso en el lunes, sí claro en que todavía el lunes tendré los efectos de la resaca, que el martes levantaré cabeza y que con suerte el miércoles he dejado de tomar ibuprofenos, por no decir que todos esos días tienes que cumplir como madre…los hijos no entiendes de resacas.

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Total que después de darle muchas vueltas, me he dado cuenta que ahora me gusta tener mi tiempo, mi tiempo para mí, sin mocos, mochilas ni parques, pero que de noche me gusta mucho dormir, pero mucho y ver películas y cenar tranquilamente con amigos y tomarme un GT e incluso echarme una partida deTtrivial o Tabú. Pero los festivales de colores no son lo mío, o no por lo menos con frecuencia, vamos que alguno que otro no digo que caiga pero tipo examen, de trimestre en trimestre… Porque a mí los años me pesan y mucho, tanto como el culo y lo peor es que aún me quedan años, quizás cuando nuestros hijos crezcan volvamos a vivir esa segunda juventud que dicen y quememos las calles y los bares, nunca se sabe!!!

PD: saben lo peor el armario, sí hombre yo era de esas que compraba ropa específica “para salir”, ahora abro el armario y miro el brilli-brilli como quien mira una película de ciencia-ficción y pienso en la de noche viejas que voy a poder amortizar…


Tagged: Dormir ese gran lujo, La fiestera en realidad siempre fue pintxos, Los años pasan y dejan rastro, salir de fiesta, Salir de noche
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