Revista Cultura y Ocio

Los asuntos de nuestra época son los asuntos de todas las épocas, Sylvia Plath

Publicado el 09 abril 2024 por Kim Nguyen

Los asuntos de nuestra época que me preocupan en este momento son los incalculables efectos genéticos de la radiación, y un artículo documental sobre el matrimonio terrorífico, loco, omnipotente, de las grandes empresas y el Ejército en Estados Unidos: «Juggernaut, The Warface State» [Gigante, el estado del guerrear], de Fred J. Cook, en un número reciente de Nation. ¿Influye eso en la clase de poesía que escribo? Sí, pero de forma oblicua. Aunque mi perspectiva del apocalipsis me quita el sueño, no tengo la facilidad de palabra de Jeremías. Al final, no escribo poemas sobre Hiroshima, sino sobre un niño que se forma dedo a dedo en la oscuridad. No escribo sobre los terrores de la extinción masiva, sino sobre la desolación de la luna que ilumina un tejo en un cementerio cercano. No escribo sobre los testimonios de argelinos torturados, sino sobre lo que piensa por la noche un cirujano cansado.

En cierta forma, estos poemas son desviaciones. Me parece que no son una escapatoria. Para mí, los auténticos asuntos de nuestra época son los asuntos de todas las épocas; el dolor y la maravilla de amar; hacer, en todas sus formas —niños, panes, cuadros, edificios—; y la conservación de la vida de todos los pueblos en todos los lugares, cuya puesta en peligro no puede disculpar un doble lenguaje abstracto con «paz» y «enemigos implacables».

No creo que una «poesía de titulares» interese a más gente y más profundamente que los titulares. Por otra parte, a menos que el poema de última hora brote de algo más hondo que un altruismo abstracto, cambiante, y sea, efectivamente, esa cosa-unicornio, un poema real, corre el riesgo de acabar arrugado tan rápido como el propio periódico.

Los poetas de los que disfruto están poseídos por sus poemas como por los ritmos de su propio aliento. Sus mejores poemas parecen haber nacido tal cual, no parece que los hayan ensamblado a mano; algunos poemas de los Estudios del natural de Robert Lowell, por ejemplo; los poemas del invernadero de Theodore Roethke; algo de Elizabeth Bishop y bastante de Stevie Smith («El arte es salvaje como un gato y está bastante alejado de la civilización»).

Sin duda, la utilidad de la poesía está en el placer que produce; no en su influencia como propaganda religiosa o política. Ciertos poemas y versos me parecen tan compactos y milagrosos como los altares o las coronaciones de reinas deben de parecerles a quienes veneran imágenes muy diferentes. No me preocupan que los poemas lleguen a relativamente poca gente. En realidad, lo sorprendente es lo lejos que van; entre desconocidos, incluso alrededor del mundo. Más lejos que las palabras de un maestro de escuela o que las recetas del médico; si tienen suerte, más allá de una vida.

Sylvia Plath
«Contexto», 1962
La caja de los deseos
Traducción: Guillermo López Gallego
Editorial: Nórdica

Foto: Sylvia Plath


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