Revista Diario

"Los bombardeos a Plaza de Mayo" por R. Baschetti

Por Julianotal @mundopario


Los bombardeos a Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 están directamente relacionados, o mejor dicho, son causa directa de los logros alcanzados por el gobierno peronista a partir de 1946. Con este gobierno, tienen acceso a las decisiones, a la política, al poder, esa categoría social que podríamos denominar genéricamente como “el pueblo” y que hasta aquel momento -1946- salvando una parte del doble período presidencial de Hipólito Yrigoyen, había sido siempre, un convidado de piedra en la escena nacional.  Existe para entonces (1945/1946) un retroceso de los intereses imperialistas y oligárquicos reinantes hasta el momento. El dominio oligárquico –exultante en la década infame- se quiebra para dar lugar a una nueva configuración de clases y fuerzas sociales en el control del gobierno. La clase trabajadora tiene un rol protagónico en la ruptura de ese dominio oligárquico y será la columna vertebral del Movimiento Peronista insurgente.  El gobierno de Perón que va de 1946 a 1955 se asienta y se fortalece sobre tres banderas históricas: Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política. 
Indudablemente todos estos logros van en detrimento de los sectores económicos concentrados que hasta ese momento usufructuaban en soledad el poder y los beneficios multimillonarios que de ahí se desprendían.  Las elecciones de 1951 que reeligen a Perón presidente, demuestran que a través del voto el peronismo es imbatible. Saca 4.745.168 votos contra 2.415.750 de la oposición radical; en porcentajes hablamos del 62,49% de los votos contra el 31,81%. Queda entonces para la oligarquía y el imperialismo un solo camino, como antes en 1930 y como será luego en 1976 cada vez que ven peligrar sus intereses: el golpe militar. El fallido intento del general Benjamín Menéndez el 28 de septiembre de 1951 es un aviso. Los bombardeos de junio del 55 es otro. Ocurrirá con este segundo intento algo muy especial. Debido a que 3 meses más tarde triunfan los sublevados y derrocan a Perón, todo lo sucedido el 16 de junio queda en el olvido.  Un hecho salvaje que produjo alrededor de 350 muertos y más de 2.000 heridos, no es mencionado, ni estudiado, ni analizado, por ninguno de esos serios historiadores adscriptos al sistema” que si nos tienen acostumbrados a meter baza en sesudos temas tales como la presunta paternidad de Perón ó las ropas y joyas de Evita.   
Es más, como bien dice Gonzalo Cháves en su libro “Masacre de Plaza de Mayo”; ¿alguno de nosotros podía mencionar un solo nombre, al menos uno sólo, de los muertos por las bombas y la metralla gorila del 16 de junio de 1955?  Leyendo este trabajo de Cháves también se podrá comprender como la impunidad de esos crímenes prohija otros crímenes. Ninguno de esos “libertadores” que bombardearon la Plaza de Mayo sufrió juicio alguno, ni mucho menos cárcel. Por el contrario, luego de la caída del peronismo fueron reincorporados a las FF.AA. y ascendidos en el escalafón militar.  Los presentes se sorprenderán de saber que entre los aviadores genocidas estaba el primer teniente de aeronáutica Osvaldo Cacciatore, luego –ya como brigadier- intendente de la ciudad de Buenos Aires durante la peor dictadura militar que asoló a nuestro país: la dictadura genocida de Videla y compañía.  
También descargaron sus bombas sobre el pueblo: un guardiamarina Grondona, que no sé que grado de parentesco puede tener con el ideólogo y justificador de cuanto golpe militar hubo en la Argentina; el periodista Mariano Grondona; hoy como era de esperar, opositor al Gobierno de nuestro presidente Néstor Kirchner y el teniente de navío Carlos Massera, hermano de Emilio quien luego como Almirante sería dueño de vidas y propiedades en la ESMA. Cabe acotar que para entonces -16 de junio de 1955- el mismo Emilio Massera era el secretario del contralmirante Olivieri jefe máximo del Arma Naval en ese entonces.  El otro secretario que tenía Olivieri, cuenta Gonzalo Cháves, era un joven marino: Horacio Mayorga, que también llegó al almirantazgo y fue represor en la última dictadura militar y que vale apuntar, en un reportaje que le hicieron en la revista “El Porteño” de abril de 1985 aseveró que “lo único que teníamos en la ESMA era picana” y que si hubiera sido por él a los subversivos “había que haberlos fusilado en la cancha de River con Coca-Cola gratis y televisándolo”.   La investigación de este libro aportará otro dato interesante en la misma línea: luego de descargar sus bombas en Plaza de Mayo ante un pueblo indefenso,  desarmado y preparado para ver un desfile militar, los insurrectos aterrizan en Montevideo donde son recibidos por Suárez Mason. Sí: por el mismo Guillermo Suárez Mason, quien como general, 22 años más tarde estará a cargo de varios centros de reclusión clandestina, de torturas y de desapariciones bajo la responsabilidad del Primer Cuerpo de Ejército que comanda. Otro dato: uno de los dos civiles beligerantes que tripula los aviones que bombardean y se recluyen en Uruguay –es decir que tiró bombas- es Miguel Angel Zavala Ortíz, luego ministro de un gobierno radical. Aviones, vale la pena recordar, que en su fuselaje ostentaban el signo de una V con una cruz arriba y que podía leerse como “Cristo vence”.  Quien vio con claridad lo que pasaba es un joven de clase acomodada, con apellido de alcurnia, circunstancialmente fuera del país, pero que cambia impresiones epistolares sobre el hecho, con su madre, una señora “de la alta sociedad” como gustaba decirse por entonces: “...para quienes no hay escapatoria posible ante la historia es para los mierdas de los aviadores que después de asesinar gente a mansalva se van a Montevideo a decir que cumplieron con su fe en Dios; es impresionante (que en nuestro país) la gente llore porque le quemaron su iglesia dominguera (hace referencia a la quema de iglesias por una turba anticlerical en represalia a los bombardeos que veía a la jerarquía eclesiástica involucrada en los hechos), pero le parece la cosa más natural del mundo que revienten a la cantidad de “negros” que reventaron. No te olvides que muchos de ellos fueron a morir por un ideal”.  En la misma misiva analiza el rol de las FF.AA. y entiende la agresión armada porque “el ejército se queda solamente en sus cuarteles cuando el gobierno que sirve, sirve a sus intereses de clase”.  El joven es nada menos que Ernesto “Che” Guevara y escribe desde México. Su carta está fechada el 20 de julio de 1955. Decía el Che recién como dije, sobre el ejército y sus intereses de clase. Otros visualizaron en esa coyuntura, en junio de 1955, el mismo problema. El general Juan José Valle –fusilado el año siguiente- lo alertó a Perón sobre el problema. Fue categórico y terminante: “Con los oficiales que tenemos no cuente para sofocar ninguna revuelta”. John William Cooke fue más lejos todavía. Le dijo a Perón: la única manera de que triunfemos es si, rápidamente, organizamos una milicia armada obrera en base a los jóvenes afiliados a los sindicatos y al Partido Peronista que ya cumplieron con el servicio militar obligatorio y tienen instrucción militar. No fue escuchado.       Para finalizar debo decir, que hay muchos interesados entre los comunicadores sociales de hoy en día, para hacernos creer que la violencia política en Argentina comenzó en 1970 con el secuestro y ejecución de Aramburu y “sospechosamente” se olvidan del genocidio perpetrado en la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 cuya impunidad ya denunciada y sumada a los fusilamientos de 1956 a obreros y militares peronistas, fue acrecentando una espiral de violencia que explotaría trágicamente en los 70.  Nada más, muchas gracias por la atención dispensada.
Des grabación de la charla dada por Roberto Baschetti en la Universidad de 
“Madres de Plaza de Mayo”. (16 de junio de 2004)

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