Revista Cultura y Ocio

Los chicos de la Nickel. Colson Whitehead

Publicado el 11 diciembre 2020 por Juancarlos53

"Los chicos podrían haber sido muchas cosas si la Nickel no los hubiera echado a perder. Médicos que curan enfermedades, o neurocirujanos, o de los que inventan algo que salva vidas. Candidatos a presidente. Tantos genios echados a perder"

Los chicos de la Nickel, Colson Whitehead
Colson Whitehead
ha logrado algo insólito, ganar dos veces seguidas el Premio Pulitzer, algo sólo conseguido en los más de 100 años de existencia del galardón por William Faulkner. Desde luego es sorprendente y muy poco frecuente que un mismo autor se alce en sus dos últimas publicaciones con un galardón tan prestigioso como éste. Podríamos preguntarnos el porqué. Pienso que la razón podría estar en que el tema del racismo y de la segregación racial que en ambos relatos se toca desgraciadamente sigue de actualidad en gran parte del mundo pero especialmente en USA de donde es el autor y donde se concede el galardón. Además creo que el estilo literario y la personalidad del escritor casan a la perfección con la finalidad que figura en las bases del Premio: premiar la excelencia en el periodismo, la literatura, el teatro y la educación. Habiendo obtenido el correspondiente a la literatura es evidente tras leer la novela que Whitehead  sabe mucho de periodismo y que sus libros encierran también una clara finalidad educativa.

Mi comentario

[He ocultado frases para no desvelar partes importantes.Si quisieras leerlas no tienes más que pasar el ratón sobre esas frases como haces cuando quieres seleccionar texto] 
abusos a la infancia, racismo, segregación racialLa novela, corta en extensión -poco más de 200 páginas-, está dividida en tres partes más un Prólogo y un Epílogo. Prólogo y Epílogo se sitúan en el momento actual y sirven de marco a la historia que a continuación se cuenta perfectamente estructurada en tres secciones que obedecen al clásico planteamiento, nudo y desenlace de cualquier obra tradicional. 
En la primera parte conocemos la infancia y adolescencia del personaje central Elwood Curtis, criado por su abuela Harriet, tras la sorprendente marcha de sus padres (Percy y Evelyn) a California. Esta parte finaliza cuando ilusionadamente Elwood, siempre buen estudiante y con un afán tremendo por aprender pese a las dificultades que un negro tiene sólo por el hecho de serlo, con 16 años hace autostop para ir hasta la Universidad donde ha sido admitido para realizar un curso preuniversitario sobre literatura inglesa. La policía para el coche al que ha subido hace escasos momentos y para desgracia suya resulta que el conductor negro que lo conduce hacía nada que lo acababa de robar. Elwood es considerado cómplice y tachado de ladrón por lo que es condenado a pasar dos años en la Escuela Reformatorio para chicos Nickel. Aquí acabaron todas sus ilusiones y todo su esfuerzo y amor al estudio se ve seriamente comprometido.
En la Segunda Parte ya vemos a El en la Academia Nickel. Aprender los códigos que allí dentro funcionan le ocasionará tener que pasar por la Casa Blanca, viejo almacén donde los supervisores encabezados por Spencer azotaban a los chicos negros o blancos para hacerles entender todos los puntos no escritos del manual de conducta. de la institución.
En la Nickel, Elwood que vive en la residencia Cleveland se hará amigo de Turner, de Desmond, de Jaimie y con ellos aprenderá a sobrevivir allí dentro. Con Turner logrará participar en un servicio que sale del centro una vez por semana. Acompañan en coche al supervisor Harper para repartir entre ciertos ciudadanos de Eleanor los donativos que diversas instituciones, el Estado de Florida, el Ayuntamiento o simples particulares hacían a la Nickel para mejorar la calidad de vida de los allí confinados. La corrupción, pues, junto a la violencia es norma en este Reformatorio.En esta parte conocemos la manera cómo se las gastan los trabajadores de la Nickel con los chicos a su cargo. Son éstos objeto de crueles palizas, de frecuentes abusos sexuales, utilizados como obreros sin salario e incluso objeto de desapariciones físicas enmascaradas con el argumento de escapadas del Centro. Escapadas que, si algunas -muy pocas en verdad- existieron, eran en su mayoría meras disculpas para ocultar la muerte y el apresurado enterramiento de los chicos en el denominado por ellos mismos cementerio de Boot Hill. 
La tercera parte es quizás la más variada pues comienza con el personaje en el Nueva York de hoy. Es un próspero empresario de mudanzas que posee una flota de camiones capitoné y un nutrido grupo de empleados. Ha triunfado. Esta es la primera sorpresa que Colson Whitehead nos da. Una sorpresa que en los capítulos que forman esta sección IIIª de la novela nos irá desvelando. En una especie de alternado hoy – ayer, o vueltas atrás (flash backs) esclarecedoras de lo sucedido hasta aquí, nos enteramos de lo que aconteció a esta pareja de compañeros (Turner y Elwood) para que ahora pasado el tiempo el que atiende por el nombre de Elwood sea empresario de una empresa de mudanzas con varios empleados en plantilla y una importante flota de camiones. Ocurrió que Elwood aprovechando una visita de inspección a las instalaciones de la Nickel entregó a uno de los tres inspectores una carta en la que denunciaba los abusos sufridos por los chicos a manos de sus ‘educadores’ y la corrupción de todo el establecimiento que desviaba fondos y productos a ciertos vecinos de Eleanor dejando la comida y las instalaciones del Reformatorio en un estado lamentable. A consecuencia de esta denuncia sufrirá castigo en la celda oscura. Afortunadamente Turner escucha que a Elwood lo van a sacar para llevarlo a Boot Hill (el cementerio) y decide que el momento de escapar juntos de la Escuela Nickel ha llegado.Como digo, alternando los capítulos del hoy con los del ayer, vamos atando cabos y vemos cómo la pareja de fugitivos fueron perseguidos por la ciénaga, fueron tiroteados y uno cayó. Un encuentro casual en Nueva York con un compañero de la escuela reformatorio sirve de disculpa para recordar penosos Premio Pulitzer 2020, Colson Whiteheadsucesos allí vividos; luego el descubrimiento que en el Prólogo leímos de restos humanos en los terrenos que ocupara la Nickel hace al Elwood empresario que vive satisfactoriamente con su mujer Mollie plantearse que ya es llegado el momento de participar activamente con su testimonio en desvelar la verdadera cara de este establecimiento y de pedir responsabilidades de lo sucedido aunque hayan pasado 42 años desde que él saliese de allí. Son varias las sorpresas que nos llevamos en esta tercera parte si bien la mayor es la que leemos en el Epílogo que cierra el relato y que, naturalmente, no voy a desvelar aquí. 
La verdad es que "Los chicos de la Nickel" es una novela que aunque cuenta una historia dura y cruel inspirada en una auténtica escuela reformatorio, la Escuela Dozier para Chicos de Marianna (Florida) que funcionó hasta el año 2011, me ha sorprendido menos que "El tren subterráneo", novela de Colson Whitehead que al igual que ésta obtuvo el Premio Pulitzer el año de su publicación. Como digo en la reseña que de ella hice en septiembre de este año [leer la reseña aquí] la historia de la organización clandestina urdida por los antiesclavistas estadounidenses y los terribles castigos inflingidos a los esclavos en los estados del Sur me sorprendió por su increíble dureza y por el desconocimiento total que yo tenía sobre grupos humanos que hubiesen luchado jugándose el tipo por que otros seres humanos alcanzasen la libertad.
Es "Los chicos de la Nickel" una novela que presenta el asunto del Racismo y de la segregación racial  existente de facto en no pocas personas de los Estados Unidos. Desgraciadamente lo que se cuenta en este relato me ha sorprendido menos al ser una historia más cercana a nuestro hoy, más conocida, por verla con indeseada frecuencia en los informativos diarios. Me refiero a abusos sobre personas de color por parte de fuerzas policiales que rápidamente tiran de pistola para defenderse de un supuesto ataque de un indefenso ciudadano.de color. Este asunto del racismo y de la segregación racial no es exclusivo de USA; también en la culta Europa asistimos con cierta periodicidad a revueltas ocasionadas por discriminaciones de esta clase (Francia  ha conocido no pocos casos de estos por segregación respecto a su población de origen magrebí) aunque sin duda la palma se la lleva Estados Unidos donde localidades como Ferguson (en Misuri), Charleston (en Carolina del Sur), Minneapolis (en Minnesota) o Filadelfia (en Pensilvania) han conocido, sólo fijándonos en los últimos cinco años, disturbios sonados provocados por la violencia policial. 
Es por esto que digo que la sorpresa de "Los chicos de la Nickel" ha sido para mí menor. Pero sí que creo que es una historia necesaria la que Colson Whitehead con un estilo ágil, muy próximo al de la crónica periodística (conviene recordar que el escritor es o ha sido habitual reseñista de libros, música y televisión en revistas populares americanas como 'Village Voice') presenta en esta novela. Sin lugar a dudas esta novela es un homenaje al pastor Martin Luther King Jr. asesinado en 1968 por su lucha por los derechos civiles de los afroamericanos. Precisamente esa lucha pacífica, en forma de escritos y cartas denunciando abusos y vejaciones de la población de color, es lo que emulándole realiza el protagonista de esta narración, Elwood Curtis. Es El un chico estudioso, trabajador, idealista, crédulo, que quiere hacer realidad las ideas del pastor King que escucha en el único disco que tiene, 'Martin Luther King at Zion Hill', que le regaló en 1962 su abuela Harriet y del que habiéndolo oído tantas veces ha interiorizado sus palabras: 
«Tenemos que creer con toda nuestra alma que somos alguien, que somos importantes, que valemos, y tenemos que caminar a diario por las calles de la vida con este sentido de dignidad y este sentido de ser alguien.»

Martin Luther King, Premio Nobel de la Paz 1964Elwood será fiel a estas palabras del Premio Nobel de la Paz 1964 así como a su propia tradición familiar: su padre Percy condecorado por su papel como soldado en la Guerra Mundial que escribió a sus superiores denunciando el trato desigual dado a los soldados de color; el abuelo Monty que pagó cara su intervención en una pelea con afán de separar a los contendientes; o su bisabuelo, el padre de la abuela Harriet, castigado con dureza por no apartarse del camino de una señora blanca en Tennessee Avenue. También, educadores como su profesor en el instituto Lincoln, Hill, que le puso en contacto con obras escritas por autores afroamericanos que denunciaban la desigualdad entre norteamericanos: «Los negros son estadounidenses y su destino es el destino del país.» (James Baldwin, Notes of a Native Son) serán muy importantes en la formación de su conciencia reivindicativa por la igualdad entre negros y blancos.

Una mente abierta como la de Elwood asimila todo lo anterior y durante su estancia en el Reformatorio se sentirá minusvalorado como ser humano, ninguneado por supervisores -supuestos 'educadores'- de una ignorancia supina, y finalmente castigado con una crueldad inusitada simplemente por haber querido socorrer a un chico débil que estaba siendo agredido por dos mayores abusones. El castigo pretendidamente educativo se iniciaba con frases muy reveladoras por parte de los supervisores encargados del castigo, Spencer y Earl: «Como te oiga quejarte una sola vez, tendrás propina.» «Cierra la puta boca, negro de mierda.»; seguía con una tanda de unos setenta latigazos en nalgas y piernas; y finalizaba como en el caso de El en la enfermería si, también como en su caso, el castigado tenía la suerte de sobrevivir al correctivo: "De resultas de los correazos, fragmentos del pantalón viejo se le habían incrustado en la piel y el médico había necesitado dos horas para extraerle las fibras.". Brutal, como se ve.

Para Elwood el único refugio era la amistad tejida con Turner, Jaimie o Desmond; juntos idean e imaginan venganzas contra estos crueles supervisores que casi nunca realizan. Sobre todo es con Turner con quien los lazos serán más estrechos a consecuencia de ser ellos dos quienes ayudan al supervisor Harper a dar salida bajo cuerda a muchos de los productos y donaciones recibidas por la escuela, o sea, serán mano de obra gratuita en la corrupción practicada por los miembros del Reformatorio a costa de la salud de los adolescentes allí internados.

La historia de la Nickel, trasunto de la Escuela Dozier para Chicos de Marianna (Florida), se presenta de manera muy cinematográfica con el descubrimiento en 2014 por parte de unos alumnos de arqueología de unos restos humanos, la indagación en los archivos de la institución desaparecida ya hace tres años de lo que allí existió y la salida a la luz periodística del infierno que allí se consintió durante tantas décadas. A partir de aquí particulariza en la historia de uno de los internos, Elwood en el relato, y avanza en su peripecia vital hasta el final en que de nuevo se vuelve al momento de 2014 en que en Tallahassee (Florida) se está realizando una especie de convención de antiguos alumnos de la escuela que aportan testimonios sobre lo allí vivido. Habida cuenta de las sorpresas que en el desarrollo de la trama se producen, no me extrañaría nada que viéramos esta novela convertida en película. Desde luego todo conduce a ello: el ritmo vivo, el juego presente-pasado, y sobre todo el relato del racismo tan arraigado en algunas partes y seres humanos de los Estados Unidos.

En mi opinión uno de los grandes méritos de esta narración es ver cómo una historia particular, la de un chico que por azar ve quebrarse su futuro, la vemos convertida en algo más amplio, de alcance más universal: la defensa de la dignidad humana, la lucha contra la violencia gratuita, la resistencia pasiva al estilo de Mahatma Gandhi para así denunciar la maldad indiscriminada, la universalidad de lo predicado por el doctor Martin Luther King y la pervivencia de su legado:

 «Metednos en la cárcel y nosotros os seguiremos amando. Arrojad bombas contra nuestras casas y amenazad a nuestros hijos, y nosotros, por muy difícil que sea, os seguiremos amando. Enviad a vuestros criminales encapuchados para que entren en nuestras comunidades al amparo de la noche y se nos lleven a rastras a un camino apartado y nos abandonen allí tras darnos una paliza de muerte, y nosotros os seguiremos amando. Pero tened por seguro que nuestra capacidad de sufrimiento acabará por agotaros, y que un día ganaremos nuestra libertad.»

Los chicos de la Nickel. Colson Whitehead

La novela fue la lectura elegida por la tertulia "más que palabras..." para la reunión del mes de noviembre y tuvo un rendimiento fantástico. En mi opinión es una lectura muy adecuada para debatir en grupos de lectura o lecturas colectivas. 

Los chicos de la Nickel. Colson Whitehead

Volver a la Portada de Logo Paperblog