Revista América Latina

Los cuatro jinetes del Apocalipsis en Cuba

Publicado el 20 enero 2014 por Yohan Yohan González Duany @cubanoinsular19

Apocalypse_vasnetsov

Según el Nuevo Testamento serán cuatro los jinetes que cabalgarán sobre la Tierra y traerán consigo el Apocalipsis, o lo que es lo mismo, el fin de los tiempos. Cada uno de ellos, montados sobre cuatro caballos de diferentes colores, esparcirá las plagas que nos consumirá y nos hará caer como Humanidad.

La Cuba del decimocuarto año del tercer milenio después de Cristo vive por estos días su propia batalla contra el azote de sus cuatro jinetes que, poco a poco y en silencio, nos van consumiendo como sociedad y como país. Me atrevería a decir que, a diferencia de los cuatro que consumirán a la Humanidad, los nuestros ya han dejado de ser una predicción para convertirse en parte de nuestra compleja y difícil realidad.

El primero es el triunfalismo, el jinete con el que más convivimos y que se nos presenta de diferentes maneras. A él lo podemos encontrar en el complaciente y poco realista artículo de prensa o en un almidonado y bien elaborado discurso de un dirigente o un político. Su poder ha sido tal que hemos creado dos países que transitan cada uno paralelo al otro, uno desde la realidad que crean las palabras que muchos quieren oír, y otro desde la cruda realidad de las calles y de la vida del ciudadano común. Un triunfalismo que lastra nuestra capacidad inversionista, especialmente la ligada al sector de la construcción; o que encadena a nuestra agricultura en el cumplimiento de metas titánicas, que al final sabemos que están por encima de nuestras capacidades.

El segundo jinete es la simulación, madre de la traición y hermana de la mentira, cuya presencia convive entre nosotros desde hace siglos. Ella es quizás la más silenciosa de todas y por ende la más peligrosa. Durante años hemos visto como detrás de la sonrisa o de la imagen más incorrupta se escondían los simuladores, seres despreciables y dañinos. Muchos hemos conocido los rostros de los simuladores, se nos han presentado en diferentes escenarios (economía, política, administración pública), pero lo cierto es que el peor simulador es aquel que, en busca de comodidad y privilegios, prostituye su pensamiento y hasta su pasado en búsqueda de encajar en la entramada arquitectura del estabishment cubano.

Nuestro tercer jinete es la sospecha, esa que -como dice Buena Fe- nos corroe la cabeza. Ha sido tanto su poder y su influencia que ha destrozado familias y ha roto la confianza entre cubanos. Durante años ella nos ha quitado la capacidad de discernir y criticar, disfrazando la unidad en el manto de una supuesta la unanimidad y convirtiendo en enemigos a aquellos a los que una vez llamamos colegas.

El miedo es el cuarto jinete, complemento final para el advenimiento del Apocalipsis y compañero por excelencia de la sospecha. Él, quizás el más humano de todos los jinetes, ha dado paso a la pasibilidad, el conformismo y la autocensura. Atrás quedaron los años de lucha en los que los cubanos desafiaron al colonialismo, el desgobierno o la sumisión; dando paso a una etapa en donde el miedo a “buscarse problemas” ha frenado el ejercicio de la voz, el más importante de los derechos ciudadanos.

Durante años hemos buscado enemigos más allá de nuestras fronteras, achacándoles culpas que muchas veces son nuestras, cayendo en el error de subestimar el poder de nuestros cuatro jinetes. Esos que no se derrotan con palabras vacías ni con parches de algodón y alcohol sino con la voluntad de reconfigurar nuestro sistema económico-político y social, sin caer en la maldita fórmula del “corta y pega”.

Cuba vive su propia batalla contra el Apocalipsis, una batalla en la cual debemos tomar parte todos los cubanos, conscientes de que es el tiempo del “ahora o nunca”. Son tiempos que deben dar paso a cambios de raíz y no de soluciones de oxígeno, son tiempos de una Revolución en la Revolución.


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