Revista Medio Ambiente

Los culpables somos todos

Por Davidalvarez
A las 9 de la mañana de ayer aún no había amanecido en la mayor parte de Asturias. La imagen fantasmagórica de la ciudad a oscuras, con las farolas apagadas, con la gente mirando los relojes pensando que se habían levantado una hora antes, parecía sacada de una película de ciencia ficción. Solo el intenso olor a quemado y el cielo anaranjado nos indicaba que no se trataba de ninguna película, ni de algo tan extraño que no hubiera sucedido varias veces en los últimos años, pero esta vez lo vimos, lo olimos y lo sentimos.
Los culpables somos todosOviedo a las 9:10 de la mañana. Foto: Fermín Landeta
Como en diciembre de 2015 y en marzo de 2016, Asturias se estaba quemando viva, solo que esta vez también ardía Galicia y Portugal y el humo de todos esos incendios llegó hasta el centro y la costa de Asturias. El intenso calor de los últimos días y la predicción de fuertes vientos de componente sur ya hacía presagiar lo que iba a ocurrir. Porque no nos engañemos, el que quema el monte está tan pendiente de los partes meteorológicos como el marino que sale a la mar lo está del oleaje y la mar de fondo. Y por mucho que repitan el mismo mantra año tras año, ni el viento, ni el calor, ni la supuesta "suciedad" del monte hace que arda, solo la cerilla y el mechero encienden la llama.
También se volvió a hablar de pirómanos, como siempre, olvidando que la piromanía es una patología, y aquí el quema el monte no es ningún enfermo. El quema el monte en Asturias sabe bien lo que hace, y lo hace por interés, el 68% para generar pastos para el ganado, pero también para eliminar el matorral o por venganzas personales. Eso ya se sabe desde hace tiempo, porque así lo confirman tanto los informes de las BRIPAS como los de la Fiscalía. Y lo saben los políticos que ahora lloran lágrimas de cocodrilo mientras hace tan solo unos meses cambiaban la ley de montes para liquidar la figura de los acotamientos al pastoreo, que tenía como propósito disuadir a los incendiarios al eliminar los beneficios directos de esos fuegos intencionados.
Los culpables somos todos
Tampoco hay que olvidar la desastrosa política forestal, que tanto en Asturias, como en Galicia y el resto de la cornisa cantábrica, han convertido el monte en un polvorín, donde se han eliminado los bosques autóctonos para sustituirlos por monocultivos de especies pirófilas como pinos y eucaliptos. También por interés, por el interés de maderistas y papeleras, con el apoyo incondicional de la administración asturiana, que en 2015 eliminó cualquier restricción a estas plantaciones y que en la última revisión del plan forestal anunciaba que autorizaría las plantaciones de eucaliptos según la demanda de pasta de papel. Pero también con el beneplácito de los propietarios de los terrenos, que han vendido su alma al diablo a cambio de dinero fácil y rápido.
Los culpables somos todos
De todas formas, hay algo que hace que esta última oleada de incendios sea distinta de las anteriores. Algo sospechosamente extraño y terriblemente maquiavélico. Las zonas más afectadas por los incendios de Asturias no son zonas de especial importancia ganadera, al contrario de lo que ocurre en otras partes de Asturias. En Degaña, Ibias y Cangas del Narcea, al igual que en la zona del alto Sil, en el norte de León, que también se ha visto muy afectada por los incendios, hay pocas personas que vivan del ganado en comparación con las que se dedican a otras actividades como al minería. Se trata de zonas con grandes extensiones de robledales, zonas de gran importancia biológica, que han sido declaradas hace pocos años como Parque Natural. Los que provocaron estos incendios no buscaban generar pastos, ni tenían intereses madereros ni urbanísticos. Los que incendiaron el suroeste de Asturias sabían lo que hacían y han arrasado bosques centenarios que albergaban la mejor zona osera de la Península ibérica, varios de los mejores cantaderos de urogallo y centenares de hectáreas de bosque atlántico.
Desde la declaración del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias no han sido pocos los que se han opuesto a esta figura de protección. Se han creado plataformas de afectados, se han hecho pintadas en carteles (que el Principado limpia con rapidez para no estropear la "marca Asturias) y han corrido ríos de tinta en los periódicos regionales quejándose de los osos, la fauna salvaje y de las limitaciones a las actividades económicas que supondría vivir en un espacio protegido.
Los culpables somos todosPintadas en Cantabria, muy parecedidas a las que se ven en Asturias
Se ha calentado tanto el ambiente que solo ha bastado esperar a que la meteorología acompañara para que un malnacido pusiera en práctica sus amenazas y se llevara por delante todo lo que seguramente decía querer más que nadie: "Si no eres para mí, no eres para nadie". Porque muchos se han autoproclamado dueños del monte, los ríos, los bosques y todo lo que contienen, y prefieren verlos arder antes que ceder parte de sus supuestos "derechos ancestrales".
Los culpables somos todosCorzo muerto de asfixia en uno de los incendios que asoló Allande
Hoy ha amanecido como es normal en el otoño asturiano, nublado y lloviznando, con esas nubes que ahora queremos tanto pero que dentro de una semana aborreceremos, porque son el mal tiempo, y queremos calor y sol para ir a la playa. Hoy casi nadie mira al cielo y dentro de unos días toda esta ola de indignación desaparecerá como la ceniza en el aire y el olor a quemado. Como ya ocurrió después de los terribles incendios de diciembre de 2015 y de marzo de 2016, cuando cientos de hectáreas quedaron completamente arrasadas, al cabo de unas semanas ya nadie hablaba de ellos.
Ahora todos exigimos que se busque a los culpables de este desastre, pero, ¿quiénes son los culpables? Culpable es el que prende la cerilla, por supuesto, pero también los que hacen leyes que no castigan al incendiario y favorecen, por desidia o por electoralismo, que sigan quemando, o que ponen trabas a la investigación de incendios (en una próxima entrada hablaré en detalle de este tema). Culpable es el vecino que conoce al que incendia pero calla, culpable es la prensa sensacionalista, analfabeta e incendiaria, nunca mejor dicho. Y culpables somos todos nosotros, los asturianos de azulejo de barra de bar y pegatinas en el coche, los de les fabes y la sidrina y la santina que no conduce pero me guía. Y somos culpables porque olvidamos pronto y no exigimos medidas contundentes para evitar que esto vuelva a suceder. Porque queremos verde pero no queremos lluvia, porque queremos bosques en las postales pero no nos importa que sean plantaciones de eucaliptos y pinos y porque presumimos de tener osos y lobos, pero solo si no molestan. Porque en resumidas cuentas, no queremos sacrificarnos ni siquiera un poco en conservar y proteger eso que de puertas afuera tanto decimos querer.
NOTA: mañana miércoles, a las 21:45h en la sección La Luciérnaga del programa Noche tras Noche (RTPA) hablaremos de los incendios. Es en directo, así que puede pasar cualquier cosa.

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