Revista Cultura y Ocio

Los desconocidos rutinarios

Publicado el 25 mayo 2015 por Molinos @molinos1282

Los desconocidos rutinarios

Fotografía de Gaspar Sánchez

En el recorrido que haces todos los días para ir a trabajar o en tu carrerita de runner diaria, o en el camino que sigues para ir a recoger a tus hijos al colegio, te cruzas con un montón de gente. Muchas de esas personas te pasan desapercibidas pero otras, muchas también, a fuerza de verlas todos los días a la misma hora, en los mismos sitios, se convierten en algo familiar. 
Cada día te las cruzas y ves cómo cambia su ropa según la estación del año, si van mejor o peor peinadas, si se han cortado el pelo, si van solas como siempre o si excepcionalmente van con un acompañante. Escuchas retazos de sus conversaciones con otros o por teléfono al cruzártelas y, de vez en cuando, al encontrártelas en otros sitios, a deshoras, fuera de la rutina compartida, no puedes evitar tener la sensación de "yo le conozco". 
En la vida en la red pasa más o menos lo mismo. Leyendo blogs, picoteando en unos y otros, siguiendo a gente en twitter que a su vez sigue a otra gente que tú empiezas a seguir, pinchando en blogs que recomiendan, leyendo comentarios sugerentes, muchos desconocidos que viven a kilómetros de ti comienzan a serte familiares. A esos desconocidos familiares de la red también les "oyes" hablar en sus comentarios en blogs, en sus tuits, en sus conversaciones con otros desconocidos familiares. 
Todos esos "desconocidos rutinarios"  tienen sus vidas, sus problemas, sus ilusiones y sus proyectos. 
La diferencia entre la calle y la red es que la red permite algo que si ocurriera en la calle a todos nos haría dar un respingo y pensar que el desconocido se ha vuelto loco. La red permite pedir ayuda, colaboración o solicitar voluntarios para tu proyecto, permite salir con el megáfono y decir: "Ey chicos, que estoy montando esto y necesitamos toda la ayuda posible". 
Hace un par de meses, unos de esos desconocidos rutinarios de la red, que llevas años viendo y ellos viéndote a ti, desconocidos rutinarios que te has cruzado en twitter y en blogs, que lees y sospechas que te leen, salieron con su megáfono a pedir ayuda para un proyecto chulo. 
Me acerqué a ellos y les dije, "Oye, yo no sé si puedo ayudar en algo pero me encantaría participar. Puedo hacer casi cualquier cosa, menos raíces cuadradas". (Lo de las raíces cuadradas no se lo dije... quería me cogieran). 
¿Por qué me acerqué? ¿Por qué lo hice? Pues por lo mismo que he hecho casi todo lo bueno de mi vida, siguiendo un impulso y pensándolo mucho. No sabía realmente si iba a poder ayudar; si iban a querer o si iba a ser capaz de hacerlo. Soy regular trabajando en equipo. 
¿Qué ofrecían los desconocidos rutinarios con su megáfono? Un proyecto muy chulo que encajaba con mi idea de la divulgación y la ciencia. Tenían un equipo ya formado y todo en marcha. ¿Qué podía ofrecer yo? No soy científica ni conozco muchos bares en Madrid. Pero siguiendo ese impulso les dije: "Contad con mi pluma y lo que sé de comunicación". 
Podía haber salido fatal, podía haber sido un caos, un fracaso o mucho peor, una decepción mutua, pero no. Ha sido una experiencia maravillosa, un lujo de colaboración que me ha servido para recordarme a mí misma que soy buena en lo que hago. Un placer increíble y una suerte inmensa trabajar con un equipo entusiasmado, ilusionado y aterrorizado ante la enormidad del proyecto puesto en marcha. 
24 horas antes de empezar, estábamos todos histéricos y nerviosos pero disimulábamos. Durante el festival, estábamos sobrepasados y flipados por el éxito y corriendo de un lado a otro, de un chat a otro, de un grupo de wasap a otro solucionando imprevistos, contándonos la última hora, compartiendo fotos. 
Hoy, 5 días después de haber terminado, compartimos la sensación de resaca feliz. Estamos agotados pero muy muy contentos, con sensación de formar parte de algo muy grande y, a pesar del agotamiento, deseando empezar a preparar el proyecto del año que viene. 
Dos meses después de acercarme a los desconocidos rutinarios del megáfono, puedo decir que hacer de esos desconocidos rutinarios primero unos jefes, para luego formar con ellos un equipo y hacernos amigos, es de las mejores cosas que (me) han pasado en la vida. 
Y estoy muy muy contenta. Y además, he aprendido a trabajar en equipo. 
Mil gracias a todo el equipo de Pint of Science y en especial a Inés y Gaspar. 

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