Los despropósitos

El Sr. Montoro ironiza sobre la subvención a los críticos con la causa contra Garzón, el juez estrella, del que se afirma verse juzgado por perseguir los crímenes del franquismo o la trama Gürtel; acierta de lleno porque, aunque la carrera de D. Baltasar tiene más luces que sombras, no es menos cierto que se ha envuelto en macroprocesos, como el del lino, que demostraron tener mucho más ruido que nueces. Ahora se le cuestiona por no ajustarse a la ley en escuchas telefónicas, no por perseguir a los corruptos, sean éstos del PP o del PSOE, que tanto da, y también por pedir las ayudas para sus conferencias neoyorquinas, unos ochocientos mil euros, en papel timbrado de la Audiencia Nacional. D. José María Ruiz Mateos estafó a muchos españoles, pero tan culpable es el empresario como los inversores, pues la garantía de un litro de brandy, aunque sea bueno, por cada seiscientos euros depositados en el proyecto, me parece tan volátil como el alcohol que contiene este famoso licor. Después hace bueno el dicho de que se va a la cárcel por robar un pan, pero no unos cuantos millones de euros, y el jerezano sique sin dar señales de vida, preparando, seguramente, una conveniente enfermedad propia de sus años. El Sr. Ruiz Mateos ha resultado un bluff, que no tenía efectivo y lo recogió de inversores populares, atraídos por lo ventajoso de unos intereses que no iba a pagar nunca, y eso no está bien. Garzón se metió a investigar el franquismo mientras dejaba escapar a los narcotraficantes por vencimiento de plazo, y eso tampoco es bueno. El gobierno subvenciona la defensa popular, el juicio paralelo y las asociaciones que defienden sesgadamente, la inocencia del magistrado, algo que tampoco parece lógico. Todo ello no es más que un cúmulo de despropósitos.

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