Revista Cultura y Ocio

Los eremitas y la comida

Por Santos

Pregunta: Buen dia, es que lei sobre la vida de san Pablo Ermitaño, san Antonio de Paula, y quisiera saber como sobrevivian estos y los demas santos ermitaños, ¿accedian a los Sacramentos? ¿que comian, bebian?

Respuesta: Interesante pregunta, que permite acercarse a la vida de los eremitas, que se destaca por la austeridad, la penitencia, la oración y la frugalidad. Primero, con respecto al santo que dice, debe ser San Antonio Abad, o San Francisco de Paula.

Leyendas aparte, que más que ayudar al santo, le ponen como desquiciados (que alguno habrá), la vida eremítica exige más que penitencias exacerbadas, un equilibrio espiritual y psíquico muy importante y difícil de lograr. Los eremitas, más que nadie, se exponen al ocio, a vivir a sus anchas, en fin, a la pereza. La soledad es muy peligrosa cuando los motivos elegidos no están muy claros, y puede desbocar en una auténtica locura. Estos eran los peligros más comunes de los solitarios (soledad, pereza, vida cómoda, ocio), es por ello, que aún en las órdenes más austeras y solitarias, como los cartujos, los monjes tienen sus momentos de esparcimiento y vida comunitaria.

En los eremitas más conocidos del santoral nos encontramos con casos sorprendentes, como los estilitas (Simeón, David, Daniel), que vivían sobre columnas; los acemetas (Alejandro), de los que se decía que no dormían nunca, pero en realidad es que hacían turnos para que continuamente hubiera algunos cantando salmos y cánticos (estos eran de vida comunitaria, se entiende). También están los que vivían en tumbas (Antonio Abad); los dendritas (Gerlach, Edigna, Simón Stock), que vivían en huecos de árboles, o en las ramas de estos. Por lo general, lo más común eran las cavernas y los desiertos, porque permitía el apartamiento del mundo y de otros eremitas. Para los iniciados, lo más normal era vivir a la vera de un solitario, aprender de él y luego buscarse su propio sitio de soledad (Pacomio y Teodoro).

¿Accedían a los Sacramentos?
Pues ordinariamente no, los solitarios por lo general no eran sacerdotes y tampoco eran visitados por ellos. La leyenda de Santa María la Egipcíaca dice que sólo una vez recibió la comunión de manos de San Zósimo, y fue para morir. También recordemos que la comunión frecuente sólo existe en la Iglesia desde épocas muy recientes, por decir una fecha: desde San Pío X y durante el siglo XX se insistió en ello. El algunos casos, sí recibirían tal vez la extremaunción y la Eucaristía, pero serían eremitas conocidos, puesto que algunos eran visitados por los fieles para pedir consejo o máximas espirituales. El eremita hacía su oración mediante los salmos, o cánticos que se conocían en la iglesia primitiva. Algunos los sabrían de memoria, otros tendrían pergaminos, pero de la recepción de sacramentos no se tenía la misma visión. De Confesión, ni hablar; no existía en la Iglesia antes del siglo IX y hasta casi finales del medioevo no se impulsó, y con Trento se regularizó y se hizo cotidiana.

¿Que comían, bebían?
Aquí entramos en la vida "práctica" del solitario. Una norma común era el desprecio de la carne y los manjares. A veces cuando se dice que el eremita vivía en el desierto, nos imaginamos el Sáhara, pero esto es un error. El ermitaño quería vivir en alabanza y penitencia, no morir al sol, de hambre y de sed, como un desquiciado. Si no comía en abundancia, no era para tener hambre a todas horas y sufrir con ello, era porque iba acostumbrando su cuerpo a no necesitar casi nada (lo mismo que hacen hoy los obsesionados con "la línea", pero por otro motivo). Pero el eremita buscaba sitios apartados, pero donde hubiera agua corriente para beber y por tanto, poder sembrar verduras, que constituían su alimento ordinario. Eso y algún pez, queso, frutas, y claro, pan, constituían su alimentación básica (lo que hoy llaman una dieta saludable, quien lo diría). Obtenían estos productos gracias a su trabajo manual, indispensable para el monje, sobre todo para distracción y contemplación, además de servir de algo. Hacían cestos, esteras, bastones, cruces... cosas así, que cambiaban por alimento, vestido...

En la imagen, San Gerlach de Houtem (5 de enero), que fue noble y soldado, de vida bastante licenciosa. Luego de la muerte de su esposa, comenzó a hcer penitencia cuidando enfermos en Jerusalén y luego se retiró como eremita al hueco de un árbol. Los canónigos premonstratenses lo han asimilado como santo propio.


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