Revista Cine

Los fabulosos Baker Boys (The fabulous Baker Boys; U.S.A., 1988)

Publicado el 16 diciembre 2011 por Manuelmarquez

Los fabulosos Baker Boys (The fabulous Baker Boys; U.S.A., 1988)SINOPSIS ARGUMENTAL.-
Frank y Jack Baker sonhermanos y pianistas, y ambos se ganan la vida haciendo lo que sabenen clubes y salas de fiesta. Tedio y hastío provocados por la rutina–son muchos años piano con piano, los mismos gags, las mismascanciones-, y el negocio que no termina de marchar demasiado bien:tiempos de crisis para la música ambiente. En dicha tesitura, losdos se plantean que es necesario un revulsivo, un elementorevitalizador que catapulte su carrera y les aporte ciertaestabilidad económica. Dicho y hecho, los hermanos buscan unacantante que ponga voz a sus interpretaciones, y ésta terminarásiendo la sensual y atractiva Susie Diamond, una chica sinexperiencia alguna, pero capaz de erizar el vello del más estólidode los mortales con sus susurros cantores. El mecanismo funciona ylos Baker Boys comienzan a remontar el vuelo, pero –algo casiinevitable- ciertos revuelos hormonales empezarán a complicar unasituación demasiado plácida como para durar demasiado...
ADVERTENCIA PREVIA.- El texto a continuación (reseña crítica) contiene detalles sustanciales sobre el desarrollo y desenlace de la trama (absténganse, pues, de su lectura quienes pretendan ver la película en los próximos veinticinco años...).
RESEÑA CRÍTICA.-
Si alguien pensabaque el catálogo de exhibicionismo soft-core que desplegaba KimBasinger en Nueve semanas y mediasuponía el cúlmen de la iconografía erótico-cinematográfica dela decada de los 80, estaba muy, muy equivocado. La guinda aúnestaba por poner, y ésa quedaba reservada para una felina MichellePfeiffer deslizando sus delgadas y sinuosas curvas, embutidas en unvertiginoso vestido rojo, sobre el piano de un estupefacto (eincendiado) Jeff Bridges, mientras acariciaba su micrófono con voz ymanos, interpretando el enésimo estándar de un repertorio mil vecesrepetido: secuencia destinada directamente a engrosar el imaginarioerotómano de cuanto fetichista pueda pulular alrededor delceluloide...
Y no hay mucho másque sea especialmente digno de destacar en esta, por otro lado,correcta película que es Los fabulososBaker Boys, una historia coningredientes tan tópicos como previsibles, y que se limita aexplotar algunas de las no muy numerosas bazas con las que cuenta,para obtener un producto final que se deja ver de manera agradable,pero que no es capaz de generar un entusiasmo acorde con latemperatura a que la escena antes comentada puede elevar lostermómetros emocionales.
Empezamos con undúo, el de los dos hermanos (ambos, igualmente, hermanos en la vidareal: como dirían Les Luthiers, caramba, qué coincidencia...), quejuega con el mecanismo de la confrontación de caracteres: el mayor,serio, metódico, ordenado y de vida totalmente convencional (susúnicos horizontes vitales se extienden a su trabajo, su esposa y sushijos), frente al menor, bohemio, rebelde, amargado, caótico,siempre picando de flor en flor (entendiendo por flor toda camareraque se pone a tiro) y con un perro viejo y una niña como únicascompañías (y horizontes vitales) más o menos estables.
Para terminar deromper ese delicado y siempre difícil equilibrio entre doscaracteres tan diferenciados, surge el tercer elemento, el vérticedel trío, que sólo puede ser una mujer (cómo no...), tremendamenteatractiva (cómo no...), y con un punto de sarcasmo explícito ylascivia oculta (un pasado reciente un tanto convulso da fe de ello)que garantizan el que pueda dar pie a lo inevitable: terminaráteniendo un lío con uno de los miembros del dúo, y todo acabarásaltando por los aires. El problema, desde el punto de vista delinterés argumental, es que esto está tan evidentemente claro desdeel primer plano en el que aparece la ínclita Susie Diamond, que elúnico misterio radica, a partir de ese momento, en averiguar cuándo,cómo y dónde ocurrirá el evento que, de manera indudable, se sabeque ocurrirá.
Aun yendo más allá,todavía se podría haber esperado del guionista (Steven Kloves, elmismo que se encarga de dirigir, sin el más mínimo margen paraningún detalle fílmico apreciable) que le echara un puntito morbosoa planteamiento argumental tan manido, y, al menos, montara el líode la bellísima con la menos previsible de las opciones: la deFrank, el hermano casado, feo y bajito. Pero no, qué va... laDiamond acaba en la cama del alto, guapo, atractivo y torturado Jack,para gozo y satisfacción de los seguidores de romances Barbie-Ken, yla consiguiente decepción para quienes somos partidarios desoluciones un pelín más bizarras.
En fin, no hay máscera que la que arde, y la película se va desarrollando sobre talesesquemas, hasta desembocar en un desenlace un tanto agridulce, contodas las posibilidades abiertas: un detalle digno de agradecer, dadoque ya hubiera resultado incluso de mal gusto el haberle puesto unbroche excesivamente romantico, para colmo de obviedades.
También hay quehacer constar, para dar un contrapunto a lo ya expuesto y no pintarun cuadro excesivamente sombrío, que el film también nos ofrece laposibilidad de disfrutar de algún aspecto ciertamente agradable:concretamente, la interpretación de sus tres protagonistas, a unnivel más que correcto, en papeles que, sin ofrecer ninguna especialdificultad, sí que requieren unas mínimas aptitudes que elloscubren con creces, especialmente Beau Bridges –tremendamentecreíble, en su papel de antigalán- y Michelle Pfeiffer, realmentefascinante en presencia física –aunque a nivel de interpretación,quizá no tanto-, y permitiéndose, incluso, el lujo de cantar unbuen puñado de temas con una voz muy apropiada al perfil de supersonaje. Jeff Bridges ofrece las prestaciones más bajas del trío,lejos de su nivel habitual: una lástima para quien es fervorosoadmirador de este actor al que, inexplicablemente, casi siempre se leha negado el pan y la sal, sin que uno acierte a saber muy bien enqué se basaba la crítica —hasta fecha bien reciente— para mantener tal postura.
Si son ustedesbuenos degustadores de ese tipo de películas predecibles hasta en sudetalle más elemental, aquí tienen un buen ejemplar. Cuenten conque, en cualquier caso, se deja ver agradablemente, y productos conbastante menos calidad circulan, con total impunidad, por multitud desalas cinematográficas. Y, en última instancia, siempre nos quedaráMichelle deslizándose sinuosamente sobre el piano, rojo sobrenegro... ¿Poco bagaje para toda una película? Quizá, quizá...

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