Revista Cultura y Ocio

Los favoritos de Eduardo - Artículos - Los favoritos

Por Eltiramilla

Cuando era pequeño odiaba leer aquellos libros tan infantiles que me mandaban en el instituto, de los que no guardo ningún buen recuerdo. Poco más tarde, cuando la llama de la lectura se avivó en mí, me lancé a por obras no del todo acordes con mi edad (por ejemplo, El Mundo Perdido, de Michael Crichton), por lo que me vi en la obligación de abandonarlas a la espera de una madurez que llegaría a los pocos años. Los favoritos de Eduardo - Artículos - Los favoritosMi carrera lectora volvió a estancarse en ese tiempo de espera, hasta que de pronto alzó un alto vuelo gracias a la saga fantástica Harry Potter (J. K. Rowling). Las aventuras del joven mago y sus amigos, en una historia que iba madurando por sí sola, me enamoraron y apasionaron, logrando que mi vida literaria cogiera carrerilla.

Entre mis libros juveniles favoritos se encuentran algunos muy actuales que probablemente a muchos os sonarán. Este es el caso de la trilogía Los Juegos del Hambre (Suzanne Collins), que se merece un pequeño y humilde puesto entre mis lecturas predilectas, y es que entró en mi vida de forma inesperada y arrasó todos mis sentidos como un huracán. Aquella Katniss desgraciada luchando contra un régimen opresor, mientras los elementos más futuristas y fantásticos se mezclaban en una danza que se me antoja inolvidable. ¿Y qué me decís de otra trilogía llamada Los Lobos de Mercy Falls (Maggie Stiefvater)? Sus dos primeros títulos, Temblor y Rastro, sencillamente me robaron el corazón. Sam Roth era poesía pura y la mano experta de su autora me transportó a un universo lleno de grullas de papel con deseos escritos en su interior.

Definitivamente puedo afirmar que soy fan de las trilogías juveniles, porque otra de mis intocables es la obra del autor norteamericano James Dashner, El corredor del Laberinto. Con un ambiente que recuerda a la novela El señor de las Moscas (William Golding) mezclado con una suerte de Los juegos del Hambre, la historia de Thomas y aquel universo extraño y peligroso rodeado por un laberinto que parece no tener salida, me absorbió por completo, convirtiendo aquellas letras en adrenalina. Algo parecido me ocurrió con otra trilogía, The Giver (Lois Lowry), donde me convertí en un espectador de la feroz crítica social que la autora creó con empeño, poniendo a Jonás, a Nora y a Mati en el punto de mira de unas sociedades corrompidas por la maldad. Pero dejando de lado la rama distópica y romántica, y también las famosas trilogías, tengo que admitir que mi más reciente lectura, El silencio se mueve (Fernando Marías), se ha convertido rápidamente en uno de los libros clave para esta estantería personal tan especial donde sólo los favoritos están invitados. La obra de Marías bien se lo merece por ser diferente y estar escrita de manera experta y apasionada.

Siempre podré estar orgulloso de aquellas novelas juveniles que me hicieron sonreír y emocionarme; tal vez no sean muchas todavía, pero para mí son irreemplazables. Eso sí, he de confesar que mis grandes favoritos no se encuentran dentro de la LJ, sino que se acercan a maestros como Stephen King o Dennis Lehane; sin embargo, la literatura escrita para jóvenes se ha hecho poco a poco un hueco en mi vida y también en mi corazón. ¿Quién le iba a decir a ese niño que odiaba leer que acabaría enamorado de las letras?


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