Revista Música

Los himnos de aquellos maravillosos años

Publicado el 25 agosto 2011 por Hogaradas @hogaradas

Por Hogaradas
Durante un tiempo fueron nuestros himnos nocturnos, aquellas canciones a las que recurríamos en las noches de fiesta de aquellos tiempos de profunda amistad.
“El amor” de las Azúcar Moreno sonaba una y otra vez en aquel bar de la zona alta de la ciudad. Una noche tuvimos la suerte por fin de escucharla en directo acudiendo a un concierto de las dos hermanas; aguantamos un tremendo aguacero, pero no importaba, la música era suficiente para aliviar la mojadura, porque además no era nada que no pudiera solucionar posteriormente un buen mojito en “El Rincón Cubano”. Aires del Sur y su música regados por las frecuentes lluvias del Norte, y como colofón el ritmo y el son del Caribe, siempre seductor, atrevido y envolvente.
Massiel, Massielona como tú la denominaste en su día, inmensa desde aquella primera actuación y triunfo en Eurovisión, desgarradora en sus interpretaciones, inteligente y vivaz en cada una de sus entrevistas, fue la artífice de nuestro segundo himno, éste ya por la zona baja. “Eres” se convirtió en el delirio nocturno, en la canción más deseada, en la cita más esperada, y en aquel pequeńo local que no sé si todavía existe ya, respirábamos el rancio del ambiente mientras a voz en grito y sin dejar de bailar coreábamos a dúo nuestra canción.
“Eres por tu forma de ser conmigo lo que más quiero…” Qué frase tan sencilla y simple para expresar tanto, para decirlo prácticamente todo, para seducirte y llevarte nota tras nota hasta el final… “Eres lo que tanto quise tener y que en ti yo encuentro.”
Sońábamos por entonces con encontrar esa persona a la que dedicar nuestra canción, así que en mi caso, y una vez segura de que mi embarcación había llegado a buen puerto, uno de mis regalos fue una composición de fotos con ella como música de fondo, y por supuesto, con mi amor como total protagonista.
Por aquella época era la fiel lectora de todo lo que escribías, de tus primeras publicaciones, las cuales conservo todavía recortadas y pegadas una por una en un folio con su fecha correspondiente. A mi manera te hice mi pequeńo homenaje en forma de una carta que también conservo y que ahora, ańos después he vuelto a leer, consiguiendo con ello que se me saltaran las lágrimas. En ella la premonición de tu actual éxito, mi admiración y sobre todo, mi inmenso carińo y mi incondicional amistad.
Me hiciste protagonista de uno de tus artículos, y pude ver orgullosa mi nombre en negrita: “ella con su tesón y su inquietante y envidiable optimismo” decías, mientras que en otras líneas, tiempo después, era una de aquellas noches la protagonista y la inspiración para otra de las frases más hermosas: “el espectáculo fue antológico, con ninguno de mis amantes me había divertido tanto.”
Como colofón nada mejor que un pequeńo texto de Antonio Gala, el mismo que consta en la carta que en aquella ocasión te envié; hoy su sentido es diferente, pero mientras lo leo no pienso en hoy ni en ahora, sino en aquellos maravillosos ańos y en nuestra amistad, esa que me acompańará siempre, la que aunque parezca que se ha perdido estoy segura de que sigue existiendo, porque en su día fuiste como aquella “Dama de otońo”, y a pesar de que hace tiempo ya que he dejado de formar parte de tus cosas.
“Tú eres la compańía más leal, más duradera y más veraz que he tenido en mi vida. Las otras, antes o después, han vuelto la mirada hacia sus cosas. Acaso tú también: lo que sucede es que yo formo parte de sus cosas. Juntos hemos gozado y padecido muertes, vidas, destierros. Entre tú y yo no hubo nunca una historia explícita de amor; sin embargo, tú has asistido, cuidadosa y a la distancia justa, a todas mis historias de amor, de desamor y de trabajo…”

Fotografía - Daniel González Zapico

 

Los himnos de aquellos maravillosos años


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