Revista En Femenino

Los inconvenientes de la lactancia artificial

Por Tenemostetas

Por Ileana Medina Hernández
Soy de las que prefiere (casi siempre) hablar en positivo. O sea, a lo largo de este blog he preferido hablar de lo que la lactancia materna aporta, que es muchísimooooo. Algunas personas sin embargo opinan que debería hablarse de los inconvenientes de la lactancia artificial, dado que la lactancia materna es lo 'natural', es lo que la especie previó para todas las crías humanas. Y la lactancia artificial ha sido una perturbación que hemos introducido en la crianza, hace menos de 100 años.
Hasta finales del siglo XIX, los bebés eran alimentados con leche de su madre o de una nodriza, pero siempre leche humana, o perecían. El índice de mortalidad infantil era altísimo, y un estudio citado por Luis Rojas Marcos en su imprescindible libro Las semillas de la violencia dice que incluso un tercio de los bebés eran abandonados o asesinados por sus propios padres en Europa en el siglo XIX, así que la preocupación por el 'bienestar' de las crías era algo que nadie tenía en cuenta. Se morían, y ya está.

En el siglo XX aparecen las leches de fórmula, inicialmente pensadas para la supervivencia de los bebés en los orfanatos. Sin embargo, por el truco comercial de las industrias lácteas, por el auge del paradigma tecnologista y por la coyuntura específica de los inicios del feminismo y de la incorporación de la mujer al trabajo, después de la Segunda Guerra Mundial la 'fórmula' comenzó a generalizarse como alimento adecuado para todos los bebés.

Nos arrebataron a madres y bebés la lactancia, que es la última fase del ciclo reproductivo de la mujer, y el primer derecho de los bebés a obtener la mejor alimentación. La mayoría de las mujeres que estamos siendo madres ahora fuimos criadas con biberón por madres que aunque hubieran podido fácilmente amamantar creyeron en la década de los 70 y de los 80 que 'el biberón era mejor', y ahora 30 ó 40 años más tarde nos encontramos con que, aunque sabemos que el biberón no es mejor, queremos amamantar y no podemos.
Parece de todos modos que los índices de lactancia materna crecen cada vez más, y que gracias a los esfuerzos de muchas asociaciones de apoyo a la lactancia y a los cambios de protocolos en los hospitales, el lapso temporal donde la lactancia artificial fue glorificada va a quedar atrás, como unos 'decenios oscuros de la maternidad' de la segunda mitad del siglo XX.
Que la lactancia -o la no lactancia- es algo muy importante, lo evidencian las 'guerras' que se forman en foros, periódicos on-line, blogs y en todos los escenarios donde se habla de lactancia materna. Enseguida la reacción irracional y desmesurada, de las madres de un bando y de otro, suelen crear un ambiente irrespirable. Muchas mujeres que no han podido amamantar se sienten atacadas siempre, aunque el tono del escrito sea respetuoso. Suelen sentirse mal consigo mismas. Sale el famoso tema de la culpa, unas se sienten culpables, otras culpabilizadas, otras culpabilizadoras, unas acusan a las otras de 'hacerlas sentir culpables' y así hasta el infinito. Da igual quién tenga o no 'razón'. La lactancia, como la maternidad, como el amor, no es racional... Pero cuando el río suena... es porque el tema es realmente importante.
Si está absolutamente demostrado que la leche materna es lo mejor para todos los bebés, y las madres nos sentimos tan mal cuando no podemos ofrecerla, si nos queremos autojustificar constantemente, si nos sentimos agredidas por quien expone otra forma de hacer las cosas, si no podemos permanecer impasibles... entonces el tema merece que nos detengamos a investigar qué nos pasa, qué nos ocurre. Y por qué. Y qué puede hacer la sociedad en su conjunto para mejorar esto, que desde luego no puede ser culpabilizando a nadie, ni enfrentándonos unas madres a otras, sino intentando que la sociedad en su conjunto cada día apoye más la mejor crianza posible para todos los bebés.
Hace un tiempo reproduje en este blog el artículo ¡Chúpate ésta!, publicado en el año 2006 por la prestigiosa revista The Ecologist, que ponía los puntos sobre los íes en el l tema de la lactancia artificial. Especialmente fuerte (pero real) me pareció esta frase:
'(la leche artificial) Es el único alimento prefabricado que el ser humano se atreve a consumir en exclusiva en un periodo de meses, aunque sepamos que ningún cuerpo humano pueda permanecer saludable y prosperar con una dieta fija de comida prefabricada.' (Y yo agrego: ¡¡¡y qué meses!!! Los primeros y más importantes meses de la vida!!!)
Hace unos días, comenzó a circular por la red 'maternal' este texto Ingredientes, aditivos y contaminación de la leche artificial para bebés, un fragmento del libro Breasfeeding older children, de Ann Sinnott, publicado en Londres en 2009 y aún sin versión en castellano. Los temores que tenemos sobre el malestar que podemos llegar a sentir las madres son tantos, que Jesusa Ricoy Olariaga, doula española residente en Londres que fue quien tradujo el fragmento con permiso de la autora, puso a disposición de las lectoras su propio email personal para cualquier duda o comentario.
Sin embargo, tengo la impresión de que poca gente ha leído este texto, o al menos, hasta ahora no tengo noticias de ningún brote de alarma social. Si fuera falso lo que ahí se lee, la autora estaría demandada, supongo.
Hagamos una prueba: tecleemos en Google la búsqueda 'ingredientes leche fórmula'. No me esforcé mucho, pero a primera vista, no me salió ninguna página donde aparezca una 'receta' con los ingredientes que usan las industrias lácteas para fabricar las fórmulas artificiales. Claro que aparecen en la parte afuera de las latas, faltaría más. Pero yo no tengo ninguna lata a mano, y no hay modo de que pueda encontrar un listado exhaustivo de los ingredientes que utiliza alguna marca comercial. ¿Qué raro, no? Con toda la información que aparece en internet sobre lo humano y lo divino.
A las madres que amamantamos se nos dice hoy que no debemos introducir ningún alimento diferente a la leche materna antes de los 6 meses del niño, ya que la introducción precoz de alimentos aumenta con mucho la posibilidad futura de sufrir alergias. Sin embargo, quien alimenta con leche artificial está exponiendo desde el primer día a su bebé al contacto con la leche de vaca, derivados del maíz, aceite de palma, aceite de coco, aceite de girasol, almidón de arroz, soja, microalgas fermentadas, etc... ¿Le daría usted de comer esas cosas a su bebé tan tranquilamente, si las tuviera por separado en la nevera de su casa, si las viera sin disimular mezcladas en un polvito blanco?
Tengo en pdf el Manual que publica la Asociación Española de Pediatría (AEP) sobre Lactancia Materna: Lactancia Materna: Guía para profesionales, Monografías de la AEP, nro. 5, Madrid, 2004. Su capítulo 6 se llama así mismo: 'Los inconvenientes de la lactancia artificial', y aclara fervientemente:
'Este capítulo está pensado sólo para los profesionales sanitarios. Es la síntesis de muchos estudios epidemiológicos que creemos que no debemos ignorar cuando se trate de aconsejar a una madre sobre la lactancia de su hijo. Por eso está enfocado como inconvenientes (o, si se quiere, riesgos) de la lactancia artificial para el bebé, en lugar del clásico 'ventajas de la lactancia materna'.
Los especialistas de la AEP se ven obligados a aclarar que el enfoque de los inconvenientes de la lactancia articial es posible 'entre profesionales', dejando entrever que no se puede suministrar esta información al público en general, y que no se puede abordar desde este punto de vista directamente con las madres.
O sea, hay un fuerte TABÚ, miedo, a suministrar al público una información que está suficientemente contrastada por la ciencia. El pretexto supongo que es que 'la madre ha de decidir libremente sobre el tipo de alimentación que desea para su bebé.' Pero es que si no se difunde esta información, ¿las madres estamos eligiendo de verdad CON CONOCIMIENTO DE CAUSA?
Se supone que los pediatras sí tienen acceso a esta información, o que por lo menos deberían preocuparse por conocerla. Y que los pediatras -esos nuevos 'gurús' de la crianza y la alimentación- deberían funcionar de mediadores entre la información científica y los padres, pero no para ocultar ni para manipular, ni para demostrar 'superioridad' con un conocimiento esotérico, sino para facilitar el acceso a ella, para explicar, para orientar en lo que es mejor para el bebé: la lactancia materna.
Todos sabemos sin embargo que muchísimos pediatras hoy en día atentan abiertamente en sus prácticas contra la lactancia (recomendando el 'biberón de refuerzo' que es el principal asesino de la teta) y de muchas otras maneras, que explica muy bien aquí el Dr. Jack Newman.
La Guía Profesional de la AEP, a partir de una exhaustiva revisión científica, es clara: la lactancia artificial disminuye el vínculo afectivo entre el bebé y la madre, tiene inconvenientes para el sistema digestivo del bebé, aumenta el riesgo de infecciones, aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante, aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas, perjudica el desarrollo cognitivo, y tiene repercusión sobre el bienestar y la salud del bebé.
Si esto hace sentir mal a las madres que no tienen más remedio que dar biberón, la culpa no es del mensajero, ni de la AEP, ni de la ciencia, ni de Tenemos Tetas. Ni tampoco, en la mayoría de los casos, de ellas mismas. La responsabilidad es del sistema social en su conjunto, de los medios de comunicación, de los protocolos en los hospitales y centros de salud, de la falta de apoyo, de la lógica mercantil y laboral existente, todos tenemos un poco de responsabilidad en este asunto, y eso es lo que hay que cambiar.
¿Será hora ya de hablar claro?


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