Revista Opinión

Los indignados no traen la revolución. 2

Publicado el 22 junio 2011 por Manuhermon @manuhermon
Si el Movimiento 15-M, solamente consiguiera modificar las actitudes de los dirigentes y los partidos políticos, funcionamiento y relaciones con la ciudadanía, solo con ello sería altamente positivo y una gigantesca ola de aire fresco se introduciría en la sociedad, dotándola de mayor contenido político con el que poder enfrentarse a los poderes económicos.
A cuento de qué viene entonces tanta referencia a los viejos sueños revolucionarios, en tantas páginas y correos, en tanta reunión de grupos ultraizquierdistas? porque en muchos lugares, todavía demasiados individuos solo prestan atención a ese concepto, a los sueños e ilusiones, para mucha gente la solución de los problemas es tan sumamente difícil y laboriosa que todo queda reducido a la revolución, a los milagros, y a ser posible dentro de los viejos moldes de agrupación ideológica identitaria.
Una de las diferencias del movimiento con el pasado, es la utilización de la red en el proceso de movilización, discusión, agitación y organización, que dotará a la política española de una dimensión distinta a partir de estas experiencias, porque integra e incorpora más al individuo en los procesos colectivos permitiéndole opinar y decidir más fácilmente que en las estructuras grupales anteriores, incorpora más ciudadanía que clase, favorece la transversalidad y la relación de militancia variable, sin el respeto cerrado a la obligatoriedad de mando, en definitiva aumenta la sensación de liderazgo e importancia personal. (Está por ver que este modelo, por sí solo, tenga mayor eficacia en la conquista de reivindicaciones, o necesite de complementarse con anteriores formas conocidas).
Quizás sean irremediables las comparaciones. Pero no son Mayo 68, con toda la prevención que debemos mostrar para no unificar tanta diversidad como surgió en aquellos tiempos en las movilizaciones parisinas, o en la primavera de Praga, o en Polonia y Rumanía, en las luchas italianas o en las acciones pro derechos civiles norteamericanos, o contra la guerra de Vietnam, ni siquiera en las movidas universitarias españolas, ( un concierto de Raimon en Madrid podía ser un acto de desafío y lucha contra la dictadura), concentraciones anti guerra de Vietnam, en fin en una amplia panoplia de movilizaciones en las que generalmente no había lugar para niños pequeños ni ancianos, fundamentalmente por los aspectos violentos de enfrentamiento contra el sistema que giraban alrededor de dichas movilizaciones.
Aquellas acciones con todas sus diferencias, eran en general, más violentas, (salvo las vinculadas al mundo hippie y pacifista) algunas eran supuestamente en teoría más revolucionarios, sus participantes estaban más encuadrados grupalmente, en ‘masas’ estudiantiles y obreras, partidos y sindicatos, e intelectuales, querían destruir una sociedad y construir otra, no modificar aspectos de la misma para mejorarla.
Pero contenían rasgos comunes, como muchas veces que se han producido explosiones sociales. Una parte de la colectividad siente que le roban presencia e influencia social, eran entonces y son ahora, movilizaciones contra los poderes establecidos, económicos y políticos, exigiendo mayores cotas de libertad y poder.
No son las luchas ni movilizaciones de la Transición, claramente diferenciadas por serlo entonces en las calles y en los centros de producción, con sus 16 millones anuales de horas perdidas en huelgas, contra 1 millón el año pasado, porque carecen, hasta ahora, del empuje de los trabajadores que en aquellos momentos fue esencial junto con el movimiento estudiantil, el movimiento feminista y el movimiento de barrios.
Respecto a la capacidad efectiva para producir cambios, me temo que hoy su fuerza es muy escasa para provocarlos en la política económica, en los modelos de producción y en la organización política, administrativa y social. Es demasiado pronto para verlo, pero si las actuales movilizaciones formaran parte, en mi opinión deberían formar parte, de un movimiento ciudadano mayor que sumara y mezclara lo nuevo y lo viejo, podría alumbrar nuevos tiempos políticos en los partidos y sindicatos, en el resto de organizaciones y movimientos sociales, en la sociedad civil y por ende se traducirían impulsos de cambio a la sociedad.
No son la esperanza, pero forman parte de ella.
Por su interpretación variada del movimiento, selecciono unos enlaces, al margen de los facilitados en ‘Arian seis+indignados’ en este tiempo de atrás.
Machado en Collioure
Carlos Carnicero
Pilar Rahola 1
Pilar Rahola 2
Ramón Cotarelo
Antoni Gutiérrez-Rubí 1
Antoni Gutiérrez-Rubí 2

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