Revista Opinión

Los inmigrantes ricos y los otros

Publicado el 05 junio 2015 por Rgalmazan @RGAlmazan

Pues sí. No crean ustedes que los inmigrantes que vienen a este país son todos pobres, en busca de trabajo y de una vida mejor; que vienen de países en guerra, huyendo, o de los países más pobres. Para que ustedes se enteren, también hay inmigrantes ricos, muy ricos. Tanto que no parecen inmigrantes sino turistas de lujo o empresarios de Wall Street.

Y cuando esto ocurre que es lo que pasa. Pues que se nota dónde estamos, cuáles son nuestras debilidades, en manos de qué gobierno nos encontramos. Justo, esos que hablan de patriotismo todo el día, que dicen que no cabemos más de los somos, que ponen cuchillas en las alambradas de las fronteras, justo esos son los que, con esa sensibilidad de hiena que les caracteriza, mientras encierran –a los pocos que pueden pasar— en centros de internamientos que algunos han calificado de cárceles del cuarto mundo, a otros los declaran residentes solemnes, eso sí, vendiéndoles ese derecho como si se tratara de un quilo de bananas.

El Roto Inmigrantes

Porque ya se sabe que aquí lo que prima es el dinero. Siempre que haya pasta por medio no hay problemas. Que usted es un desgraciado sirio que viene huyendo de una guerra injusta o una nigeriana a la que han violado y viene embarazada, pues se jode, no cabe en este país.

Ahora bien si usted viene, como lo hace la gente de bien, la gente seria, la gente pudiente, esto es, con un millón debajo del brazo, no tiene usted problemas. Y le demuestran cuan flexible puede ser este país, no sólo cabe usted sino su familia y si trae a amigos de esa ralea, miel sobre hojuelas. Aquí nos apretamos todos, para que usted no tenga problemas, para que quepa, para que sea un residente con todos los derechos, para que pueda ser uno más. Porque, todo entra en el lote. Sólo hay una obligación, naturalmente pecuniaria, usted compra un piso de medio millón, o tiene un millón en un banco español –y si es blanco mejor-- y le va a recibir el propio ministro del interior, el de las cuchillas de Melilla, el de las devoluciones en caliente, el que deja que se disparen pelotas de goma a los que entran por mar, no vaya a ser que lleguen vivos.

Y es que hay clases o ¿alguien lo duda?  Porque aquí están los que no caben, los desgraciados que si consiguen entrar y no les cogen, viven en condiciones miserables, sin posibilidad de trabajar o sin tener el mínimo derecho, y luego están los que siendo millonarios vienen, pagan el peaje, y se quedan en este país, quién sabe para qué, para vivir tranquilamente o para introducirse en negocios no siempre de buen ver.

Esta es la España que quieren. Pero, no pasa nada, salvo que en este caso la crueldad de la desigualdad –demostrada por activa y por pasiva con los españolitos de a pie, también-- llega a límites intolerables. Porque mientras a unos, tratar de venir para vivir decentemente, les llega a costar la muerte, a otros, les cuesta simplemente una propina.

¿Cómo se puede tener tanta vergüenza para vender derechos humanos de primer orden, desde un gobierno? ¿Cuál va a ser el límite? Afortunadamente creo que les queda poco, ya han perdido la primera batalla, esperemos que pierdan la guerra en las próximas generales, antes de que este país no tenga remedio.

Salud y República


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