Revista Salud y Bienestar

Los inmunosupresores en el trasplante renal

Por Ana46 @AnaHid46


Los inmunosupresores en el trasplante renal
Las personas que hayan recibido un trasplante de riñón (y también en el caso de los trasplantados de hígado, pulmón, corazón, páncreas, intestino...y, en general cualquier órgano del organismo excepto la córnea) sabrán lo importante que es la toma de manera continúa y permanente de unos medicamentos llamados inmunosupresores, que son los encargados de salvaguardar el buen estado del trasplante. Sin ellos, el cuerpo desencadenaría una serie de procesos que acabarían desembocando en un rechazo con lo que el nuevo riñón dejaría de funcionar de inmediato.
Son, por lo tanto, como el capitán de un barco; si está en su sitio todo irá bien, pero si desaparece del puesto de mando en un momento crítico el buque puede naufragar.
El sistema inmune
Para ver cómo funcionan los inmunosupresores hay que entender qué es el sistema inmune, ya que estos medicamentos actúan suprimiendo o disminuyendo su actividad. Imaginemos el cuerpo humano como un reino medieval. En las fronteras había una serie de castillos donde los guerreros apostados se encargaban de impedir que cualquier persona extraña pudiese entrar al interior del territorio, bajo pena de muerte.
Pues bien, el sistema inmunológico actúa del mismo modo en nuestro organismo. Identifica todos aquellos elementos que le son extraños (virus, bacterias,hongos...) y se encarga de destruirlo de inmediato. Por ello, ante un riñón procedente de otra persona, el organismo lo reconocerá como ajeno y lo eliminará rápidamente, de tal manera que nunca llegará a funcionar.


Los inmunosupresores
Pues bien, los inmunosupresores actúan disminuyendo la actividad del sistema inmunológico, de tal manera que aunque el cuerpo reconozca el riñón trasplantado como extraño al organismo, no se desencadene la reacción de destrucción del mismo. Es, volviendo al ejemplo del castillo, como si el vigilante observase el paso de personas extrañas a través de la frontera, pero hiciese la vista gorda. Pero, por contra, podrían entrar en el reino invasores peligrosos, con lo cual la situación podría ser peligrosa.
Del mismo modo, en nuestro cuerpo el peligro de disminuir demasiado la actividad del sistema inmune es que entren bacterias, hongos y virus potencialmente peligrosos, por lo que habrá que ser muy cuidadosos en la dosis de inmunosupresores que proporcionamos para evitar: por un lado rechazo y, por el otro lado el riesgo de infecciones graves.
A continuación, comentaremos brevemente los tipos de fármacos inmunosupresores más empleados.


Corticoides
Son los primeros medicamentos inmunosupresores que se utilizaron en la década de los 60. Actualmente, se emplean en las primeras fases del trasplante (primeras semanas) a dosis elevadas y después se va  disminuyendo hasta en algunos casos suprimir debido a los efectos secundarios que pueden  producir, entre los que se encuentran:

  • elevación en los niveles de glucosa y grasas en sangre (relativamente frecuente)
  • acné
  • pérdida de masa ósea (osteoporosis) y elevado riesgo de fracturas
  • úlceras de estómago (más raro)
  • cataratas y aumento de presión intraocular (glaucoma)
  • aumento del riesgo de infecciones
  • hipertensión arterial
  • mucho más raros son: alteraciones psiquiátricas, pancreatitis, perforaciones de colon...
Por todo ello, siempre se emplearán combinados con otros fármacos inmunosupresores y a la menor dosis posible, pudiendo si es posible retirarlos tras un tiempo (años), siempre que el trasplante funcione bien.
Azatioprina
Comercializado en España bajo el nombre Imurel. Se emplea desde los años 60-70 y actualmente se utiliza muy poco, salvo cuando no se puedan emplear ninguno de los otros medicamentos o en personas trasplantadas desde hace muchos años, en lo que se inició este tratamiento y cuyo riñón funciona a la perfección.

Los efectos secundarios más importantes son:
  • Disminución en los valores de glóbulos rojos, blancos (defensas) y plaquetas
  • Alteraciones en el hígado
  • Más raramente: alteraciones en el las articulaciones, neumonía, pancreatitis...
Micofenolato
Comercializado en España inicialmente como Cellcept desde mediados de la década de los 90. Es uno de los fármacos más empleados juntamente con generalmente con corticoides y Tacrolimus o Ciclosporina (ésta es la combinación más empleada). Su principal efecto secundario eran los problemas digestivos que producía (sobre todo diarreas), pero desde mediados de la década pasada disponemos de otra formulación (Myfortic) que produce mucho menos síntomas.
Mucho más raro es la posibilidad de disminución en los niveles de glóbulos rojos (anemia), blancos y plaquetas, aunque hay que vigilarlo por si acaso se produce. En general es un fármaco, muy seguro y bien tolerado.

Ciclosporina y Tacrolimus
Ciclosporina (Sandimum) apareció a mediados de los años 80 y supuso un avance increíble ya que es un medicamento inmunosupresor muy potente y con relativa buena tolerancia. Sin embargo, puede producir algunos efectos secundarios  por lo que en la década de los 90 se comercializó un "primo-hermano" suyo,  Tacrolimus (Prograf, Advagraf) que reduce alguno de ellos:
  • En dosis elevadas los dos pueden dañar al riñón (de ahí la importancia de medir siempre los niveles en sangre)
  • Pueden elevar el colesterol y azúcar (un poco menos Tacrolimus)
  • Pueden elevar la tensión arterial
  • En dosis elevadas dañan el Sistema nervioso (muy importante medir los niveles en sangre)
  • Ciclosporina puede producir aparición de vello y alteraciones en las encías
  • En dosis altas, producen temblor.

A pesar de ello, son los reyes de los inmunosupresores, siendo Tacrolimus el más empleado, en combinación generalmente con Micofenolato, y corticoides en algunos casos.
Rapamicina y Everolimus
Comercializados como Rapamune y Certican respectivamente en nuestro país, se emplean básicamente cuando no se pueden utilizar Tacrolimus o Ciclosporina por producir éstos efectos secundarios o en caso de aparición de tumores, ya que con los medicamentos del grupo anterior se podría favorecer la progresión del cáncer y, por el contrario Rapamicina y Everolimus lo frenan.
Sin embargo, como efecto secundario, estos medicamentos podrían producir descenso en los niveles de plaquetas, o elevaciones en los niveles de colesterol y grasas en sangre; sobre todo a dosis elevadas, de ahí la importancia de medir siempre sus niveles en sangre.


¿Cómo se combinan estos medicamentos y cuando tomarlos?
Como hemos señalado anteriormente, generalmente es necesario combinar varios de estos fármacos. Lo más habitual es administrar Tacrolimus o Ciclosporina acompañado de Micofenolato y corticoides (intentando dar la mínima dosis o suspenderlos a largo plazo si es posible). Sin embargo, en ocasiones es necesario sustituir Tacrolimus o Ciclosporina por Rapamicina o Everolimus por efectos secundarios importantes de los primeros.
En cuanto a las horas Micofenolato, Tacrolimus y Ciclosporina han de tomarse  2 veces al día y el resto de los inmunosupresores una única vez.


Artículo escrito para este blog por:
Álvaro Molina- Médico, especialista en Nefrología, trabajando sobre todo con personas en diálisis, aunque también en otros campos de la Nefrología como la hipertensión arterial.
http://nefrologiaparatodos.blogspot.com.es/
Ana Hidalgo


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