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Los Maléficos de Ross Macdonald

Publicado el 25 octubre 2010 por Aramys

Los Maléficos de Ross Macdonald

Me encanta cuando una novela es capaz de darte un puñetazo en el estomago y dejarte sin respiración. Ross Macdonald es capaz de hacer eso con una sutileza pasmosa, y en Los Maléficos lo demuestra de una manera excepcional. Quizá recordéis que mi primer Macdonald fue su Expediente Archer, que leí hace algunos meses, ese libro de relatos me dejo tan buen sabor de boca, que no dude en buscar otro libro de Macdonald; me hice con dos, Los maléficos y La mirada del adiós.

Si Macdonald es bueno en pequeñas dosis, en grandes tragos es sobresaliente, espeluznante, es todo un maestro de las emociones, de los sentimientos, del lado oscuro del ser humano, de sus tragedias. En Los maléficos Archer se enfrenta a una poderosa familia adinerada que no quieren que el detective de un solo paso en busca de la verdad.

Archer es contratado por Carl, uno de los hijos de la familia Hallman, el problema es que Carl se acaba de escapar del hospital psiquiátrico del condado. Archer convence a Carl para volver al Hospital y una vez allí empezar la investigación para la que Carl le pide ayuda, demostrar que su hermano y su cuñada lo han metido allí para quedarse con su parte de la herencia. El inconveniente surge cuando a medio camino Carl ataca a Archer y le roba el coche, dejándolo en medio de ninguna parte y totalmente lleno de dudas a cerca de Carl.

Los maléficos es ya desde el principio una novela diferente, una novela con un Archer reflexivo, pausado, enfrentado al declive de una gran familia en la que las relaciones familiares se han erosionado, corrompido por culpa del dinero, pero que sigue reflejando esa grandeza que da un gran poder. Archer, se inclina hacia el desfavorecido, el huido Carl, que pese ha robarle el coche, presiente que necesita de su ayuda. Así, decide averiguar si las acusaciones de Carl hacia su familia son ciertas. Macdonald construye una excelente novela, una como pocas he leído hasta ahora, Macdonald es muy bueno en la confusión, en llevarnos de la mano por diferentes impresiones y sensaciones a lo largo de la novela. Mientras leía cambiaba constantemente de sospechoso, los personajes están tan bien dibujados, tienen tanta fuerza, que cualquiera de ellos podría cometer una atrocidad con su consiguiente razonamiento después. Y de hecho es así.

Macdonald es de esos escritores legales que nos muestran todo el escenario, nos pone todas las cartas sobre la mesa, luego las ordena, delante de nuestros ojos, y nos da un puñetazo en el estomago, es estremecedor, van cayendo una a una nuestras teorías, nuestras sospechas, nuestros juicios y nuestros recelos, mientras se van armando los muros de las razones, de las oportunidades para matar, de las envidias y de las calles sin salida, de las presiones, de las humillaciones y de las mentiras, todas ellas en pequeñas partes formando el perfil de un desesperado, de un acorralado, de un perdedor, para acabar dando forma a ese gran juez y verdugo que es el asesino.

Macdonald nos sorprende, como he dicho antes, con un Archer muy reflexivo, preocupado por averiguar que lleva a las personas a actuar de ciertas maneras, actuando de manera mas cercana a la de un psicólogo o psiquiatra que a la de un detective, yendo mas allá de la pura investigación, mas allá de cualquier beneficio monetario, buscando esas respuestas que todos nos hacemos alguna vez, buscando, puede, respuestas para si mismo. Y es que Archer en esta novela parece que tenga la guardia baja, y cuanto mas avanzamos en la historia, más nos convencemos de que Archer ha encontrado en ella algo que lo debilita, que lo ciega.

¨Tenía la sensación de que mi vida había quedado reducida a una serie de actuaciones de una sola noche en lugares desolados. Ojo, me dije a mi mismo; sentir compasión por ti mismo es el último refugio de las mentes pequeñas y de los sabuesos profesionales que empiezan a hacerse viejos. Sabía que la desolación era la mía propia. La luminosidad había caído de mi aire interior.¨*

¿No es fantástico? Archer cae, pero sabe que esta cayendo y porque esta cayendo, y no se lo permite; reúne ese valor intachable del que es portador y supera el trago amargo, la ceguera, y vence a su demonio interior, aunque este se desabroche la camisa y le enseñe sus preciosos pechos.

Macdonald demuestra que se puede escribir novela de género y hacerlo mejor que bien, hacerlo realmente bien, por que  Macdonald no escribe novela de género, hace literatura con tramas negras, humanas, escribe pasajes inolvidables plagados de asesinos y desdichados que muchas veces forzados por las circunstancias, optan por la solución más sangrienta. ¿No es eso mismo lo que han hecho muchos de los hoy llamados clásicos?

Se lee poco a Ross Macdonald, os lo digo yo, y esta mal tratado editorialmente. Ahora es cuando os digo que Los maléficos no esta en las librerías, que lo tendréis que buscar de segunda mano por que esta editado en los ochenta, es injusto y es lo que hay…esperemos que RBA que esta editando alguno de sus libros, con cuentagotas, se proponga realmente recuperar al autor y nos edite todas sus novelas, que están muy bien Harlan Coben, Dennis Lehane o Philip Kerr; pero hay que recuperar mas de Jim Thompson, Chandler y por supuesto Ross Macdonald.

 

*De la traducción de Jordi Bertrán para Ed Martínez Roca, 1986

-La fantástica foto que encabeza esta reseña es de Faceoutbooks, una pasada.

 



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