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Los muertos, el culto privado en Roma

Por Manu Perez @revistadehisto

Los muertos, el culto privado en Roma

Los muertos y la vida de ultratumba era algo difuso. Las relaciones de los vivos y los muertos manifiestan una cierta desconfianza y un cierto temor. Se honra al difunto, pero se le teme: su contacto contamina a la familia. Los muertos viven entre la familia.

En el aniversario de su muerte se depositan sobre sus tumbas ofrendas que se filtran a través del suelo y llegan a sus restos. En el calendario romano aparecen fiestas destinadas a honrar a los difuntos. Una de las ceremonias más importantes eran las pompas fúnebres: todos los muertos de la familia desfilaban por las calles de Roma caracterizados con las insignias de las funciones que hubieran desempeñado en vida. Iban delante del féretro, y detrás de él toda la familia viviente.

Los muertos. Espíritus fúnebres. Los Manes

Significa “los buenos, los ilustres”. La palabra Manes no se refiere en concreto a ninguno de los antepasados, sino a los muertos en general, manifestando con ello la perpetuidad de la raza. Los romanos consideran las almas de los muertos como divinidades y su culto se ha de librar de elementos lúgubres.

Pero estos dioses son distintos a los que se veneran en los templos y su religión se restringía al hogar familiar, por eso los sacra de cada domus tiene carácter privado. Se invoca a los manes públicamente en las fórmulas de la devotio porque se relacionan con los dioses infernales. En cuanto a la morada de estos espíritus, se habla de las regiones inferiores y de los espacios sublunares, en donde vagan. En cuanto al culto, se trata más de una conjura o un apaciguamiento de los espíritus irritados. Por ello se les ofrecían víctimas humanas que se sustituían por las pilae y Maniae. Cuando no se honraba debidamente a los Manes, sus quejas se reflejaban en sueños angustiosos, en enfermedades misteriosas, o en manías peligrosas. Después de los funerales, se les ofrecen flores naturales, que se crían junto al sepulcro, ya que las flores simbolizan la renovación, o la imagen del gozo de la ultratumba.Los muertos

Los muertos. Estela consagrada a los manes

Los muertos. Los Lemures

Son los espíritus de los muertos que, a veces, vuelven de la ultratumba y atormentan a las personas que aún están en vida. Celebradas en los días 9, 11 y 13 de mayo, los Lemuria son las fiestas más antiguas que Roma celebra en honor de los difuntos. En esas noches las almas de los antepasados vuelven a visitar las casas que habitaron y hay que alejarles con palabras y ritos amables, entre ellos la conjura a Tácita, personificación del silencio sepulcral:

El padre se levanta a media noche mientras todos duermen, va con los pies descalzos, chasquea los dedos para evitar que se acerquen los fantasmas. Se lava tres veces las manos con agua de una fontana, se vuelve y toma en su boca habas negras, que luego tira tras de sí diciendo nueve veces: “¡Yo tiro estas habas!¡Por ellas yo me rescato a mí mismo y a los míos!”. Vuelve a tocar el agua, tañe un objeto de bronce e invita a la sombra a salir de la casa.

Estos tres días de fiesta son nefastos, como los Feralia en febrero. Los templos permanecen cerrados, y está prohibida la celebración de matrimonios.

Los muertos

Los muertos. Rito para aplacar a los lemures

Los muertos. Las Larvas

Significa “espectro, aparecido”. Son las almas de aquellos que en este mundo llevaron una vida desgraciada y salieron amargados de ella, y por esto quieren vengarse de los hombres en general. Su acción es malvada y perjudicial. Las Larvas y los Lemures, que son las almas de los soterrados, aterrorizan con visiones a los vivientes y los dejan en un estado de locura. El poseído por las Larvas era tratado con lustraciones, se presentaban por él ofrendas propiciatorias, se le llevaba a dar vueltas alrededor de un templo, con antorchas de resina, azufre y víctimas expiatorias.Los muertos

Los muertos. Mosaico que representa una larva

Los muertos. Ritos fúnebres. Sacrificio de la familia funesta. Feriaes denicales

Aunque se incinere a los difuntos, siempre se entierra alguna pequeña parte del cuerpo.  El heredero que descuidaba la humatio debía inmolar una cerda a la Tierra y a Ceres, celebrar fiestas fúnebres durante tres días y ofrecer anualmente en sacrificio expiatorio una porca femina. La casa y la familia quedaban impuros después de haber sido declarada oficialmente la muerte del padre de familia. Hay, pues, que purificar la casa, sus miembros y asistentes, hasta al mismo lar. La primera purificación se hace cuando se saca el cuerpo del difunto. Los que han asistido al sepelio se purifican rociándose con agua lustral y pasando por un pequeño fuego, era la suffitio. La familia se purificaba celebrando una comida fúnebre, sacrificándose previamente una cerda a Ceres. El menú de la comida era siempre el mismo: huevos, apio, legumbres, habas, lentejas, sal y aves de corral. El dios lar se purificaba mediante un sacrifico en que se ofrecía un carnero. Los nueve días siguientes se consideraban como una prolongación al sepelio. La familia acudía al sepulcro, y colocaban recipientes de perfumes o pebeteros junto a la urna o sarcófago. Durante estos días no se podían vender los bienes de la herencia, y los acreedores no podían presionar a los herederos. En el día noveno se ofrecía otro sacrificio con libaciones de leche y sangre. Se divinizaba el alma del difunto, para considerarla como divinidad protectora de la familia. Se celebraba otro banquete fúnebre y se ordenaban diversas clases de juegos.Los muertos

Los muertos. Sarcófago romano con plegaria a los manes

Los muertos. Los Feralia. Dies Ferales

Abarcan del 13 al 21 de febrero. Durante estos días los magistrados no ostentaban sus insignias, los templos estaban cerrados, no brillaba el fuego en los altares y no se contraían matrimonios.

Los ocho primeros días eran de culto privado, sólo el último era fiesta pública. Cada familia honraba a sus muertos, se depositaban coronas sobre las tumbas, alimentos sencillos, y algunas violetas. Los muertos salen a la luz del sol y van de una parte a otra y se regocijan con los manjares que les ofrecen. El día 22 era necesario volver a la realidad, se reunían todos los familiares vivos, y celebraban un banquete.

Autor: Alejandro Pradas para revistadehistoria.es

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