Revista Infancia

Los niños y la política de la conciencia

Por Jmburson @jmburson
Hacia una nueva política de la conciencia

Los niños y la política de la conciencia
Hace unos meses leía el libro "la revolución que esperábamos" del psiquiatra chileno Claudio Naranjo, y extraía su idea de la revolución de la conciencia y la construcción de una  nueva política de la conciencia. La idea la construye desde la antítesis de la política de la inconsciencia que rige nuestro mundo, que se define y aplica al margen del desarrollo humano y genera la patologización de la civilización. Nos explica que la humanidad está llegando a vivir una vida sin sentido, "gran parte de la humanidad ha perdido la consciencia de la inconsciencia". Reflexiona que asistimos al comienzo del desmoronamiento espontáneo del poder patriarcal, y la creación de una nueva política hecha desde la conciencia humana para instituir un nuevo mundo en el que la gente pueda desarrollarse saludablemente. 

Naranjo atisba la revolución silenciosa que está cambiando el orden civilizatorio, donde ahora el hombre empoderado es invitado a desplegar sus aspiraciones de vida. La nueva alternativa política frente al poder patriarcal sería un equilibrio entre el propio autogobierno de las personas, el sentido de la comunidad y el gobierno central. La gente está advirtiendo la patología del sistema y empieza a tomar conciencia que el camino trazado va contra nuestra propia naturaleza humana. Se trata de una política definida desde la conciencia de las personas para promocionar el desarrollo humano, inspirada por personas más sabias, conscientes y amorosas, siendo mejores seres humanos constituirían la base de una sociedad más feliz. Él nos dice que lo más urgente para el futuro de nuestra sociedad es que logremos volvernos más benévolos, empáticos y solidarios.El autor estima que la tarea le compete a los jóvenes, que les tocará construir un nuevo mundo, y que tendrá que ser construido desde el mundo personal, desde la conciencia, prestando atención a la crianza, la educación, los medios y la cultura para fomentar la consciencia. Refiere que se trata de un estado más avanzado de la conciencia en la que los padres son capaces de aprender de sus hijos. Respecto a los niños considera que representa el elemento clave de la sociedad de la consciencia. "Los niños, que aún no han perdido la espontaneidad y la iniciativa, son mucho más libres que nosotros". Pero, nos dice, poco a poco se van domesticando, y la educación se ocupa de que terminen por volverse iguales a nosotros. Más adelante indica "la felicidad de la humanidad dependerá algún día de que nos interesemos en la felicidad de los niños", y rememora a los filósofos griegos que compartían que no se puede aspirar a una comunidad feliz sin ocuparse de formar personas virtuosas.El paso dado exige una apuesta decidida por la educación, ella es la base del cambio, nuestra mayor esperanza colectiva es la transformación de la educación para formar una generación más sabia, solidaria y sana de aquella a la que pertenecemos. Naranjo dice "cambiar la educación para cambia el mundo". 
Si queremos alcanzar algún día la salud de la política, más importante que las ideologías será el que los políticos sean ante todo seres humanos íntegros y libres, emocionalmente sanos y solidarios. Una política de personan con conciencia, ya que la propia consciencia es pura lucidez. La prioridad, no es tanto una nueva teoría o ideología, sino una vuelta del poder a las personas y la comunidad, y una vuelta de la prioridad a lo ecológico y lo justo, y sobre todo a una nueva conciencia global. 

El autor defiende una nueva política de la conciencia, definida por los hombres para los hombres, para su pleno desarrollo, inspirada en los valores humanos y centrada en la educación como única vía para promover personas felices y bondadosas.


Los niños y la política de la conciencia

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