Revista Cultura y Ocio

Los nómadas de las estepas

Por Enrique @asurza

Las estepas son una vasta región de praderas que se extiende a lo largo de 8.000 kilómetros desde el sur de Ucrania hasta Manchuria, en el este. Los ganaderos que vivían allí en torno a 3500 a.C.fueron los primeros seres humanos en montar caballos, convirtiéndose en jinetes temidos por todos en las regiones circundantes, llamados nómadas de las estepas.
El clima de las estepas varía desde el frío helador del invierno al ardiente calor del verano, y hay muy pocas lluvias. Como el clima es poco hospitalario, los agricultores no se trasladaron a la región hasta cerca de 4.500 años a.C. y cuando lo hicieron siguieron confiando más en los animales que en las cosechas. Las praderas proporcionaban buenos pastos para las reses, las ovejas y los caballos. En torno a 3500 a.C. estos ganaderos utilizaban sus caballos para montar, más que como comida, convirtiéndose en los primeros en hacerlo en el mundo antiguo.
La domesticación del caballo tuvo un gran impacto en la sociedad de los habitantes de las praderas, pues significó que podían convertirse en plenamente nómadas, trasladándose de un lugar a otro con sus rebaños. Este cambio también influyó mucho en otras civilizaciones, puesto que los grupos de jinetes armados podían atacar asentamientos a voluntad, de modo que las incursiones de los nómadas de las estepas no tardaron en ser temidas en muchas partes de China, la India y Europa.
La más antigua cultura esteparia conocida es la de Sredny Stog (en torno a 4400-3500 a.C.). Se trata de gente que vivía en asentamientos permanentes de casas de madera cerca del río Dniéper y que fueron los primeros en domesticar el caballo, aunque en esta época la mayoría de los caballos eran utilizados como alimento.
No obstante, algunas personas comenzaron a montarlos. En el tercer milenio, los pueblos esteparios ya utilizaban carros tirados por bueyes y trabajaban el cobre.
En torno a 1850 a.C., los caballos eran utilizados para tirar de carros ligeros de dos ruedas. Este invento se extendería posteriormente por el Oriente Próximo y Medio, donde tuvo un impacto dramático en el arte de la guerra. En el primer milenio a.C., las gentes de las estepas eran completamente nómadas.
Gran parte de nuestro conocimiento de estos nómadas esteparios procede de sus enterramientos, puesto que su modo de vida nómada significa que vivían en tiendas. Sus pertenencias era ligeras y portátiles; los carros transportaban los utensilios del hogar y las tiendas. Las ovejas eran una importante fuente de riqueza y podían ser intercambiadas por todo tipo de objetos valiosos. Los caballos también tenían una importancia vital para ellos y a menudo eran enterrados junto a sus dueños. En Pazryk, en las montañas Altai de Siberia, por ejemplo, el enterramiento de un jefe estepario del siglo V a.C. incluía un carro desmontado y nueve caballos.

Los Escitas

Los escritores griegos de 600 a.C., describen un pueblo al que llaman Escita. Los escitas eran bandas montadas de guerreros formadas en tomo a fuertes jefaturas. La lealtad del grupo era entregada a su jefe y las bandas rivales luchaban por la hierba y el agua. En ocasiones estas bandas formaban débiles alianzas controladas por el rey de un grupo dominante.
Los escitas estaban armados con espadas de hierro, impresionantes lanzas del mismo metal y arcos, que lanzaban unas flechas de las que se decía que eran capaces de atravesar armaduras de bronce. Eran unos feroces guerreros y los griegos nos dicen que arrancaban las cabelleras de sus enemigos y las conservaban como trofeo. Pero, a pesar de esta fama, tras su derrota ante Filipo II de Macedonia en el año 339 a.C., los escitas perdieron su poder y su imperio finalmente se derrumbó en el siglo I d.C.
En modo alguno fueron los escitas la última banda de guerreros esteparios en aterrorizar a las gentes de Europa. De hecho, durante gran parte de los siguientes 2.000 años, una serie de pueblos de las estepas lanzaron devastadores ataques contra Europa hacia el oeste, la India hacia el sur, y China hacia el este.
Entre los ataques más destacados se encuentran los de los hunos, que aparecieron en Europa en torno a 370 d.C. Yendo hacia el oeste desde las estepas, los hunos dejaron tras ellos un rastro de destrucción y muerte. A las órdenes de su jefe más conocido, Atila, que reinó entre los años 434 y 453, los hunos crearon un gigantesco imperio, incorporando a su ejército a las gentes que conquistaban. Su fuerza era tan formidable que incluso el Imperio romano se vio forzado a pagarles tributo.
Hacia el este, también China sufrió ataques semejantes por parte de diferentes tribus guerreras nómadas. En los siglos siguientes, los bárbaros supondrían una amenaza continua.

Nómadas de las estepas: Los escitas
Nómadas de las estepas: Los escitas

Tumbas congeladas de los nómadas de las estepas

Aproximadamente 400 años a.C., en una alta meseta entre las montañas Altai de Siberia, un grupo humano relacionado con los escitas seguía un modo de vida nómada similar. Sabemos de ellos debido a que sus cuerpos y posesiones se han encontrado en sus tumbas. Enterraban a sus muertos en tumbas forradas de madera excavadas durante la época cálida, cuando la tierra estaba blanda. La humedad formada en la tumba después de que fuera construida y que luego se congelaba durante el helado invierno, además del túmulo de tierra construido encima, mantuvieron el contenido del enterramiento permanentemente congelado. En 1995 se encontró el cuerpo de un hombre, al que los arqueólogos bautizaron como el Guerrero, en el interior de un ataúd de madera con una serie de arcos y flechas, un hacha y un cuchillo. Tenia un ciervo tatuado en el hombro derecho, calzaba botas de cuero y un abrigo de piel. Junto a él yacía su más preciada posesión: su caballo.


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