Revista Diario

Los padres somos armas terapeúticas

Por Belen
Llevo días desconectada, espero me sepáis perdonar, pero necesitaba descanso no solo físico sino también -y sobre todo- mental. Han sido unas semanas duras, llenas de miedo, incertidumbre, preguntas y dudas. 
La operación pasó y la recuperación sigue su curso. Rayo es fuerte, muy fuerte y se sobrepone a una intervención muy leve, aunque todavía queda camino por recorrer y mucho por comprobar. La operación finalmente fue de menor envergadura de lo esperado. La idea inicial era abrir a nivel craneal, para ver la válvula; a nivel abdominal, para sacar el catéter de salida y a nivel de cuello-clavícula para colocar un dispositivo antigravitatorio que consiguiera reducir la caída de líquido, evitar el hiperdrenaje y favorecer que sus ventrículos cerebrales mantengan una mayor cantidad de líquido. De este modo se espera que los dolores vayan cediendo. Su principal problema son sus pequeños ventrículos cerebrales -ventrículos laminares-. 
Pero después supe que la cirujana -ayudante del médico que habitualmente atiende a Rayo y una persona de mi absoluta confianza- había decidido hacer una única incisión para colocar el dispositivo. Al cortar el catéter para colocarlo podrían comprobar si el líquido circulaba correctamente, si su color era el esperado. Si algo no iba según lo esperado siempre se podría abrir y comprobar. No hizo falta, la válvula funcionaba perfectamente, el liquido era claro, limpio, así que la intervención fue muy corta y muy leve. La Doctora salía contenta y nos transmitió su conformidad con todo lo sucedido en quirófano. 
Allí esperamos papá sin complejos y yo a que nos devolvieran a Rayo para subirlo a la habitación. En aquella sala de espera minúscula, atestada de familiares, padres y madres ansiosos. Y allí estaba aquel cartel de horarios que compartí con vosotros por Twitter y que vuelvo a reproducir: 
Los padres somos armas terapeúticas
Este es el triste horario de visitas que los niños que han de quedarse en la REA. Aquellas cirugías complicadas, con post-operatorios difíciles acaban aquí, horas o días. Y ese es el horario para sus padres. Media hora por la mañana y media hora por la tarde. Ese es el horario que sufrimos nosotros un día. Esa es la cruda realidad de padres e hijos. Y quise que lo viérais, que os pusieseis en la piel de esas familias, de esos padres que acudían con la cara desencajada a ver a sus hijos enfermos y solos. Querer es poder, y se puede cambiar esto. Os recomiendo la lectura del post de El médico de mi hijo, gracias Jesús, me han gustado mucho tus reflexiones. 
Queda claro que algo tenemos, algo debemos hacer para evitar que esto siga sucediendo. Como madre de un hijo enfermo afirmo que los padres somos armas terapeúticas importantísimas. Somos indispensables e insustituibles. Y nuestra compañía y amor hace que nuestros hijos se sientan tranquilos, seguros, auyentamos sus llantos y hacemos huir al fantasma del miedo, y ello contribuye a una recuperación más exitosa. 
Por fortuna Rayo no se quedó en la REA y a la hora de salir de quirófano le llevábamos de vuelta a la habitación, ya despierto y dejando muy claro que quería su desayuno ¡¡ya mismo!! Tiene carácter hasta recién salido de una anestesia. Eso de dejarle sin comer no le sentó nada bien. Aguantamos 4 horas de quejas y súplicas hasta que por fin llegó un yogur, y después dos paquetes de galletas, una magdalena de mamá.... y la cena. Todo se lo comió, sin dejar las migas. 
Un dolor más intenso del habitual apareció, fruto del cambio de presión que ya se estaba produciendo, pero eso no le impidió dormir del tirón, a pesar de la medicación, las entradas de las enfermeras por la noche, etc. Nos hemos acostumbrado a la rutina hospitalaria, y yo a dormir en un incómodo y cochambroso sillón. 
A estas horas estamos en casa, la estancia fue breve. Ahora queda por comprobar que lo que le han puesto funciona. Habrá que ir viendo si con esto realmente ganamos calidad de vida y podemos decir bye bye al dolor. 
Gracias a todos por acompañarnos, vuestro apoyo ha sido maravilloso.


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