Revista Motor

Los panzers por la palmera

Por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

POR GUARDIANES DE LA MEMORIA.

¿Derribaron los carros de combate el Stadium de Heliópolis?

De siempre nos han contado que carros de combate italianos, los que iban a tomar parte en la toma de Málaga, campaban por el estadio que hacía poco tiempo había sido arrendado al Betis Balompié, dejándolo destrozado e inutilizado.

Gracias a las películas, cuando hablamos de carros, de tanques, se nos vienen a la imaginación esos Panzers dotados de 5 tripulantes, de más de 10 metros de largo, por casi 4 de ancho, y 3’5 de alto.

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Nos imaginamos esos tanques, de casi 10 toneladas, todos en formación, como en el Desfile de la Victoria por La Palmera, haciendo temblar a la vez la Pasarela y el Puente de Hierro.

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Esos tanques según nos cuentan los béticos, y no vamos a entrar en foros, sino que nos quedamos con dos de sus cronistas serios, dejaron destrozado el Stadium.

El primer cronista es Luis Carlos Peris, en Especiales Diario de Sevilla. Centenario del Real Betis Balompié “Ya tiene un siglo”:

“El futuro ya no es halagüeño, sobre todo por las consecuencias de la Guerra Civil. El Betis, que ha vendido antes de que estalle el conflicto a la pareja de defensas y a Lecue, se traslada del Patronato al estadio que se había construido en Heliópolis para la Exposición Iberoamericana del 29. El flamante recinto bético, de propiedad municipal, es destrozado durante el gran conflicto y las penurias no han hecho más que empezar.”

Por otro lado, Rafael Medina, reconocido historiador bético, el cual pretende pretende puntualizar al autor de “La Marcha Verde” diciendo lo siguiente:

Si bien es cierto que las tropas italianas aparcaran sus carros de combate en el Stadium de la Exposición y derribaran parte del Gol Sur, quedando la instalación inadecuada para la práctica del fútbol, no podemos afirmar que tal hecho estuviera orquestado por "manos negras antibéticas".”

Suponemos que esos destrozos se producirían para facilitar un paso franco a los carros, o accidentalmente producto de algún movimiento de estos vehículos, ya que no consideramos a los italianos del Corpo Truppe Volontarie (CTV) tan torpes como para hacerlo por mera diversión.

Aunque esto último no es descartable, ya que de los italianos se rieron hasta sus compañeros de bando, los españoles en Guadalajara, por la forma en la que le dieron los rojos, ya que aunque rojos, eran españoles.

Si partimos del supuesto que usar el Stadium como garaje era para disponer de un lugar cerrado, no consideramos tan inútiles a los italianos como para derribar las paredes que le debían servir de cobijo, ya que si tiraban el Gol Sur, tendrían que dejar algún soldado más de centinela. Suponemos, y creemos que no es mucho suponer, que los ejercicios de tiro los harían fuera del Stadium, ya que había sitio de sobra, y no se entretendrían en tirar los obuses con efecto por encima de la barrera, si es que quedaban porterías, o queriéndolos meter por las ventanas.

Ha habido un detalle que siempre nos ha picado la curiosidad, ¿cómo serían esos tanques que destrozaron el Stadium de Heliópolis?

La respuesta nos la ofrece Carlos A. Pérez, en su artículo Medios blindados en la Guerra Civil” que apareció en el boletín “El Miliciano”, números 4 y 5 (1995 y 1996).

Extraemos algunos párrafos:

“Cuando la guerra se generalizó y los diferentes países tomaron partido por uno u otro bando, los contendientes comenzaron a recibir armamento y material bélico extranjero. Los primeros carros italianos desembarcaron en Vigo el día 16 de agosto. Eran cinco tanquetas Fiat-Ansaldo CV-3 Modelo L-3/35, que formaron en Valladolid una sección del Grupo de Información de Artillería nº3. El 13 de septiembre, recién llegados al frente, participaban en la toma de San Sebastián y a finales de este mes regresaban a la ciudad castellana. (…)

El 8 de diciembre, llegaron a Sevilla otros 20 CV-3. Junto con los de la Compañía Navalcarnero formaron dos compañías que participaron en la campaña de Málaga y en la que perdieron tres tanquetas. Entre el 21 de enero y el 3 de febrero llegaron a Cádiz dos nuevas compañías, que junto con las ya existentes, formaron al mando del coronel italiano Carlo Ribolta el Comando Repparti Specializzati del CTV. Estas cuatro compañías intervinieron en la batalla de Guadalajara con el saldo de nueve tanquetas perdidas, entre destruidas y capturadas.

A primeros de abril de 1937, doce nuevos CV-3 llegados a Sevilla permitieron reponer las bajas de las compañías con objeto de participar en la campaña de Santander.”

Estos, como hemos podido averiguar fueron los tanques italianos que vinieron a Sevilla, los CV-3, en sus dos versiones CV-32 o CV-35.

Estos eran los tanques:

“Carro ligero Fiat-Ansaldo CV-35. Las siglas CV, por “Carro Veloce” (carro veloz), indicaban la alta velocidad a la que se desplazaba este pequeño vehículo blindado construido en Italia a partir de 1931. A partir de agosto de 1936 llegaron a España 142 unidades de este carro en sus variantes CV-32 y CV-35, sirviendo en el bando nacional. Los últimos ejemplares fueron retirados del servicio activo en 1960, conservándose actualmente dos ejemplares, uno de los cuales se exhibe en el Museo de Unidades Acorazadas del Ejército Español ya restaurado.”

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Sus dimensiones eran las siguientes: longitud: 3’15 m; ancho, 1’40 m; altura: 1’28 m; con un motor FIAT de 43 CV. Aquí pueden consultar más información sobre estos carros. Su dotación era de dos tripulantes, el conductor y el de la ametralladora.

La verdad, lo nuestro no es lo de cubicar tanques, así que nos fuimos a buscar páginas especializadas en dimensiones de coches, y ya que nuestro carro calzaba motor FIAT, pues nos fuimos a buscar un modelo con unas dimensiones lo más parecidas posibles:

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No hemos encontrado un coche más pequeño, pero nuestro Panda es medio metro más largo, 24 centímetros más ancho y 23 más alto que el carro de combate del Stadium.

Con todos los respetos ¡Vaya mierda de tanque!

Los expertos en medios blindados nos han dicho que a Sevilla llegaron 20 CV-3.

Como acabamos de ver, esos carros de combate de Mussolini poco tienen que ver con los del Zorro del Desierto.

Hagamos ahora un pequeño ejercicio espacial e imaginemos como distribuiría el Rommel de La Palmera sus carros por la verde pradera heliopolitana.

Pensemos que se aparcaran en dos filas en batería, y que entre carro y carro dejamos el doble del largo y del ancho de sus dimensiones, que ya lo querríamos a la hora de aparcar en los centros comerciales, pero estamos en guerra y todo es poco para nuestros valientes amigos italianos.

Cada carro tendría una anchura de 1’40, si le añadimos 2’80 del espacio de separación, menos el último. Si hacemos una fila de 10 tendíamos, 4’20 X 9, que son 37’80; y a esto le sumamos el de cierre. Así tendríamos 39’20 metros para una fila de 10 carros.

Si lo que tenemos son 20 carros, necesitamos dos filas de 10. Como cada uno mide 3’15 de largo, dejando 6’30 metros de separación entre filas, la distancia alcanzaría los 12’60 metros.

Con 37’80 metros por un lado y 12’60 tendríamos un rectángulo, en el que estarían aparcados, con espectacular holgura, todos los carros de combate del Rommel de La Palmera.

¿Saben ustedes cuáles son las dimensiones de un área de fútbol? 40’32 x 16’50 metros.

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Siguiendo con la geometría, calculemos el área de un carro: 3’15 x 1’40 = 4’41 m2.

Tomando como referencia las medidas del terreno de juego del Benito Villamarín, tomadas de la web oficial del club tenemos: 107 x 64 m, la superficie sería de 6.848 m2. Si un CV-3 ocupaba 4’41 m2, en el Benito Villamarín nos cabrían ¡1.552! carros de combate de Benito Mussolini.

Claro, que nos dirán que así no se puede aparcar, pues para eso era el ejemplo de que no llenarían ni una de las áreas, por más holgura que le demos.

Según la Leyenda Verdiblanca, para permitir la entrada de estos carros hubo que tirar hasta la caseta del guarda, como ustedes se podrán figurar…

Puestos a investigar, queríamos saber si sufrieron daño las tribunas de Gol Sur.

En esta imagen pueden ver el Stadium durante la disputa de un partido en la Exposición Iberoamericana del 29.

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Como pueden apreciar, en la zona de los córner no había grada, solo un tabique o murete. Junto a las esquinas se situaban amplios portalones. Bastaba, si hubiese hecho falta, con tirar uno de los pivotes que sostenían las puertas para conseguir una anchura suficiente para que entrara cualquier vehículo.

Ampliando este detalle de la imagen anterior lo podemos ver con mayor claridad:

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Suponemos, aunque no seamos capaces de distinguirlo en la fotografía, que habría puertas de servicio, por la cual entrarían los vehículos pesados encargados del mantenimiento del campo, aunque pudieran ser suficientes las que vemos en la imagen. Por estas puertas accederían vehículos de mayor tamaño de los CV-3, como los de esta yincana del año anterior.

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Dicho sea de paso, como ya analizamos con detenimiento, el terreno no se encontraba para entonces en óptimas condiciones.

Por eso, podría incluso afirmarse que los carros de combate, por su forma de deslizarse sobre el suelo, a diferencia de los automóviles, ayudaran a aplanar y dar consistencia al piso de Heliópolis, de hecho, miren si no cómo sigue haciéndose hoy en día.

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Los “daños” en la grada son apreciables en esta imagen, “estado ruinoso” según nos cuenta esta interesante página sobre la Exposición Iberoamericana de 1929, si hemos de ser sinceros, tampoco vemos muchos daños, comparen con la imagen anterior.

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¿Y si el agujero en Gol Sur hubo que hacerlo para meter materiales y vehículos para levantar una tribuna? No nos adelantemos, que lo de la tribuna será en otra entrada, sigamos con los carros de combate.

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Pues sí, estos son los carros de combate del Rommel de La Palmera, que tanta leyenda han forjado, los cuales dejaron destrozado el Stadium y para que pudieran entrar hubo que derribar parte del Gol Sur…

Mi carro me lo robaron anoche cuando dormía”, otra vez los fascistas palanganas somos los que le robamos los sueños. ¡¿Qué culpa tenemos nosotros que les hayan hecho creer que en Heliópolis poco menos que se estaba preparando la Batalla de las Ardenas?!

¡Tócala otra vez, Manolo!

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