Mi último artículo para larazon.es
Muchos
son los que forman parte de este club, pero para ser parte de él hay
que cumplir con unos requisitos indispensables, estar hecho de una
pasta especial, y no dar nunca tu opinión sincera. A lo largo de mi
corta existencia he venido observando a personas que hacen del peloteo
su medio de vida, y otras que se rodean de éstas para que les bailen el
agua y así aumentar su autoestima.
No son fruto de este siglo ni
del anterior, es una “profesión” o un “talento” que viene de muy atrás.
Hace unos cuantos siglos, los reyes sólo se rodeaban de personas que
les dijeran a todo que sí.
Los pelotas tienen muchos apelativos:
aduladores, embelecadores, halagadores, lisonjeros, dora-píldoras,
lameculos, chaqueteros, palmeros... y se caracterizan por aceptar
cualquier opinión que venga de boca de la persona que ellos sienten que
está por encima, se acomodan como garrapatas en la chepa de su admirado
superior porque creen que así van a estar protegidos y, por lo tanto,
van obtener los favores del jefe, director, profesor...con el mínimo
esfuerzo. “Para que voy a estudiar tanto si haciéndole la pelota me
pondrá sobresaliente”. Crean una simbiosis perfecta: uno escucha lo que quiere oír y el otro dice lo que sabe que le va a gustar oír. Seguir leyendo...