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Los Premios Stella, las demandas judiciales más absurdas

Por Historicon @elhistoricon

Los Premios Stella, las demandas judiciales más absurdas

Este episodio provocó que en el año 2002 se crearan los " Premios Stella", unos galardones que premian las demandas judiciales más absurdas y ridículas que se presentan ante los tribunales de Estados Unidos. Estos premios, que sólo estuvieron vigentes hasta el año 2007, son un compendio de hasta dónde pueden llegar la codicia y la estupidez cuando se unen. Asimismo, han dado lugar a una fértil serie de leyendas urbanas que se repiten cada cierto tiempo sobre demandas absurdas en los tribunales de justicia. Y no menos importante es el corolario de que algunas empresas incluyan en sus productos advertencias que parecen dirigidas a retrasados mentales en un intento de evitarse este tipo de juicios (como en el caso de la fabricante de mecheros BIC, que incluye en sus productos el mensaje " Cuidado, no encender cerca de la cara "). Veamos algunas de estas locas demandas.

Para hacernos una idea de lo divertido que puede llegar a ser el sistema judicial norteamericano, sólo hemos de echar un vistazo a las demandas ganadoras de los Premios Stella a lo largo de sus 6 años de existencia. Así, por ejemplo, nos encontramos el caso de las hermanas Bird, que demandaron a un hospital porque los sanitarios corrieron a atender una urgencia de su madre, creándoles una " negligente e innecesaria angustia emocional", o el de Mary Ubaidi, que se vio envuelta en un accidente de coche y demandó a Mazda por " No dar instrucciones precisas de cómo colocarse el cinturón de seguridad". Estos litigios fueron los ganadores del Premio Stella en los años 2002 y 2004, respectivamente.

Los Premios Stella, las demandas judiciales más absurdas

Los casos anteriores ganaron los Premios Stella tras una dura pugna con otros casos que en nada tienen que envidiarles en cuanto a estupidez. Así por ejemplo, una mujer se asustó al ver a dos adolescentes llamando a su puerta, así que los demandó por los consabidos daños emocionales; lo malo es que dichos adolescentes eran sus vecinos que venían a regalarle galletas caseras como gesto de bienvenida al vecindario. O el caso del hombre que fue alcanzado por un rayo en el aparcamiento de un parque de atracciones, y lo demandó por " no haber advertido a sus clientes de que no deben estar fuera durante una tormenta eléctrica ". O un caso parecido, cuando una mujer fue "atacada" por un pájaro fuera de una tienda y demandó a dicha tienda por permitir que las aves silvestres volaran por los alrededores. Idéntico es otro caso, en que una mujer se asustó al ver una ardilla fuera de la tienda en la que acababa de comprar, y la demandó porque no advertía a los clientes que había ardillas viviendo entre los árboles del exterior.

Los Premios Stella, las demandas judiciales más absurdas

Estas demandas no tuvieron éxito, pero hubo algunas que increíblemente sí lo tuvieron. Como el caso de Wanda Hudson, una mujer con problemas mentales que se quedó dormida dentro de un trastero que tenía alquilado y el dueño, inadvertidamente, cerró la puerta. Estuvo dentro varios días, pero en todo ese tiempo no golpeó la puerta ni pidió ayuda por ningún medio. A pesar de que el jurado la consideró a ella totalmente responsable de haberse quedado encerrada, le otorgó una indemnización de 100.000 dólares. Pero el que más me gusta es el de Michelle Knepper, que eligió en la guía telefónica a un médico para hacerle una liposucción. Como sea que el médico elegido no era cirujano plástico sino dermatólogo, la cosa no salió bien. Sin embargo, la señora Knepper no demandó al médico, sino ¡a la compañía telefónica! Sostenía que no daba suficiente información. Un comprensivo juez le otorgó más de un millón y medio de dólares como compensación.

Una de las que más se repiten es la una tal Kathleen Robertson. El bulo cuenta que un jurado le concedió una indemnización de 780.000 dólares después de romperse el tobillo al tropezar con un niño que estaba correteando dentro de una tienda. Lo insólito del caso es que ese niño era el propio hijo de la señora Robertson. También es muy popular la leyenda de Carl Truman, al que se le concedieron 74.000 dólares más gastos médicos cuando un vecino le pasó encima de la mano con su coche; y todo eso, a pesar de que el hecho sucedió porque Truman estaba intentando robar los tapacubos de dicho coche. Y cada cierto tiempo se repite la historia de Terrence Dickson, que se quedó encerrado en el garaje de la casa que estaba robando. Al parecer, los dueños de la casa estaban de vacaciones, por lo que Dickson tuvo que sobrevivir 8 días a base de Pepsi y una gran bolsa de comida para perros. La leyenda acaba con la afirmación de que un jurado condenó a los dueños de la casa a pagar a Dickson medio millón de dólares. Ninguna de estas historias ocurrió realmente.

Los Premios Stella, las demandas judiciales más absurdas

Como tampoco ocurrió el caso de Jerry Williams, que fue indemnizado con 14.500 dólares más gastos médicos tras ser mordido por el perro de su vecino. Al parecer, el jurado no vio relevante que Williams le estuviera disparando repetidamente al perro con una pistola de balines. Ni el caso de un restaurante de Filadelfia que tuvo que indemnizar a una cliente por resbalarse con un refresco derramado (refresco que al parecer había derramado ella misma durante una discusión con su novio instantes antes). Ni el caso del club nocturno que se vio obligado a pagar a una mujer que se cayó de la ventana del baño, rompiéndose varios dientes (la leyenda acaba contando que dicha mujer resbaló porque pretendía colarse por la ventana para huir y no pagar la cuenta). Repito, nada de esto pasó realmente; son leyendas urbanas.

Pero sin duda hay dos reinas dentro de este tipo de leyendas urbanas. Una es la del Sr. Grazinski, que compró una autocaravana nueva y se fue de viaje. Cuando estaba en la autopista, Grazinski puso el control de velocidad a 120 kilómetros por hora y se fue tranquilamente a la parte de atrás a tomarse un café. Por supuesto, la autocaravana se estrelló, y Grazinski demandó al fabricante de la autocaravana por no haber advertido en el manual que eso no podía hacerse. La leyenda cuenta que la indemnización alcanzó los dos millones de dólares más una autocaravana nueva. Y espero que nunca más se repita el bulo de que una señora tuvo que ser indemnizada por un fabricante de microondas por poner a secar a su perro en él, con el resultado de la trágica muerte del animal. Estos casos nunca pasaron, a pesar de que se dan por ganadores de los Premios Stella en muchos sitios de la red. Así que recuerden, no todo lo que aparece en el muro de Facebook es real. Tengan sentido crítico.


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