Revista Cultura y Ocio

LOS PRIMEROS DE LA LISTA (DE ÉXITOS) Según las listas de éxitos, lo más apreciado por el comprador sigue siendo la canción más facilona y corriente, la letra más manoseada y recurrente y la melodía más prescindible y olvidadiza.

Publicado el 17 mayo 2015 por Carlosdelriego

LOS PRIMEROS DE LA LISTA (DE ÉXITOS) Según las listas de éxitos, lo más apreciado por el comprador sigue siendo la canción más facilona y corriente, la letra más manoseada y recurrente y la melodía más prescindible y olvidadiza.

Los cantantes 'melódicos' de partitura simple y letra enamoradiza siempre tienen respuesta entre el gran público

Prensa y portales especializados afirman que Alejandro Sanz ha vendido de su nuevo disco, ‘Sirope’, 150.000 copias entre cedés y virtuales; esto puede ser cierto o puede que no, puesto que ya se sabe cómo se las gastan la industria y las empresas que se dedican a contar, que cuentan como vendidos los discos que están en las estanterías de la tienda, es decir, disponibles pero aún sin vender. Sea como sea, si se echa un vistazo a la lista de ventas de álbumes se encuentra uno con que tras Sanz están Gemeliers (dúo de hermanos adolescentes surgido de un concurso de telerrealidad), y los mexicanos Maná completando el podio; luego están Ana Torroja, Pablo Alborán..., y no faltan Melendi ni Laura Pausini entre los diez primeros de la lista de ventas.
Curioseando por los textos de las canciones ‘medallistas’ el lector puede pasar del sonrojo a la risa, de la incredulidad a la incomprensión de lo que lee. Unos ejemplos ciertamente ilustrativos. De Alejandro Sanz y su ‘Un zombie a la intemperie’ (número uno en la ‘cuarentalista’): “Por ti volví por ti pero no te vi / si no estás sólo soy un zombie a la intemperie (…) Me alegra tanto verte / verte es todo lo que me hace feliz (…) Volví al volver perdí / pero no por ti / no eres tú es que soy un zombie aunque me peine / sin ti me fui a buscarte a ti”… La temática es prácticamente la única que maneja este artista, o sea, amor-desamor, la versificación es ciertamente plana, amorfa, ripiosa…, juegos de palabras corrientes. Por lo que a la parte musical se refiere, baste decir que es difícil de encontrar y aun más de recordar.
Los repeinados hermanos sevillanos Gemeliers están cosechando enorme éxito (dicen) y suculentas cifras de ventas (dicen) con su segundo disco, que contiene canciones como ‘Mil y una noches’, algunos de cuyos versos prometen: “La frescura de tu risa / se ha colado en mi camisa / y me ha robado el corazón (…) Te llenaré los bolsillos de amor del bueno pa ti / pa que no quieras marcharte / debes de buscar un vestido / a cambio solo te pido / que te enamores de mi”. Original, lo que se dice original no es (estrofas y estribillos con idénticos significado, construcción e intención se han escrito hasta la náusea), y tampoco puede decirse que sea creativo, ingenioso o profundo. La partitura es más que previsible, simple, sosa, torpe.
Lo de los mexicanos Maná es curioso: por un lado presentan un sonido rock (potente sección de ritmo, guitarras en primer plano, sonido general contundente…), pero a la vez las letras podrían ser de cualquier cantante empalagoso y pisaverde; en otros casos resultan lacrimógenas y casi siempre sentimentaloides…; incluso algunos de sus textos recuerdan a los de los cantantes románticos españoles de los últimos setenta y primeros ochenta del siglo pasado, cuando la ‘apertura y el destape’ permitieron escenas de cama en la música destinada al gran público y todo el mundo se puso a ello. Lo que Maná declama en piezas como ‘Adicto a tu amor’ o ‘La cama incendiada’ es muy revelador.
No se puede esperar que en esto de la música popular todos digan tanto y tan variado como Dylan o Young (por ejemplo), pero tampoco que un compositor repita una y otra vez el mismo tema: el amor y el desengaño en todas sus variantes, pero visto siempre a través de un filtro inevitablemente melindroso, afectado, quejumbroso, lisonjero, y sin olvidar las consabidas cucamonas, carantoñas y arrumacos más o menos subidos de tono. Cierto que todos los grandes del pop y del rock han hablado del asunto, pero no sólo de eso, y en todo caso, echándole mucha más imaginación , ingenio, gracia; además, por regla general, ellos lo hicieron antes que nadie, cuando este negocio estaba en pañales y tenía que abrir camino casi a diario.  
Si es cierto que esto es lo que más vende quiere decir que sólo compran cantidades significativas de discos aquellos que no exigen demasiado, los que se conforman con piezas simples, fáciles, cotidianas, tonadas de consumo rápido y fabricadas en serie. De todos modos, a uno le gusta que haya gente a la que le gusten las cosas que a uno no le gustan.
Al menos se puede sacar una conclusión  positiva: el pop y el rock con carácter tiene aún esa cumbre que escalar, ese desafío que supone conquistar listas y compradores. Los que queden.     
CARLOS DEL RIEGO

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