Los símbolos que ensalzan el franquismo (en la foto)

Cinco figuritas de juguete que se encontraban en el Museo del Traje de Madrid (Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico) aguardan destino en un almacén. Son tres soldaditos y dos jinetes de la Guardia Mora de Franco que no superan los 7 centímetros de alto y que, según la Ley de Memoria Histórica, exaltarían, de algún modo, el franquismo. Al ser Bienes de Interés Cultural y formar parte de la colección estable del Museo, esperan a que se defina un plan que decida su futuro.

Esta persecución de cualquier símbolo franquista, tiene más de revancha que de memoria histórica. Nadie, en su sano juicio, defendería el totalitarismo de esta etapa en nuestra historia más próxima, pero reescribir los acontecimientos es tan peligroso como pernicioso, para todas las partes. De un lado la coincidencia de nocturnidad en la retirada de una estatua de Franco, con el nombramiento de doctor honoris causa al Sr. Carrillo, mientras Peces Barba hablaba de “buenos” y “malos”; quiero creer que D. Santiago se encontrará entre los segundos, salvo que D. Gregorio vea prudente ensalzar a un asesino, o al responsable de muchos crímenes. De otro, Dª Pilar Bardem, con el mérito de calificar de hijos de puta a los periodistas de Libertad Digital, se conoce que no todos los profesionales de la información tienen los mismos derechos, se gana una calle en Sevilla, otrora con el nombre de un general que adquirió su fama en la guerra de Cuba y no con el dictador; cosas de interpretación de la historia.

Quiero recordar que los restos de Felipe II reposan en El Escorial, monasterio levantado con la sangre de muchos inocentes, por un monarca totalitario; no sé si entre la recuperación de todos estos valores, procederá también la exhumación del monarca en cuyo reino no se ponía el sol. Gastar en tiempos de crisis trece millones de euros en el Valle de los Caídos me parece tan inútil como los veinticinco que destinó la administración zapateril, siempre tan generosa y sensible con estos asuntos, a etiquetar huesos y a intentar encontrar los restos de Lorca, incluso en contra de la voluntad expresada por sus familiares vivos.

Esto no es una forma de entender la democracia, sino de reescribir la historia, o intentar hacerlo, representando una suerte de revanchismo impropio de la libertad y tolerancia que pregonan los pseudoprogresistas de VISA platino y padre franquista. Una pena.