Revista Expatriados

Los trenes en Austria

Por Spanierin

En los trenes de Austria (o al menos en los de la región de Salzburgo) se oye últimamente algo nuevo por megafonía: se pide a los viajeros que retiren sus abrigos y mochilas de los asientos libres para que otros viajeros puedan ocuparlos. Esta noticia me produce alegría por un lado, y desasosiego por el otro.

Alegría, porque al fin alguien se ha dado cuenta de que esta situación es absurda y están tratando de ponerle remedio. Imagínense ustedes, lectores míos, que se suben a un tren por la noche después de salir del trabajo (o a cualquier hora, en realidad) y tan sólo una cuarta parte (o menos) de los asientos están completamente libres, mientras que dos cuartas partes de ese conjunto están llenas de abrigos, bolsas, mochilas o (esto es un ejemplo real) una bolsita de esas pequeñas de plástico de color blanco con tan sólo una botella de agua dentro.

Entonces llego yo, que soy como soy y con estas cosas me gusta mucho tocar las narices (y educar al entorno, si es posible) y elijo expresamente, con premeditación y alevosía, sentarme en uno de esos asientos ocupados de forma absurda. Y como el abrigo no se mueve por sí solo y su propietario se hace el sueco en el 85% de los casos, pregunto: ¿está libre este asiento? Y entonces ya se retira el abrigo, a veces hasta de mala gana.

No me malinterpretéis: yo entiendo que hay casos en que uno vuelve cansado y/o cargado a casa, entonces no digo nada y busco otro asiento donde molestar; pero hay otros casos que no entiendo ni quiero entender, porque una bolsita de plástico blanca no pesa tanto como para necesitar un asiento entero para ella en lugar de llevarse encima, por ejemplo.

Siento desasosiego, por el hecho de que la compañía de trenes tenga que llegar hasta ese punto para educar al personal. ¿Pero es que no se da cuenta la gente de que hay estaciones en las que se suben muchos viajeros a ciertas horas y también quieren sentarse? Y en lugar de desplazar ellos mismos sus cosas, esperan a que alguien tenga que pedírselo. Y a veces hasta les molesta.

Una vez subí a un tren junto con el hombre con el que coincido todas las tardes, y fuimos a sentarnos en una zona de cuatro asientos. Junto a la ventana había sentado un chico, y en el asiento a su lado llevaba su mochila. Enfrente de su mochila había un señor con los pies estirados por debajo del asiento de enfrente (el de la mochila). Pues este hombre preguntó si podíamos (en plural) sentarnos. El chico quitó la mochila y el hombre se sentó ahí. Y yo le tuve que preguntar al señor de las piernas estiradas si me dejaba pasar para sentarme en el cuarto asiento (el que quedaba vacío). Su respuesta: ¿Ah, tú también? No, es que me gusta ir de pie en el tren cuando estoy viendo que hay asientos vacíos.

Sí, amigos. Este es un tema que me mosquea bastante.

Así que voy a intentar contaros algo menos irritante, y me voy a centrar en cómo son los trenes en general por aquí. Los hay de varios tipos: trenes de larga distancia, trenes regionales, trenes de cercanías (que sería nuestro equivalente en España), trenes urbanos (algo así como un tranvía, tal vez), etc., todos los cuales circulan por las mismas vías y pasan casi por los mismos andenes. Es decir, aquí no hay un andén expresamente para los trenes que van a tal sitio, sino que dependiendo de la hora, el andén será éste u otro. Ventajas: se ahorra en espacio, ya que no se necesitan espacios independientes para cada tipo de tren ni se tienen que hacer transbordos gigantescos para llegar desde una línea a otra. Inconveniente: hay que mirar prácticamente siempre los paneles con la información de los trenes para ver a qué andén hay que dirigirse, ya que si se retrasa un tren, puede ser que no nos corresponda el andén de todos los días, sino que haya que ir a otro.

Esto sólo ocurre, por suerte, en estaciones "grandes", como puede ser la Hauptbahnhof (= estación central) de Salzburgo, en la que solamente hay 9 vías para todos esos tipos de trenes. Al principio puede ser complicado entender el sistema, pero con el tiempo resulta útil, si se piensa. Recuerdo la primera vez que me llevé al Cocinero alemán a Madrid y empecé a hacer transbordos en el metro. El pobre perdió el poco sentido de la orientación que tiene cuando va a España y me dijo que nuestra separación de líneas es un sistema absurdo y que perdemos mucho tiempo. Y, sinceramente, creo que tiene razón.

Otro aspecto importante es que los trenes aquí suelen (y digo suelen porque siempre hay excepciones) ser muy puntuales. Si en los paneles pone que llega a las 12:12, el tren llega a esa hora. O llega antes y a esa hora en punto ya se está moviendo. Gracias a esa puntualidad, he aprendido que de nada me sirve correr para alcanzar el tren. Si éste ya se está moviendo, muy pocas serán las veces en que el conductor haga una excepción, pare y te deje subir.

Aquí no existen los tornos como tal. Es decir, que no hay que validar el billete antes de entrar al andén, aunque sí se valida en determinadas máquinas o por parte de los revisores que se pasean cada dos por tres por los trenes. Lo que sí hay son máquinas de ventas de billetes en casi cualquier rincón, incluso dentro de algunos trenes, y antes de subir a los mismos y/o dentro hay paneles con advertencias de que el acceso a dicho tren solamente está permitido si se lleva un billete adecuado. Alguno pensará: pues yo me colaría. Sí. Ya. Seguro. Por si os interesa, la multa si os pillan es de 70 euros (si se abona en el momento) o de 100 euros (si el pago se hace después). Así que yo creo que es mejor comprar el billete...

En algunos trenes existen una especie de zonas tranquilas. Por lo que yo he visto, suelen ubicarse en el último vagón o están señalizadas de alguna forma, y en ellas no se puede hablar por teléfono, ni escuchar música o mantener conversaciones. Para eso ya está el resto del tren. Yo suelo sentarme en esta zona porque así confío en poder leer en silencio, pero el silencio suelo echarlo en falta. Siempre tengo la suerte de coincidir con algún adolescente que necesita llamar la atención haciendo ruido.

Y hasta aquí las curiosidades del maravilloso mundo de los trenes que me vienen ahora a la cabeza. Si alguien sabe de alguna más, le invito a que la comparta dejando sus comentarios.


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