Revista Cultura y Ocio

Los últimos días de Ana Bolena:13ª Parte

Por Ladycaroline

Los últimos días de Ana Bolena:13ª Parte
El sin vivir de la reina
Ana Bolena sufría un calvario mientras aguardaba su incierto destino. Después de la serenidad demostrada en su juicio, volvió a comportarse de una forma bastante inestable. Podía estar "muy contenta" y tomar "una gran comida", o hecha un mar de lágrimas. Según Sir Kingston, en ocasiones la reina decididamente ansiaba morir y "a la hora siguiente todo lo contrario de eso". Alternaba entre hablar de retirarse a un convento a discutir su propia ejecución.
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Se retrasa la ejecución
El ajusticiamiento estaba marcado para el día 18 de mayo. Desde de las 02:00 a.m. había estado rezando con su sacerdote (almoner), y antes del amanecer mandó llamar a Kingston para que tomaran juntos la Comunión. Ana, mismo en momentos de tensión y desesperación, por unos instantes recuperó la entereza necesaria para enfrentarse a la muerte. Ante el sacramento, juró dos veces por la salvación de su alma que era inocente de todos los cargos que el rey le acusaba.
Asimismo, expresó su deseo de que Kingston hiciera pública su declaración. El contestable lo hizo saber a Cromwell en una misiva: "Esta misma mañana me mandó llamar, que yo debería estar con ella en aquellos momentos mientras recibía al Señor Todopoderoso, con el propósito de que la oyera declarar abiertamente su inocencia."
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Después el contestable se retiró y Ana aguardó hasta las 09:00 a.m., hora prevista para su ejecución. Seguramente, la reina se habría vestido y preparado para enfrentarse al cadalso, pero cuando Sir Kingston regresó, no era para conducirla al patíbulo. Trajo noticias inesperadas de que el verdugo se había retrasado y que su muerte se pospondría para la medianoche. Más que un contratiempo por el camino, Ana creía que se trataba de otro acto de crueldad por parte de Enrique VIII; alargar su agonía y hacer eterna la espera.
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La impaciencia de Ana era notable y lo hizo saber al contestable de la Torre:
Maestro Kingston - le dijo al jefe de la Torre, al percibir que demoraban en llamarla - . Parece ser que no moriré hasta mediodía, y lo lamento, porque a esa hora yo pensaba estar muerta y haber acabado de sufrir. Kingston le aseguró que no sufriría.
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Incluso llegó a hacer un chiste negro sobre su condena. Se sabe que al "verdugo de Calais" le iban a recompensar con 24 libras por su labor ya que era todo un experto en el arte de la espada. Me han dicho que el ejecutor es muy hábil - dijo ella a Kingston - ; y yo tengo un cuello tan pequeño..."; Acto seguido se lo rodeó con la mano y empezó a reír efusivamente.
Por su mente aparecerían brevemente bellos recuerdos, como cuando la elogiaron por su "cuello marfileño...muy erguido", símbolo de su belleza característica. Además, el contestable de la Torre expuso que había vislumbrado a "muchos hombres y mujeres" ejecutados que habían estado "en gran pena", entretanto "esa dama tiene mucha dicha y placer en la muerte". Lógicamente, no tenía nada que ver con eso; mas bien su risa servía como desahogo ante tanto desespero contenido.
Kingston pensaba que Ana Bolena negaría su culpa antes de ser ajusticiada. Por supuesto, eso podría causar mucho revuelo. Estaba preocupado que hubieran disturbios en la ciudad el día de su ejecución, y temía además que los aliados de Ana hicieran un intento de arrollan la seguridad de la Torre. Por esa misma razón, el contestable recomendó a Cromwell que el número de asistentes al ajusticiamiento de la reina fuera limitado. Recomendó que la hora de su ejecución se mantuviera en secreto para que pocas personas pudieran escuchar su discurso en el cadalso.
Incluso había que impedir la entrada de extranjeros, no convenía causar conmoción a nivel internacional. ¿Qué dirían las naciones vecinas al conocer que el rey de Inglaterra asesinaría a su esposa inocente? Tal situación se observa en el caso del enviado del emperador. Éste había mandado un criado para que asistiera a la ejecución, sin embargo tanto él como el resto de los extranjeros se les había denegado la entrada al recinto.
¿¿Dónde estaban sus amigos y aliados?? ¿¿Su familia que hacía mientras tanto?? No hay ninguna evidencia que su madre, su padre o incluso su hermana María hayan intentado comunicarse con ella en la Torre. Lo único que sabemos es que durante el día 18 de mayo su sacerdote (almoner) permaneció continuamente a su lado.
Pasó el resto de la mañana angustiada, no obstante cuando llegó el mediodía, según se dice, el ajusticiador todavía no había aparecido. Kingston le fue a decir que la hora de su condena se aplazaría para las 09:00 a.m. del día siguiente.
Los últimos días de Ana Bolena:13ª Parte
Continuará...

Bibliografía:
Denny, Joanna: Anne Boleyn: A new life of England´s tragic Queen, Portrait Books, London, 2005.
Fraser, Antonia: Las seis esposas de Enrique VIII, Ediciones Web, Barcelona, 2007.
Hackett, Francis: Enrique VIII y sus seis mujeres, Editorial Juventud S.A., Barcelona, 1975.
Warnicke, Retha M.: The rise and fall of Anne Boleyn: family politics at court of Henry VIII, Canto, Cambrige University Press, 1996.

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