Revista Expatriados

Los viejos opositores nunca mueren (al menos en Singapur)

Por Tiburciosamsa

Hay ocupaciones que uno sabe que los que las ejercen no terminarán bien. Una es la de rockero, que las posibilidades de morir antes de los treinta de sobredosis son elevadas. Otra es la de boxeador, que hay un riesgo alto de que a los cincuenta estés sonado y no te acuerdes ni de cómo te llamas. Y, finalmente, está la de ser opositor político en Singapur. Puedes dar por hecho que no tocarás poder, pero además al cabo de pocos años estarás quemado y desengañado de la política. O sea, igual que todos los demás que no hemos entrado en política, con la diferencia de que ellos sí saben de lo que hablan cuando expresan su desengaño.
Hubo un tiempo en el que el único que tenía redaños para hacer oposición comme il faut era Chee Soon Juan, quien en 1992 asumió el liderazgo del Partido Democrático de Singapur. Dirigir un partido de oposición en aquellos años en los que Lee Kwan Yew aún estaba fresco como una rosa y con ganas de pelea, era como tratar de construir un iglú en el desierto: una tarea ingrata e imposible, que nadie te va a agradecer.
Leí en un blog una comparación entre Chee y Mandela. A ambos su lucha política les ha costado caro. La diferencia es que Chee no ha logrado reconocimiento internacional (que levanten la mano los lectores del blog que conocían de su existencia) y nunca le darán el Premio Nóbel de la Paz. Pasemos revista al coste que ha tenido para Chee su actividad política: en 1993 perdió su puesto como profesor de psicología en la National Universitybajo la acusación de haberse apropiado de fondos de investigación (seré bueno y no veré ninguna relación entre su despido y el hecho de que el año anterior hubiera asumido el liderazgo del principal partido opositor); en 2002 fue condenado a cinco semanas de prisión por haber organizado una manifestación ante el palacio presidencial a pesar de que la policía le había denegado la autorización; en marzo de 2006 fue encarcelado brevemente por desprecio de la Justicia y todo por haber dicho que los tribunales singapureños no eran independientes cuando juzgaban casos en los que el gobernante Partido de Acción Popular estaba involucrado; en noviembre-diciembre de 2006 volvió a pasar tres semanas en la cárcel por haber distribuido el periódico del SDP, “The New Democrat”, durante las elecciones generales de aquel año… En fin esas condenas a prisión fueron peccata minuta comparadas con la condena en 2006 a pagar 300.000 dólares de Singapur al Ministro Mentor Lee Kwan Yew y 200.000 al Ministro Senior Goh Chok Tong por difamación. Como consecuencia de esa condena, tuvo que declararse en bancarrota, condición en la que estuvo hasta 2012, en que le fue levantada. Durante todo ese tiempo no pudo desarrollar actividades políticas. Cuando la bancarrota le fue levantada, lo primero que hizo fue anunciar que se presentaría a las elecciones de 2016. Así me gusta, Chee Soon Juan, inasequible al desaliento.
Otro inasequible al desaliento fue el difunto J.B. Jeyaretnam. En 1981 se convirtió en el primer político de la oposición que conquistaba un escaño en el Parlamento. En 1986 perdió su escaño, cuando se le imputó por haber supuestamente falseado las cuentas del partido. En 1997 regresó al parlamento, pero las alegrías duran poco en la casa del pobre y en la del opositor singapureño. En 2001 perdió el escaño al haber sido declarado en bancarrota por no poder pagar la indemnización de 260.000 dólares de Singapur que se le había impuesto como consecuencia de la querella por difamación que presentó contra él Lee Kuan Yew. En 2007, apenas le hubieron levantado la bancarrota y con 82 años recién cumplidos, fundó un nuevo partido, el Partido de la Reforma. Alos tres meses murió de un ataque al corazón. Dadas las pocas alegrías que tienen los políticos opositores en Singapur, a él sí que se le pudo aplicar lo de “descanse en paz”.
Y un tercer inasequible al desaliento, aunque su vida haya sido menos accidentada que la de los dos anteriores, es Chiam See Tong. En 1980 fundó el Partido Democrático de Singapur, cuyo liderazgo asumiría en 1993 Chee Soon Juan. Entre 1984 y 2011 fue ininterrumpidamente diputado por el distrito de Potong Pasir, primero como miembro del Partido Democrático de Singapur y luego como representante del Partido Popular de Singapur. Durante bastantes de esos años, Chiam fue el único diputado de la oposición en todo el parlamento. Debió de sentirse un poco solo.
En 2011, con 76 años, hizo la machada de concurrir por una circunscripción distinta a la suya tradicional y eso después de haber sufrido poco antes una apoplejía. Fue derrotado.
Y ahora, cuando me pongo a pasar revista a algunos de los políticos opositores de la nueva hornada, me dan ganas de cambiar el título de la entrada y llamarla: “Los jóvenes opositores nunca mueren, sólo se desaniman”. Resulta irónico que ahora que hay un Primer Ministro menos estricto que Lee Kwan Yew, que el sistema se ha abierto un tanto, que existe una blogosfera más dinámica que antes en la que se pueden decir cosas que antes no se podía, aunque, eso sí, tentándose la ropa, que las querellas por difamación pueden caerte en cualquier momento, Singapur no produzca opositores de la pasta de Chee, Jeyaretnam o Chiam.
Nicole Seah fue una de las candidatas más jóvenes en las elecciones de 2011. Con sólo 24 añitos se presentó en las filas del Partido de la Solidaridad Nacionalpor el distrito plurinominal de Marine Parade. Seah y sus compañeros perdieron, pero no lo hicieron tan mal: obtuvieron el 43% de los sufragios ante un contrincante tan correoso como el ex-Primer Ministro Goh Chok Tong.
Los medios sociales ayudaron a propulsarla. Sus discursos se hicieron virales y llegó a ser la segunda política más popular en las redes sociales singapureñas, por detrás del incombustible Lee Kwan Yew. No obstante pudo comprobar que la popularidad que las redes sociales te dan con una mano, a veces la compensan con los palos que te dan con la otra. Empezaron a circular por Internet comentarios indiscretos de que mantenía un romance con un casado. Asqueada y desengañada de la política, le ha dado un corte de mangas (a la política, al amante real o supuesto no consta que se lo haya dado) y se ha ido del país para continuar con su carrera profesional.
Otro opositor que también ha dejado la política es Vincent Wijeysingha del Partido Democrático de Singapur, quien tuvo el coraje el año pasado de ser el primer político singapureño en salir del armario. De pronto descubrió que todos sus trabajos anteriores en cuestiones sociales y económicas palidecían frente al hecho de su orientación sexual. Al mes de haber salido del armario dijo “que les den” y se dedicó al activismo LGBT.

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