Revista Baloncesto

Los Wizards se quedan huérfanos

Publicado el 25 noviembre 2009 por Héctor

Todo lo que son los actuales Wizards se lo deben a este hombre: Abe Pollin, el filántropo metido a propietario de una franquicia NBA
Si el valor de un hombre se mide por el legado que dejó en vida, entonces Abe Pollin es por derecho propio uno de los personajes más valiosos de la historia reciente de la NBA.
Ayer por la tarde, a punto de cumplir 86 años, fallecía el propietario más longevo de la Liga a causa de una Parálisis Supranuclear Progresiva, una rara enfermedad degenerativa contra la que llevaba luchando mucho tiempo. Se iba así un hombre que es una auténtica institución en la ciudad de Washington, tanto a nivel deportivo como social. Uno de los personajes más queridos y respetados de la capital de EE.UU., cuya pérdida ya han llorado gente tan importante en el mundo del baloncesto como Wes Unseld, Ernie Grunfeld, Michael Jordan o David Stern, y gente ajena al deporte como el ex presidente Bill Clinton.
La relación de Pollin con la NBA se remonta a 1964, fecha en la que adquirío la franquicia de los Baltimore Bullets por 1.1 millones de dólares. En 1973 trasladó el equipo a Washington, una vez finalizado el Capital Centre, mítico pabellón que sería testigo del momento más glorioso de la historia de los Bullets: el título de 1978. Aquél equipo irrepetible, encabezado por dos Hall of Famers como Unsled y Elvin Hayes, repetiría Finales al año siguiente, aunque se cruzarían en su camino los Seattle Supersonics. Después llegó una época de vacas flacas que se mantuvo durante años, y en la que los Bullets, llamados Wizards desde 1997 debido a que a Pollin no le convencían las connotaciones violentas de la palabra bullet (bala), se instalaron año tras año en la mediocridad de la NBA. Gran parte de este resultado hay que buscarlo en la personalidad de Pollin, un ejecutivo "a la vieja usanza", no muy partidario de someter a su equipo al dictamen de las grandes estrellas que pedían contratos desorbitados. Así, contribuyó decisivamente a que se instaurara el salary cap (para evitar desigualdades en el plano económico que repercutieran en el deportivo) y fue uno de los instigadores principales del lockout del verano de 1998.
En el año 2000, la mayor figura del baloncesto norteamericano, Michael Jordan, adquiría una pequeña parte del accionariado de los Wizards. La relación entre Jordan y Pollin estuvo llena de altibajos, sobretodo a partir de que MJ decidiera volver a las canchas por dos temporadas, eclipsando totalmente al equipo detrás de su enorme sombra. Tras su retirada definitiva en 2003, Jordan debería haber vuelto a las oficinas de los Wizards, pero una tormentosa reunión con Pollin supuso su salida de la franquicia. A pesar de ello, los dos personajes siempre se guardaron un respeto mutuo, y Pollin siempre ha argumentado que la salida de Jordan fue siempre "buscando el bien del equipo".
Después de 45 años, Pollin ha hecho por los Wizards tantas cosas que será difícil que algún día se lo dejen de agradecer. Dirigió la franquicia capitalina como si fuera una empresa familiar, con mano firme pero también con una enorme gratitud a sus empleados más fieles. Ha construido dos pabellones (el Capital Centre en 1973 y el actual Verizon Center en 1997, coincidiendo con el "rebautismo" del equipo) con dinero de su propio bolsillo (el Verizon costó 200 millones de dólares), y sobretodo ha conseguido lo más difícil: ganarse el respeto y el cariño de aficionados, técnicos, directivos, jugadores y en general de todos sus conciudadanos. Tanto es así que en Washington el 3 de diciembre (fecha de su nacimiento en Philadelphia, aunque su familia se trasladó a la capital cuando tenía ocho años) es el "Abe Pollin Day", una clara muestra de la importancia de este hombre en su comunidad.
Abe Pollin anunció en 1978 que no se iba a retirar hasta que el equipo de sus amores volviera a ganar un campeonato. Por desgracia para él, la enfermedad se lo ha llevado por delante antes de que esto sucediera. No ha podido cumplir su sueño de ver a los Wizards levantar el título, pero al menos sí ha conseguido que todo el mundo en la ciudad de Washington lo recuerde como una de las personas que más ha hecho por alimentar sus esperanzas de gloria cada día. Y eso no es poco.
Descanse en paz.

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