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Los zombies como metáfora de la sociedad (I)

Publicado el 22 mayo 2014 por Manuel G.r

La temática zombie está en auge. Puedes encontrar historias de muertos intentando comerse a los vivos en cualquier medio, ya sean libros, series o películas. ¿A que se debe este éxito? Hace bastante tiempo leí una teoría bastante curiosa.

Básicamente se explicaba que el interés por los zombies se debe a que estas historias representan el conflicto entre una sociedad formada por una masa que no es capaz de pensar por sí misma (zombies) contra aquellas pocas personas que sí son capaces de ser individuos únicos (supervivientes).

Por lo tanto los zombies son nada menos que una crítica a una sociedad incapaz de aceptar en su seno a la gente verdaderamente original y que siempre que se encuentra con uno de estos escasos individuos acaba destruyéndolo (matándolo) o eliminando esta originalidad (convirtiéndolo en zombie).

Sin duda es una interpretación muy original, pero probablemente tú también notes que rechina un poco. ¿De verdad nos gustan los zombies por ser una metáfora de la sociedad? Entonces cuando nos imaginamos siendo uno de esos pocos supervivientes (no nos engañemos, todos lo hemos hecho) en realidad estamos declarando que somos unos rebeldes y que la sociedad no puede cambiarnos.

Después de pensarlo un poco decidí que mi amor por los zombies no puede ser por esta razón; si quisiera ver las dificultades que sufren los rebeldes en la sociedad buscaría historias sobre esto (1984, Así habló Zaratustra...), no me conformaría con metáforas. Al fin y al cabo un rebelde en está sociedad no tiene por qué preocuparse de no hacer demasiado ruido con sus pisadas o asegurarse de atravesar el cerebro de sus enemigos (Por lo menos no es lo habitual).

Esta clase de explicaciones siempre me recuerdan a una escena del libro " La elegancia del erizo ", donde la portera lee un ensayo de una estudiante de filosofía en el que se interpreta un texto para que acabe significando algo completamente diferente de lo que intentó decir el autor. Así, si el autor hizo una crítica de, por ejemplo, el impresionismo sueco, la interpretación dirá que el texto es un halago a la política expansionista de Francia en el siglo XII. He exagerado un poco, pero la base es esta.

No negaré que hay que ser muy hábil para interpretar así un texto, pero la dificultad de la empresa no hace que su resultado sea más útil.

Con todo esto no digo que esté en contra de las interpretaciones. Si un texto es interpretable significa que hay elementos que no están del todo claros y está muy bien que los expertos se dediquen a descubrir qué quería decir exactamente el autor. Pero si se lleva la interpretación hasta límites absurdos (que se diga que el libro trata sobre algo que pasó después de la muerte del autor, por ejemplo) estas interpretaciones no tendrán valor, por muy interesantes e ingeniosas que sean.

En la próxima entrada hablaré de porqué creo que los zombies tienen tanto éxito.


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